Círculo de Lectores
Círculo de Lectores

«Enciclopedia vacía» – el gran sueño de Ricardo Sumalavia

Ricardo Sumalavia continúa cosechando éxitos. Compartimos el texto que leyó Raúl Brasca sobre "Enciclopedia vacía". Brasca es un referente de la minificción latinoamericana.

Escribe Raúl Brasca

Me da mucho placer presentar este libro. Conozco a Ricardo Sumalavia desde hace muchos años, ya  antologué en 2008  micros pertenecientes a su obra “Enciclopedia mínima” (2004). Las antologías de microficción peruana recogen su obra y él mismo compiló “Colección minúscula, cinco espacios de la ficción breve” (2007), reveladora selección de la hasta entonces poco conocida microficción de su país.  En la reciente “El microrrelato peruano. Antología general”, monumental obra del crítico Ricardo González Vigil que tuve el honor de presentar en Lima, se dice de él “En el marco peruano, es el autor que con más nitidez encarna el reconocimiento del microrrelato […] como uno de los espacios literarios más representativos y admirables de la narrativa actual”. Con esto quiero decir, que estamos en presencia de un maestro del género. He leído unos cuantos de sus  libros de creación y puedo decir que, además de la excelencia formal que  lo acompaña siempre,  también lo acompaña un mundo propio, que es enciclopédico como sugieren los títulos de éste y otros de sus libros, pero en el que destacan obsesiones y  preferencias temáticas ligadas a los sentires y trabajos del hombre  que incluyen, con mucha frecuencia,  la interacción en las relaciones familiares.  

Raúl Brasca, Ricardo Sumalavia y Ana María Shua, una mesa de lujo.

Sumalavia cuenta lo singular, lo particular. No se piense en una literatura realista y menos, naturalista. Es más, el libro que nos ocupa hoy recurre permanentemente a lo fantástico y lo absurdo. Lo presiden tres citas, todas relacionadas con su contenido.  “La forma es vacío, el vacío mismo es forma” (Sutra del corazón, libro sagrado budista): aplicada a la escritura esta cita es toda una declaración de principios: no existen textos sin forma –como alguna vez se propusieron para oponerse al formalismo-, todo, absolutamente todo, tiene forma de algo, incluso el vacío.  “El sueño es una segunda vida” (Gerald de Nerval), alude al sueño como verdad, acaso como la mayor verdad.  “La civilización consiste en darle a algo un nombre que no le compete, y después soñar sobre el resultado.  Y, realmente, el nombre falso y el sueño verdadero crean una nueva realidad”. Pessoa, su autor,  acude al nominalismo (Guillermo de Ockham): lo universal no existe más allá de la mente, lo único real es lo particular, los individuos. El nombre no es la cosa que existe, de algún modo falsifica la cosa, la simplifica, le quita atributos particulares; en cambio los sueños existen de verdad y, de alguna manera, significan la verdad.  

En su primera parte, titulada “El vacío sublime”, los textos exploran  diversas posibilidades de la forma, diversos mecanismos narrativos, y muestran diferentes tipos de vacío. El vacío como “hueco” en la memoria, en Monedas; como introspección absoluta, en La planta del pueblo del mundo de José; como soledad extrema en Mundo nuevo. Otros abrevan, a veces en clave de humor,  en la divergencia entre los nombres y  lo que designan y en otros tipos de  inconsistencias verbales, como en Soga o serpiente, Corrección; Encendedor; Lima 2093, cuestión de lenguaje;  Cero pulso; Barda.  Como ejemplo, leeré:

Alba

Desde mi ventana, hasta hace muy poco, tenía a la vista un extenso y arbolado parque. Ahora hay una pared monumental que corresponde a un edificio de quince pisos. El parque no ha desaparecido. Está al otro lado de este edificio, sin duda aún extenso y arbolado. Lo que veo ahora, en cambio, es un muro blanco, aunque prefiero llamarla una pared alba. Con la rutina, el cambio de estaciones y las simplificaciones del lenguaje, he pasado a decirme que cada mañana abro la ventana para ver el alba. Y la veo con tal intensidad, que ya creo vislumbrar algunos árboles.

Hay temas, como el tiempo y su percepción,  los recuerdos, hábitos que no cesan ni con la muerte, la muerte misma, los condicionamientos sin explicación, que justifican otras buenas micros, pero no me extenderé en ellas. Prefiero ocuparme de los procedimientos, en particular de uno que estructura varias microficciones.Se trata de la simetría y la asimetría,  cuyo uso magistral desemboca en textos notables. Lo simétrico es infrecuente, tiene algo de mágica coincidencia, de excepcionalidad, que conviene a la microficción.  Puede tratarse de simetría o asimetría en las acciones de los personajes (Toques y Dos carpinteros), en las cualidades de las cosas (De tamaños y colores, Posología, Libro y melocotón), entre las situaciones reales y las que reproducen las pantallas (Secuencias personales). Ejemplificaré con:

Posología

Cada tres días, Elvira toma una pastilla. La pastilla es verde, ovalada y de cien miligramos, según se describe en la posología y según la ve Elvira cada dos días. Dijimos que toma la pastilla cada tres días, pero las ve cada dos días porque verifica con regularidad que las pastillas verdes, ovaladas y de cien miligramos, estén en su lugar. Es verdad que por simples progresiones aritméticas coinciden días de ver las pastillas y días de tomarlas. El problema es cuando ni las ve ni las toma. Allí solo le resta la memoria. Y las pastillas son justamente para mantener una memoria afectada.

Elvira, como era de esperarse, un día olvidó ver la pastilla, que coincidía, además, con tomar la pastilla y tener una memoria algo recuperada. Ese día el mundo le supo ovalado, algo verde y, digamos, de cien miligramos.

La segunda parte del libro “El sueño de mis muertos” ficcionaliza de algún modo la cita “El sueño es una segunda vida”, del poeta romántico Gerard de Nerval. Ejemplo de ello son  Cajón y sueño, Sueño programado, Oreja, Invitación onírica. En particular, esta segunda parte explora las relaciones familiares a través de los sueños. Este  tema, caro a Sumalavia como he dicho,  aparece también en la primera (v.g. Dos carpinteros)  pero aquí emerge con enorme y profunda originalidad.  Así en Madre Robot, un robot materno creado por error en un sueño se queja continuamente y censura a su hijo de modo insoportable. En  Río revuelto la madre cuenta al hijo un sueño cuyo absurdo se traslada a la realidad.  En Fábula onírica, el hijo resuelve en sueños lo irresuelto en la vigilia. En Sueño familiar, hijo y nieto sueñan  mientras son soñados por el padre/abuelo. El silencio en La peste vehiculiza el miedo y la risa del narrador y su hermana.  Sueño fraterno, Fraternidad onírica, Disco Dreamer y El sueño de mis muertos, que leeré a  continuación, cuentan historias sucedidas entre hermanos.

El sueño de mis muertos

Mi hermano, ya muerto él, me contó un sueño. Me dijo que había soñado conmigo. En su sueño, cargado de brumas, aparecía yo, de unos siete u ocho años, sonriente y sin brazos. Me dijo que yo le narraba mi jornada escolar con un entusiasmo tal, que se olvidó del detalle de mis brazos ausentes. Le conté incluso, prosiguió él, que yo había obtenido una calificación sobresaliente en dibujo. “Te felicito”, me dijo en su sueño, ahora ya algo intrigado sobre cómo yo había delineado los trazos. Luego, para disipar esos pensamientos, quiso darle un abrazo al niño que era yo. No lo consiguió, pues en su sueño, precisó mi hermano, descubrió que él tampoco tenía brazos.

—¿Te lo imaginas? —me preguntó. Yo solo quise abrazarlo.

Me parece destacable el silencio presente en la última línea, la sugerente ambigüedad. No sabemos si lo abrazó, no sabemos si tenía brazos. Apenas sabemos que quiso abrazarlo.

Como en este caso, casi todas las micros del libro transitan lo excepcional, lo absurdo y lo fantástico.  Sumalavia demuestra  que no es necesario imitar la realidad para conmover. La poesía intrínseca a las situaciones y las imágenes que los textos sugieren, conmueven por su belleza y transmiten sentido o posibilidades de sentido.  Esa es la primera razón de su impacto sobre el lector.  La segunda razón es la forma. Como el poema, la microficción alcanza su potencia por la forma. Sumalavia acumula en alto grado las virtudes del buen microficcionista. “Enciclopedia vacía. El sueño de mis muertos” es un libro que conviene leer despacio, atentamente, para extraer las varias capas de significado y lograr el máximo placer.

Leído el 30 de abril de 2025, en la Librería Otras Orillas, Buenos Aires.

Hazte socio del Círculo de Lectores
Círculo de Lectores Perú
Círculo de Lectores Perú es una comunidad que crece alrededor de aquello que tanto nos gusta: los libros y la lectura. Vive con nosotros la aventura de leer.
Hazte socio del Círculo de Lectores

Sigue leyendo…

Beatles Detonación Sónica

Detonación sónica

Un padre visita a su hijo en Londres, donde la memoria musical atraviesa una...
Loading...