Escribe José Carlos Picón
Hay experiencias artísticas que conectan diversas disciplinas. En el caso del cine, podemos decir que, determinado director o autor tiene una poética. Sobre eso se ha extendido con solvencia Andrei Tarkovski en diversos textos. Por su parte la poesía, en tanto representa y agiliza un proceso de intertextualidad, genera emociones, opera a través del recuerdo o la evocación.
Pues en “48 y medio”, libro publicado por la editorial La Strada, Gabriel Quispe Medina, refuerza como motivo de una serie de poemas, el cine, sus personajes, escenas, esencias, luces y canciones. Así por ejemplo, en “Viridiana”, vuelve al relato sombrío, de tema perverso en torno a una violación que construye Buñuel: “El tío Jaime está muriendo/y se adelanta como fantasma/Viridiana empieza a vivir(…)/y debuta en la arena movediza/de los instintos forzados”.
En “Norma Desmond”, Quispe Medina, ensaya una suerte de micro biopic poética que evoca al personaje principal de la película “Sunset Boulevard” de Billy Wilder. Una mujer ya en el olvido de los espectadoras aún habita una mansión decadente en Hollywood. “Norma ya no mira su piscina/ha traspasado el lente/la cámara, la memoria, la luz/por última vez”.
Varios de los textos del volumen son homenajes a la magia del cine y a sus protagonistas. En el poema “Buster Keaton”, el autor apela a una estética neovanguardista con despliegue formal y visual de texto, como si las palabras danzaran. Asimismo, intercala un recurso de componer estados de ánimo en el interior del poema: “Buster no tiene tiempo para sonreír/porque el cine mudo ya se va a acabar/salvo por su antípoda/Charles Chaplin”. Es decir, pequeños extractos de una historia en versos breves.
La película “La Strada” de Federico Fellini es motivo de “Gelsomina”, personaje principal del mencionado filme. Aquella inolvidable artista callejera de circo que es vendida por su propia madre. “Hija del dibujo/y de los golpes reales”, realizaba su trabajo “en un carromato/que servía de todo/menos para sobrevivir”.
Marilyn Monroe también tiene su pieza “tan diosa/tan frágil/tan producida en el set/tan genuina en sus interiores”. El seguimiento de su drama en breve espacio, recuerda que /borrones y tachaduras/entre frases pulcras/antes del súbito punto final/que arrancó la hoja”.
Quispe Medina transita por varias tradiciones fílmicas y no podía dejar de lado el cine peruano. “Juliana” es la mención en este libro sobre el trabajo del Grupo Chaski y la recordada cinta. “Vivir en Lima como Juliana/y convertirse en Julián (…) ser una infiltrada /un billete de intis falsos/o la única moneda con sello verdadero/adaptando la naturaleza”. “48 y medio” reúne también algunos textos de carácter personal donde el autor evoca por ejemplo, al distrito de Pueblo Libre o, como en “Sombra”, “a veces te recuerdo/tu sonrisa maciza/tu silueta inicial”. Pasa otro tanto, en poemas como “Celo”, “Hombres” o “Interrupción”, en los que Quispe construye escenas, atmósferas que matiza o combina con trazos fantasmagóricos de imágenes fílmicas que el espectador tiene en su imaginario: “Si es pesadilla/quizás celebremos/que la vigilia interrumpa”. Un diálogo y ejercicio interesantes en los textos que componen el poemario que desde su nombre, es un reconocimiento al director italiano Federico Fellini.
