Iván Thays, sobre la melancolía y el amor

La novela "El viaje interior" de Iván Thays cumple 25 años y permanece intacta la destreza de su técnica y la profundidad de sus temas.

Publicado

6 Abr, 2025

Escribe Luis Eduardo García

La novela El viaje interior de Iván Thays fue publicada por primera vez hace veinticinco años. Ese año (1999), publiqué esta reseña que ahora reedito con retoques, añadidos y supresiones. La novela, en cambio, permanece intacta en la destreza de su técnica y la profundidad de sus temas: la fragilidad de la pasión amorosa y la inconsistencia del tiempo.

“El amor es una línea, una sucesión de puntos sobre el plano de la existencia”. Así comienza el primer párrafo de El viaje interior. En efecto. El amor que viven los protagonistas de esta historia es eso: una línea sucesiva de hechos y recuerdos dolorosos.

La anécdota es más o menos así: un hombre viaja con su compañera, Kaas, a una ciudad gris y melancólica del Mediterráneo. Allí, tras varios meses de naufragios amorosos, ambos deciden separarse. Pese a que la decisión es compartida, el hombre no se resigna, y sufre. Entonces su vida se convierte en un largo proceso de autodestrucción.

La autodestrucción del hombre es, en realidad, un viaje simbólico. Empieza con la invención de Kaas. Como ella ya no está en la vida real del hombre, este la inventa en su conciencia que, tiempo después, le resulta demasiado pesada. Por este motivo la traslada a sus recuerdos mientras bebe martinis, uno tras otro, día tras día. De ahí, la desplaza a sus sueños, hasta que de golpe ella regresa a la vigilia y el hombre se da cuenta de que Kaas ha muerto junto con sus sentimientos.

Portada de «El viaje interior» (Foto: Iván Thays)

Antes de separarse, el hombre y Kaas se enredan en discusiones intelectuales, hasta cierto punto absurdas.  Ella lo acusa de ser un hombre racionalista y de profesar un amor excesivo por el pasado, mientras él le reprocha su desapego y su relación insufrible con el porvenir de los dos. Sin embargo, cada cierto tiempo intentan llevar la fiesta en paz, pero es inútil. En Venecia, en Málaga o en cualquier otro lugar su relación se deteriora y se hace insoportable.

Después que Kaas se marcha de Busardo, el hombre vive un tiempo más en la ciudad.  Allí, en sus largas travesías de ocio y alcohol, intima con Zeta, el dueño del bar donde bebe; con Agustín, un macró miserable y vulgar; y con Salvador Dicent, un pintor extraño y retorcido que lo ayuda a descubrir la verdad de su relación. La novela no se agota en la disposición de la anécdota y la trama. Está cargada, además, de un simbolismo denso y perturbador, lo cual es, quizás, uno de sus aspectos más destacados. Están llenos de sentido la autodestrucción del hombre (el viaje interior), el desprestigio del presente (la muerte del amor) el significado de la historia (el amor como un vestigio del pasado) y la dirección del futuro (el hombre como un instrumento de su propio destino).

Aunque imaginario, el escenario de El viaje interior es cautivador, pese a que los protagonistas y Salvador Dicent se empeñan en demostrar lo contrario. Busardo es para el hombre lo que Lisboa, para Pessoa o Buenos Aires para Jorge Luis Borges. Son espacios dolorosos. Cada rincón, cada detalle, cada árbol y cada objeto los remite a la melancolía y a la evocación de sentimientos perdidos.

Iván Thays Vélez
Iván Thays Vélez

El viaje interior tiene una estructura muy equilibrada. La voz del narrador, la pareja de Kaas, adopta la forma de un largo y fragmentado monólogo lleno de nostalgia y rencor, en el que se interpolan diálogos edificantes sobre el amor y la muerte, así como citas de cartas y libros vinculados al leimotiv de libro. El narrador salta del presente al pasado inmediato y de este al futuro lejano, y viceversa. Los saltos tienen lugar en los vacíos que genera el narrador luego de cada episodio corto. La penetración psicológica, la recreación de ambientes, la fluidez de los diálogos, la narración sostenida y la construcción de los personajes son manejados por Thays como mucha solvencia. Su pericia técnica salta a la vista y lo convierte en uno de los grandes narradores de los 90.

El autor ubica su libro con una ‘novela traición’ y, sin duda, no se equivoca. Con ella no solo llega a las altas cimas de esa especie literaria, sino que se da maña para homenajes poco disimulados a algunos de sus maestros.  Es evidente el tributo al Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell.  Este libro no es solo un referente libresco, es, por momentos, un recurso que le sirve como contrapunto para hilvanar su historia El otro homenajeado es Vladimir Navokov, resucitado en la figura extraña del pintor Salvador Dicent. Como el novelista de origen ruso, este atrapa mariposas y admira a las putillas adolescentes a las que les da categoría artística.

EI discurso moderno es desidioso con las novelas totales, con los libros extensos y con las narraciones que retoman las viejas y eternas visiones del mundo y más todavía con las historias que mueven pasiones humanas. El viaje interior está en esta última clase. Es una novela escrita a fines del siglo XX, en medio del advenimiento de una nueva sensibilidad y una nueva dialéctica de las cosas. Sinceramente yo no esperaba una novela así. Esperaba algo menos ambicioso y más acorde con las pretensiones de su narrativa anterior. Me equivoqué de plano. A partir de El viaje interior el pulso narrativo de Iván Thays es notable, verdaderamente notable. Sus lectores aguardamos, con gran expectativa, sus próximas novelas.

Luis Eduardo García
Luis Eduardo García (Chulucanas, Piura, Perú, 1963) Poeta, narrador y periodista. Es docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada del Norte de Trujillo. En 1985 ganó el VI concurso “El poeta joven del Perú” y en el 2009 el Tercer Premio del Concurso Internacional Copé de Poesía. Ha publicado cuatro libros de poesía: Dialogando el extravío (1986), El exilio y los comunes (1987), Confesiones de la tribu (1992) y Teorema del navegante (2008); dos de cuentos: Historia del enemigo (1996) y El suicida del frío (2009); y uno de crónicas, ensayos y entrevistas: Tan frágil manjar (2005). El lugar de la memoria (2023) premio de novela breve del BCR. Mantiene desde 1986 una página de reseñas y comentarios literarios en el suplemento dominical del diario La industria de Trujillo.

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