Escribe Francisco Joaquin Marro
La continuación de La paradoja Cane de Carlos Vera Scamarone, denominada La Paradoja Cane: las guerras del tiempo (El gato descalzo, 2018), llega este año para repotenciar los aciertos de la primera entrega, corregir las limitaciones propias de lo que fue una novela debut y entregar la promesa de un futuro remate de la saga: porque luego de leer este libro queda claro que esta historia atrapante merece continuar.
El acierto mayor del libro es no traicionar —con innecesarias divagaciones literarias— la narrativa ágil de los géneros audiovisuales que la inspiran: los videojuegos de rol y las películas de ciencia ficción. Esto pese a las innumerables notas al pie de página con descripciones de calles y ciudades que, aunque no son mayor escollo para la lectura, pueden ser prescindibles en una futura segunda edición. Se agradecen, en cambio, otras notas al pie, las que explican fenómenos e hipótesis propios de la ciencia, que especulan sobre la manipulación del tiempo y del espacio, y son precisamente ellas las que acercan al libro a la vertiente más dura de la ciencia ficción literaria, una que goza del beneplácito de la mayoría de entusiastas peruanos del género.
Como introducción general, el libro ofrece un resumen del argumento de la primera entrega, por lo que Las guerras del tiempo se plantea como una lectura autónoma de los detalles de su predecesora, promesa que cumple por mucho trecho. Su premisa principal es que, gracias a que las manipulaciones temporales de la primera novela, se abre una nueva línea temporal que transforma el argumento original (le hace un reboot). Así, Las guerras del tiempo principia con el hallazgo policial de los cadáveres de unos viajeros del tiempo, los que estuvieron vivos en la primera línea temporal y han resultado muertos como consecuencia de la implantación de esta temporalidad alterna. Desde aquí, no solo las vicisitudes de Daniel Cane, el protagonista, serán las que animen el relato, sino también las de nuevos personajes que repueblan la trama rediseñada. Destaca sobre ellos, el de Phillipe Troseau, que no es ni héroe ni villano, y está involucrado en todas las acciones que dinamizan notablemente las peripecias de la novela, quien quizá sea el personaje mejor logrado de toda la novela.
Desde aquí animamos a los lectores a poner atención a la ágil imaginación del doctor Vera Scamarone y a lo que seguramente pronto ofrecerá. Es una literatura que se adentra con solvencia, seriedad y amenidad en el campo de la ciencia ficción peruana, que, como lo demuestran recientes publicaciones, cobra mayor brillo, novedad y preferencias en la escena local.