La simulación de Iris Kiya

Bajo el título de “Espero que le gusten los caballos”, la poeta boliviana Iris Kiya entrega una trenza experimental de textos con la editorial Sol Negro de Paul Guillén. Una inmersión donde la palabra se entrecruza con el ajedrez y la precisión de una poeta ambiciosa en su quehacer artístico.

Publicado

28 Nov, 2022

Escribe José Carlos Picón

¿Es la simulación una estrategia de creación literaria? En “Espero que le gusten los caballos” (Sol Negro, 2022), Iris Kiya realiza un montaje en el que dos heterónimos –a la manera Pessoa– o personajes nacidos de la mente de la autora, generan una serie de textos que por momentos adquieren la categoría de intercambio epistolar o de mensajes similares –por ejemplo, un soliloquio mental dirigido.

En cuanto a la respuesta de la pregunta inicial, diremos que sí. El libro es un aparente construcción plural en la que intervienen el traductor Vladimir Cafard y M. Monzón, un editor. Ambos dilectos cultores del ajedrez. Tanto así que algunas de sus cuitas o preocupaciones, giran en torno al deporte ciencia.

Inicia un prólogo supuestamente escrito por Cafard y corregido por Monzón en el que se da cuenta de los inicios en esta actividad. “La escritura, como el juego, son actos solitarios”, cuenta quien escribe. “Es posible que la sinceridad de este texto no me lleve a nada, ni siquiera al suicidio (c5)”, confiesa en esa zona ficcional, rotulando de alguna manera, la naturaleza de “Espero que le gusten…”; una suerte de experimento, mitad Frankestein, mitad simulacro de creación diversa.

Y es que las piezas recogidas en este libro parecen ser resultado de una recolección y un registro de quien podríamos llamar un poeta demiurgo (Kiya), un autor que ejecuta puestas en escena de marionetas literarias, no en un sentido peyorativo.

Poeta boliviana Iris Kiya.

Luego un poema del mismo Cafard en el que manifiesta “El primer aspecto que me preocupa en este vida es la vergüenza”. ¿Será esta vergüenza representante de las dudas de dar a conocer un híbrido y plural tejido de texto? Si fuera así, de todas maneras no cabría la lapidación. El experimento está justificado por su multifacética apertura. La no existencia de instrucciones, el presentar el tablero al libre albedrío del jugador-lector desde las hazañas de la jugadora-autora, ya factura el riesgo y esfuerzo de la acometida.

Y claro, las jugadas ajedrecísticas acuñadas Cf3, g3, Ag4, etc. Van buscando su ubicación en esta trama bivocálica. Cada discurso jugado está acompañado de profundas frases de meditación crónica, angustiosa. Algunas poético-metafísicas, otras más evidentemente dirigidas a un interlocutor. Verso, prosa, prosa, verso.

Uno de los caminos para ingresar y que, a la vez, convive con la propuesta del ajedrez y el poema, es la reflexión/opinión en torno del quehacer literario, la construcción de los textos al interior del discurso, la confrontación con lecturas pilares como Borges o el filósofo Spinoza.

Hay un juego de puertas giratorias, ya que, pueden confundirse las voces externas con aquellas propias del intercambio literario de los actores en los textos. Los poemas y otros referentes que intercalan en lo escrito pertenecen a todos, incluso al lector. “Traducir poesía es el más necio de los pasatiempos” o “Usted nunca podrá ser como William Carlos Williams”. Cafard y Monzón jamás se vieron pero se corrigen, discuten, hablan a sus espaldas, mutuamente. Debe ser un homenaje sugerido al género epistolar, a los debates sesudos a través de las cartas que se prodigaban intelectuales y escritores antes de la era de la Internet.

Con todo, Kiya parece haberse acercado bastante a su propósito pues, si se han dado cuenta, aparece mínimamente en esta reseña.

José Carlos Picón
José Carlos Picón (Lima, 1979) es periodista y escritor. Ha colaborado en diversos medios impresos y digitales, en páginas culturales y en plataformas de entidades públicas y privadas. Cuenta con dos libros de poemas publicados, "Tiempo de veda", (2006) y "Canciones de un disco cualquiera", (2013).

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