La Danza de las siete piedras
Aquí estoy,
meciendo las raíces
de aquello que no tiene rostro,
La danza de las siete piedras
que en silencio
llaman la Noche.
¡Eso que se hunde! ¡Nuestros latidos!
Una lágrima que cae
y hace temblar las montañas,
donde se abren caminos
alrededor del fuego y la Mandrágora.
Esa inaudible herida
que derraman los ángeles.
Del asombro de un suplicante amanecer.
Aquí estoy,
Es el sentido de salvar aquello
que jamás podrá ser nuestro…
Una melodía quedó en mí
No voy a volver,
soy un cuerpo
creado de una lágrima,
La máscara
que hila los abismos,
Lo irreconocible, lo inaudible…
Algo nos queda,
solamente ese gran vacío
que es el espejo,
que se ve y se arrepiente
que se ve y huye.
Ya no hay camino,
Una melodía quedó en mí
un violín que nunca se pudo tocar.
Es necesaria una noche
donde no se desee volver…
Lo que nos fue dado
Tejíamos las miradas
como aquellos que piden
poder ver a Dios.
Deseo intentarlo,
sin sonidos, ni labios,
No es necesario llegar,
solo contemplar.
Algo, algo me abraza
y mis ojos no lo ven,
Quizá en mí sintió
ese Rezo que anochece,
esa imagen,
esa fuerza,
esa Luz que todos creen…
¡Música, es hora de callar internamente!
¿No escuchas, acaso,
lo que nos fue dado
y se ha perdido?
Aquello que nos fue dado
y se ha perdido.
Rezo y quietud
Hay un relámpago que siempre vuelve
que teje sus heridas
mientras el cielo explota.
¡Piedra, vuélvete piedra! – le gritan las aves,
Y él sigue tejiendo su oscuro retorno,
estremecido por tempranos ritos,
pieles calcinadas por la luz,
Ritos a las 4 de la mañana,
el cántico que da la señal,
pero su ceniza es fractura en el cuerpo de Dios.
¡Montaña, vuélvete montaña! – corean las pirámides,
Y los ojos empiezan a arder
en lo que pudo ser visto de otro color,
color de antiguas salamandras,
Rezo y quietud a las 4 de la mañana,
la sangre está hilando un nombre, ¡Silencio!
¡Estrella, vuélvete estrella! – le contempla su padre,
Y él desteje la música del firmamento,
ha florecido, el dolor no lo ha cansado,
aúlla la noche misteriosa,
para encontrar de nuevo la danza circular
que abre las puertas a las palabras,
¡Oh sagrado Sol negro!
Él sigue tejiendo su oscuro retorno,
mientras la lluvia deja de moverse.
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Diego Román Konrad. Escritor, docente y poeta colombiano. Ha publicado “Del Triángulo a la Noche” (2010), “Poemas Uránicos” (2015-2019), “We Humans: An international Anthology y of Poetry” (2018), “El Rezo que Anochece” (2022). Director Académico y Cultural Feria Popayán Ciudad Libro (2021-2022). Director del Club de Lectura Matilde Espinosa y Club de Cine Alejandra Borrero de Unicomfacauca. Director del Concurso Departamental de Poesía Matilde Espinosa. Reconocimiento especial por el Honorable Concejo Municipal de la ciudad de Popayán 2019. Reconocimiento por Gestión Cultural y Académica en el marco del Día Internacional del Libro y las Artes 2023 por la Secretaría de Cultura y Turismo de Popayán. Ha realizado recitales poéticos en Santiago de Chile, Yakarta – Indonesia, Caracas -Venezuela, Puebla – México, Friburgo – Alemania, Madrid – España, Nueva York – EEUU, Barcelona -Cataluña, París – Francia, entre otros. Jurado en el Concurso Departamental de Cuento de la Gobernación del Cauca (2019-2024). Jurado en el Concurso de Creación Literaria (2017 a 2024) de la Biblioteca Pública Departamental Rafael Maya. Jurado en el Concurso Departamental de Cuento Pluma Mágica (2014 a 2024) del Plan Nacional de Lectura J.E.C. Miembro de la Asociación Caucana de Escritores.