Escribe Pedro Medina León
Los amaneceres de Miami Beach se vieron alterados en 1961, cuando un hombre afroamericano empezó a correr por el MacArthur Causeway todos los días a las cinco de la mañana. El sujeto era muy alto y robusto; una silueta perfecta. La segregación racial era tan brutal en aquella época, que una persona de color no podía transitar por la calle si el cielo estaba oscuro. La Civil Rights Act, que pretendió poner fin a esa situación, se firmó hasta 1964.
La primera vez que Cassius Clay (Louisville, Kentucky, 1942-Scottsdale, Arizona, 2016) pisó un ring de box tenía doce años y desde entonces supo que quería ser campeón mundial. Esa se volvió su prioridad, más que la escuela. Los logros llegaron temprano: a los dieciocho, se hizo de la medalla de oro en las Olimpiadas de Roma (1960). Para afianzar su carrera, necesitaba un patrocinador, pero el boxeo era una suerte de deporte solo para negros y los únicos que tomaban partido por él eran los mafiosos, y trabajar para la mafia no era una opción. Tuvo que tocar muchas puertas hasta que The Louisville Group le dio su apoyo.
La preparación de Clay empezó en San Diego y no prosperó por falta de entendimiento con su técnico. Entonces, se presentó la oportunidad de mudarse al sur, a Miami, para entrenar con Angelo Dundee, a quien afortunadamente conocía. Cassius Clay aterrizó en el Miami International Airport con veintiún años y la firme convicción de destronar al campeón Sonny Liston. Se instaló en un motel del Biscayne Boulevard y de inmediato inició su rutina: se levantaba a las cinco de la mañana, iba a entrenar trotando por el MacArthur Causeway hasta el Fifth Street Gym en la Washington Avenue —lugar donde tuvo el histórico encuentro con The Beatles, durante el viaje que estos hicieron para cantar en el show de Ed Sullivan, en el Deauville Hotel en Miami Beach, y que les sirvió de trampolín al éxito—, pasaba horas en el gimnasio y no cometía excesos con la comida ni la bebida.
Cassius Clay o la leyenda
A la par que consolidaba su boxeo, fue en el sur donde se convirtió al Islam para luchar abiertamente por la igualdad y reivindicar los derechos de su raza. Los líderes islamitas le dieron su respaldo. Malcolm X incluso llegó a viajar a Miami para pasar una temporada con él, lo que le costó el repudio total de la sociedad.
Con diecinueve peleas, todas a su favor, Cassius Clay retó a Sonny Liston. El combate se pactó para el 25 de febrero en el Miami Beach Convention Hall. Liston, doce años mayor, quien se formó en la Prisión Estatal de Missouri y era auspiciado por la mafia, vio el reto como un atrevimiento. Empezaron los insultos y amenazas entre uno y otro, aunque la balanza estaba inclinada hacia Liston, que era un gran boxeador… era el gran campeón.
La estrategia de Clay en la pelea era agotar físicamente a su rival y noquearlo entre el séptimo y el octavo round. Sonny Liston, en cambio, salió a matar. Cassius Clay luchaba contra Liston y el rechazo de los casi nueve mil espectadores, excepto unos pocos, como Malcolm X, que se encontraba sentado muy cerca de la esquina de su amigo. Los tres primeros rounds fueron para Clay, pero en el cuarto empezó a perder la vista y Liston remontó. Está casi comprobado que, en el descanso entre el tercer y cuarto asaltos, Liston, en su esquina, ordenó que rociaran una sustancia venenosa en sus guantes para cegar a su oponente.
A finales del quinto round, Clay estaba repuesto y, en el sexto, arremetió de tal manera que Liston pidió detener la pelea antes de salir al séptimo y se retiró al hospital con un hombro dislocado, heridas profundas en el rostro, costillas rotas y dos dientes menos. Mientras tanto, en el Miami Beach Convention Hall, el nuevo campeón de los pesos pesados, eufórico y delirante, gritaba a los periodistas y al público que se tragaran sus palabras.