Sueño de realidad
En esa integridad del pensamiento…
Pendo del ser.
Una vigilia previa al delirio. Se ciñe a mí.
La inmanencia que obstruyo en un propósito dialogado.
Se vierte y acecha a la austera razón, gota a gota.
Nos aguarda el escenario despierto. Similitudes.
Probabilidad de construir anhelos de lucidez.
Espejismos fronterizos de tormentos.
Materia del sueño fingido que se transforma.
Muta, esquiva, en Materia de vigilia.
El insomnio de un can Cerbero ladra con tu voz.
La condición de las razones desprotegen la deriva en sí misma.
Es esta, la tuya y la mía. Fragilidad onírica… Nuestra.
Atemorizados calibres de la pausa,
que se embrionan de infértiles certezas.
Sucede que la seducción de ausencias es desmedida.
Que las atendemos con el anular quebrado.
Porque hay un cese de rescate. Inerme o no.
Y los ojos se rompen en el nácar. Está todo comprobado.
Libertina y lúdica tregua de todos en un nosotros.
Trenzado de libertad en los besos. Me aferraron a ellos.
Es cometa mi cabello. Entonces…
Yo pendo de la inmortalidad de ese instante.
Te muestro en ti.
Acallado lienzo.
Ni estuve. Ni fuimos. Ni viniste. Vuelvo a mí.
Sonámbula inseminación.
Canción de alcoba sobre el tiempo que dormido aprendes.
El candil de la belleza durmiente… es una manzana.
Irradiar el juicio de la realidad.
Yo lo hice.
Y tú… te pregunto:
¿Vuelas TÚ sobre la fragilidad?
Reconocemos esos artificios…
Y yo… me pregunto:
Qué sucede en este velado instante…
El desafío.
El anhelo de la virtud.
Estoy de rodillas bajo esa luna lorquiana.
Me desafío de nuevo.
Hay un modo y una forma.
Apotegmas que sueltan mis manos; como fértiles diosas.
Aplaudo bajo esa luna que aúlla.
Y dejo mis labios desnudos sobre tu cuerpo.
Soy agua.
Traje los sueños para el despertar de tus quimeras.
Esbozo de tu mueca. Témpera mía de tu alcance.
Tránsito.
Tránsito desde un yo inconcluso de formas,
pleno de materia,
donde contemplo mi realidad fingida.
Porque hay un kairós irrenunciable.
Un logos deformado.
Los fotogramas dispersos que centinelas nos revelan.
Arrúllame como Morfeo.
La profesora de lengua española y literatura
Venía de dar sus clases.
Mencionaba la importancia de los prefijos.
Como en ese: Pasar dos veces por el corazón…
Sus alumnos un día eran Melibeos,
otros días Calixtos.
Pícaros de insaciable asombro.
En clase despertaban.
Recuperaron el prestigio de ser un pánfilo desmedido
en su más genuina y embrionaria expansión.
Eran Rosalías de Castro, tenían a Babieca
y vertebraban la sintaxis con sus dedos.
Ni una elipsis quedaba en silencio.
Tizona y Colada en el recreo se abrían camino.
Vayan por delante las concesivas y los excesos de onomatopeyas…
Oh, mundanal ruido.
Sí, después de sus clases, la compra.
Mostraba la bolsa de tela para agradecerle a la cajera su ofrecimiento.
Pago con tarjeta.
Su Romeo, su pequeño cachorro le abrazaba a la salida del colegio.
Se quedaba a jugar en la Plazoleta de cuyo nombre no puede olvidarse,
pues era Benito, el de su abuelo paterno.
María se llevaba la mochila a casa para adelantar en lo cotidiano del hogar.
Como Rucio, cargada con esas ganas de llorar que a veces dan.
Pero sí… Ahora era un hogar.
De un tiempo a esta parte…
La profe hizo la mudanza con su padre;
le enseñó a reparar las hendiduras. Lijó y pintó. Se hizo carpintera.
Como San José.
Madre y Padre;
Lloraban sus manos. Y aprendió a leer.
En la Plaza Mayor de Salamanca,
lanza besos al medallón de Cervantes.
Nunca se olvida.
Cuando pasa por el retablo de San Esteban,
cada día Habla con Dios.
Se clava en su cruz.
Génesis
Eva se viste de teselas en piel de serpiente.
Pecado diabólico en mordente stacatto:
CONSUMACIÓN de un numinoso episodio
del que emerge una condena divina
secuenciada en una garganta profunda
de riquezas idealmente exponenciales:
EXPULSIÓN genuina.
Eva muda su piel de sierpe.
Concede un diluvio de reproches
en adobe descarnado.
Caen los cielos sobre los cielos de la Tierra
y se DESTIERRA el cuerpo humano castigado.
Eva saca sus huesos de su carne.
Se los ofrece a Adán.
Ambos fabrican la piel con sus manos.
Ambos calientan sus dedos al fuego.
Ambos piensan, hablan y sienten…
Ambos, reunidos en un testimonio infalible.
Ambos, legítimamente ajusticiados.
Ambos, en su relato, se recuestan derramados
hacia su paradisiaca y genesíaca MUERTE.
Ordo Naturalis
Tengo la duración eterna de los dedos,
llegan las sentencias rotas del tiempo.
Acudo al encuentro de mi mano.
Toco el Alfa de mi Omega.
No es la muerte quién me pronuncia,
muero por dar vida al engaño.
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María Calle Bajo, artista y escritora española. Actualmente trabaja como profesora en el Centro Didáctico del Español y en el Colegio Ibérico de Español. En su labor docente ha formado parte del área I+D+i de Cursos Internacionales de la Universidad de Salamanca donde cursó sus estudios de Filología Hispánica y Magisterios. Parte de su obra poética se ha traducido al griego, italiano, rumano y bengalí, la cual se ha publicado junto a su obra narrativa y ensayística en revistas de carácter literario, científico y filosófico de tirada nacional e internacional. La casa editorial Buenos Aires Poetry publicó sus poemarios: Semillas (2020), Calíope (2021), Medallón (2022) y, su último canto poético Hablo con {Dios}. La Muerte nunca tiene prisa (2024).