Escribe Erik Díaz Sandoval
J. R. Moehringer, periodista y escritor estadounidense nacido en 1964, nos cuenta en este reportaje periodístico por lo menos dos historias: la de un indigente que vive en las calles, dice ser el exboxeador candidato al título mundial en los años cuarenta y cincuenta Bob Satterfield y se hace llamar el Campeón yla del periodista en busca de una buena historia que escribir.
Con un lenguaje sencillo y directo, J. R. Moehringer equipara en este reportaje el box, la escritura y las peleas que todos libramos a lo largo de nuestras vidas: “Seas quien seas, estés donde estés, sea cuando sea que estés leyendo esto, o no leyendo esto, estoy casi seguro de que estás librando una pelea (…) Esa pelea te define, te da forma, tal como debe ser y seguirá siéndolo hasta que se declare un vencedor, y entonces empieza la siguiente pelea, y la siguiente, hasta que llegues a la última pelea de tu vida, que perderás, como todos los que has conocido perderán la suya”[1].
A medida que J.R. Moehringer periodista indaga cómo un exboxeador candidato al título mundial termina viviendo en las calles, va comprendiendo que la historia que intenta descubrir y contar va mucho más allá y se confunde con su propia historia. Es ante todo la historia de los grandes sueños y de las peleas para conseguirlos: el Campeón soñaba con ser campeón mundial de boxeo y Moehringer sueña con escribir las historias que quiere contar: “Por primera vez comprendí que en realidad sólo hay dos tipos de historias en el mundo: las que los demás quieren que cuentes y las que quieres contar tú. Y nadie va a dejarte así, sin más, contar las segundas. Tú tienes que pelear para ganarte ese privilegio, ese derecho”[2]; y a su vez la historia de las grandes frustraciones, de los sueños sin cumplir.
¿Realmente, el Campeón es Bob Satterfield?, ¿Realmente, Bob Satterfield pudo ser campeón mundial? ¿Nos encontramos ante la verdadera historia de un hombre real o ante una ficción inventada para sobrellevar las derrotas y las frustraciones de la vida? Realidad y ficción se entremezclan en este reportaje periodístico como en la vida misma, que no solo incluye los hechos que ciertamente sucedieron sino también las mentiras o ficciones que nos inventamos o imaginamos para sobrellevar nuestras derrotas y sobrevivir a nuestros fracasos y a nuestros sueños inconclusos. Así, El campeón ha vuelto nos habla también de identidad: ¿somos quienes realmente somos, o somos lo que nos imaginamos o inventamos de nosotros mismos, o lo que nos imponen los demás? En mi opinión, estamos ante un claro ejemplo de periodismo literario. Moehringer, a través de este reportaje escrito con honestidad, humanidad y destreza narrativa, nos hace vibrar con el valor, la lucha y la supervivencia del Campeón – y de otros protagonistas de su reportaje, incluido el propio Moehringer -; así como nos hace estremecer con su frustración, tristeza, soledad y olvido.
[1] Prólogo escrito por el mismo autor en la edición de Duomo Ediciones (Barcelona, 2016), con la traducción al español de Juanjo Estrella (páginas 19 y 20).
[2] Ibid, página 17.