Escribe James Quiroz
Un 17 de febrero de 1967 partió de este mundo el gran Ciro Alegría, invaluable narrador liberteño que dejó tres novelas fundamentales: La serpiente de oro, Los perros hambrientos y El mundo es ancho y ajeno, además de destacados cuentos.
Ciro Alegría fue un escritor y un intelectual, como pocos, al servicio del país. Militó en el Apra, luego en Acción Popular desde donde fue diputado representando a Lima. Defendió sus ideas políticas, motivo por el cual sufrió cárcel, humillación y exilio. Su talento y agudeza intelectual lo encumbraron a tal punto que sus tres novelas fueron premiadas gozando del prestigio nacional e internacional de su época.
Pocos novelistas han mantenido una eficiente regularidad literaria como Ciro Alegría. Que tres de sus novelas hayan sido laureadas no es coincidencia, pues las tres contienen los elementos distintivos de su obra: Un pulso vigoroso, descripción de episodios que sitúan a sus personajes en contextos en donde aparece el ser humano enfrentando a la naturaleza y a su propia existencia, generalmente personajes que despliegan fortaleza y energía ante la adversidad. Además, escribe con una técnica depurada al exceso en el vasto uso de adjetivos y estructuras sintácticas impecables, sin dejar de mencionar dos elementos que no pueden pasar desapercibidos: la alta poesía de sus páginas y el carácter épico que destaca en varios pasajes de sus novelas. Sin duda, el conocimiento de la sierra liberteña, dado que vivió durante su niñez en ella, su personalidad férrea y sus firmes convicciones confluyeron para que sus obras se empapen de ese sentido de humanidad que las grandes obras poseen.
Decir que Ciro Alegría sea el máximo representante del indigenismo y que es uno de los tres más altos novelistas que tiene el Perú seguramente acogerá el debate. A mi gusto, es el mejor y el máximo exponente del indigenismo peruano. Por la potencia de su expresión, por sus episodios épicos y su alta poesía que no tiene parangón en ningún otro novelista de su especialidad. Más allá de que José María Arguedas y Manuel Scorza gocen del innegable prestigio que se extendió después de sus prematuras muertes.
Ahora bien, las entidades públicas de La Libertad no han hecho justicia con sus hombres notables. Tampoco han sabido o querido promocionarlos, ya sea por desidia, ignorancia, antaganismos políticos o indiferencia. Hoy en día, la relectura de Ciro Alegría debe ser materia obligada en los predios educativos. Ciro Alegría es un novelista de alto nivel y hablar de él en pleno siglo XXI hace ver que su obra no ha podido ser superada en muchos aspectos por los narradores que lo sucedieron en el tiempo. El «discurso» de Ciro Alegría sigue vigente, – acaso no sus métodos literarios-, pues sus temas siguen siendo vigentes ya que el Perú luego de cien años no ha cambiado en sus esencias.