Cuatro poemas de Magnolia Vázquez Ortiz

La destacada poeta mexicana Magnolia Vázquez Ortiz comparte con nosotros cuatro de sus poemas, donde explora las grietas que en la familia deja la vida, el destino y el amor.

Una madre

Mi abuela materna se llama Herlinda
Parió doce hijos, entre ellos, quien me parió a mí
Dicen que cuando chamaca faltó a la ley de su tribu
fue exiliada y condenada a vivir en la desgracia
Dice que marchó de su pueblo en carreta
vestida de novia a la tierra prometida por su novio
entre la banda de músicos, el bullicio de la gente
y su corazón iluminado
Dice que así empezó su infelicidad
A mi abuela la conocí montando caballos a tropel
montando a mi abuelo con su poder de mujer
montando a sus hijos con su poder maternal
A mi abuela la conocí muro implacable ante la debilidad
ante la adversidad, ante la fatalidad
a mi abuela la conocí montando a la misma ley.
Hoy la veo yaciente, doblegada por la vida y el tiempo
No puedo dejar de reprochar a los dioses
el alargamiento de su agonía
Mi abuela cumplió su condena ¿Como debe ser?
Exijo, dioses, su pronta absolución.

Hasta tu muerte

¿Quién te hizo tan dura
matriarca absoluta
omnipotente
dueña de la tribu?
¿Quién?
¡Qué hazaña la tuya decidir cómo, cuándo, dónde morir!
Con la ley en tu boca te fuiste
Implacable hasta con tu muerte
Ya no esperas más tributo más disputa más llanto amargo
Ya no
Tu partida libera felicidad
Descansa en paz abuela
aquellos que fuimos somos tuyos
ya lo hacemos.

Destino

Es algo de familia enamorarse de un extranjero
Mi abuela se enamoró de uno, fue desdichada gran parte de su vida
Mi madre se enamoró de otro, dijo «no» y su desdicha duró una parte de su vida
Yo también me enamoré de un extranjero, dije «sí» y soy feliz
En esto del gusto por los extranjeros, la desdicha es cosa  del pasado.

De abuelos

Mi abuelo materno se llamó Jesús, nombrado por sus nietos Papachucho. Lo conocí en cálida embriaguez y así se mantuvo hasta su muerte: cantando y bailando, pachita en mano dirigiendo el ritmo de su vida. Su canto, siempre alegre… una india en su chinampa solita se mantenía tejiendo flores… inspiró el nombre para dos de sus tres hijas, Carolina y Magnolia. De él, estoy segura, me viene el gusto por el baile, el canto y el vino.

Mi abuelo paterno se llamó Miguel Roberto, nombrado por mis hermanos y yo, Papabeto. Lo observo leyendo periódicos, callado, con su rostro gris y parco. Se le fue la vida a temprana edad con la cándida y promisoria vida de su hija la mayor, la más alegre, la más vivaz, la más querida (dice mi padre). Al igual que mi Papachucho, la embriaguez fue su estado habitual y de él, sin duda, heredé mi gusto por el silencio y la palabra. Hoy mi padre no es Papatito para sus nietos, mas como abuelo es un punto intermedio entre los míos. Habla, sonríe y calla lo necesario. Como mis abuelos, es cautivo del licor; lo hizo su compañero refrescante en tiempo de sol, y cálida compañía en tiempo de lluvia. Este día descubro que de ellos heredé mi posición de hedonista empedernida.

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MAGNOLIA VÁZQUEZ ORTIZ (Villahermosa, Tabasco, México 1973). Licenciada en Psicología por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, tiene además estudios de maestría en Literatura Mexicana por la Universidad Nacional Autónoma de México, y Teoría Crítica (17’ Instituto de Estudios Críticos, México). Es Profesora Investigadora de la UJAT y miembro fundador del grupo cultural El Jalón Literario. Ha participado en las Feria del libro de la Universidad Autónoma de Morelos (2019); en la Feria del Libro de Córdoba, Veracruz (2020), y en la Feria Internacional del Libro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, representando a México (2024). Escribe poesía, ensayo y narrativa. Su poesía y reseñas literarias han sido publicadas en la Revista Signos que edita la Universidad Popular de la Chontalpa, en el periódico digital Águila o Sol, Diario Activo y Punto de Reunión, y en la revista Beyonddimensions. En la revista Cinzontle ha publicado ensayos sobre la identidad del mexicano y sobre lxs zapatistas. Algunos de sus poemas están incluidos en la antología de poesía Siempre me falta algo (UJAT, 2017), y su primer libro en narrativa Ese animal voraz que es la familia (UJAT 2019). La Secretaría de Cultura de Tabasco publicó su primer libro de poesía, Apuntes de una viviente en 2019 y tiene un libro inédito, La consumación del deseo.

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