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«La carretera» de Roberto de Olazábal

"La carretera", primer poemario de Roberto de Olazábal es una poesía que busca exaltar la belleza, el misticismo y la filosofía.

Publicado

13 Mar, 2025

Escribe Miguel Vargas Rosas

Como el propio título lo da a entender —La carretera (Ed. Barba Negra, 2024)— el primer poemario de Roberto de Olazábal es una poesía que busca exaltar la belleza, el misticismo y la filosofía que suelen transmitir los distintos lugares o parajes en el espíritu de alguien que emprende varios viajes, aunque este sabe, por experiencia propia, que el viaje más importante y profundo es el viaje al que llamamos vida. Por esto, los poemas reunidos en este pequeño libro, exento de ornamentos fastuosos innecesarios y de expresiones rimbombantes, expresan una amalgama de emociones, sentimientos y temáticas, conservando una sencillez que colinda con la candidez, aunque por ratos parece asomarse al surrealismo, hoy muy manido por los jóvenes escritores.

Dividido en tres partes, estaciones o estancias, La carretera aborda aspectos como el amor, la soledad, la magia, las descripciones poéticas de lugares que son adosadas a las cuestiones “espirituales” o de conciencia (quizá dentro de la línea gongorina, solo que con mucha más sencillez). Basta con leer “Línea dividida” para entender esta ligazón de las descripciones a lo sentimental o “espiritual”: «La división del ser, / arribo al abismo/ cacería de la razón/ presa de la conciencia, / inocencia ausente, / encuentro culposo, / distanciamiento del bien/ amistad con el mal/, bulla mental/ (…) destino y eternidad, / todo en la palma de Nazca» (p. 56). Se puede apreciar que la división del ser (negro-blanco, blanco-rojo, etc.) está realizada con las líneas de Nazca, según la voz poética.

Roberto de Olazábal

Otro tema tratado en el libro es la repercusión de la historia sobre el presente, como cuando manifiesta: «Talismanes de muertos/ dan lumbre a los vivos/ que escriben sin prudencia/ con clavos rígidos/ en un oval de lirios». No obstante, descuella más el asunto del amor pasional, en la que desliza versos sutiles embargados de una carga muy íntima: «En tempestades/ perenne vuelves; / zurcida a las estrellas/ en el manto negro, / sin tu mano amiga/ sin tus labios amantes/ universo ausente» (p.12) o cuando señala: «Eres la cura/ para soñar menos, / para tolerar el silencio/ para amar en el vacío» (p. 39). Además, en algunos de sus pasajes hallamos dos tipos de rimas (asonante y consonante), que incrementan la construcción estilística de sus poemas.

Si bien es cierto que intenta ingresar a la lírica llamada “social” o “política”, encontramos en esta, específicamente, ciertos subibajas en cuanto a calidad, debido a que pierde lírica y gana más prosa; no obstante, la poesía suele salir de esos entremeses. Ejemplos de ello los encontramos en “Pueblo indolente” o en “Pólvora” y es que la voz poética se torna relativamente crítica frente a lo observado en la realidad. «El asfalto es pólvora/ que ilumina el progreso/ de los descalzos, / sus muros/ de ideas rebuscadas/ en gabinetes añejos, / que guardan los falsos ideales/ de igualdad y libertad». La carretera, por lo dicho hasta aquí, resulta un libro sugerente; sin embargo, esperamos que el autor nos deleite con una próxima publicación donde arriesgue más y no cohíba sus pasiones ni sus sentimientos (y esto creo yo, es una falencia dentro del conjunto de poemas), sino que estos deberían inundar y rebasar las páginas.

J. Miguel Vargas Rosas
Profesor de Lengua y Literatura, autor del poemario "Cantos del Viento", "Recuento de las Palabras" y la novela "Balada de la Eternidad". Dirigió la película "Tras la Oscuridad" y el documental “Voz Dinamitada” que trata sobre el poeta popular JOVALDO. Administra el blog “La ventana incinerada”.

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