Luis Freire Sarria: “Soy un disidente sin querer”

“El jaguar que flotaba sobre el mar” (Lluvia Editores, 2024) es la última novela del Luis Freire Sarria, inspirada en la vida de María Reiche.

Una entrevista de José Carlos Picón

Ya voy a tener 80 años y no sé si seguiré escribiendo novelas”, sostiene Luis Freire Sarria en uno de los cafés más concurridos de Miraflores, con su típico estoicismo, con sobriedad, como quien oculta el disparo de una sonrisa detrás del rostro. Su mirada estrábica no desconcierta, invita al regazo de la conversación. No sé por qué, pero al sentarme para iniciar el diálogo, sentí que conocía a Freire de hace mucho tiempo.

El diálogo duró, aproximadamente, una hora en la que bullían temas de política, religión, tecnología. Por supuesto, hablamos de literatura y de su último libro publicado con Lluvia Editores, “El jaguar que flotaba sobre el mar”. Escéptico, flemático, sencillo y dueño de una irónica acritud cuando comentamos la coyuntura desesperanzada, no escatima en prender la chispa del pesimismo, pero sin dramatismos, con el rictus de quien observa una macabra paradoja. Esta es la charla rescatada una mañana calurosa de diciembre entre el sonido de vasos, tazas, postres y cucharas. 

Investigadora alemana María Reiche

La novela

Luis, sostienes que esta novela está inspirada en la vida de María Reiche.

Así es. Hace 30 años, la persona que había cuidado a María Reiche me encargó una historieta de carácter histórico sobre su vida, con dibujos del artista gráfico Mario Molina, ya desaparecido. Fue publicada en 1995 y de allí tomé algunos elementos para el libro. El comienzo de la playa de Binz, en la isla de Rügen, en Alemania, es real, con la diferencia de que no aparece una pieza Chavín en la caja de madera flotando en el mar, esto es ficticio. 

Esto es un hecho fortuito, ficticio en el libro.

Lo ficticio es la caja con el ceramio. Ella quería contrastar lo que sabía del Perú mediante una visita a nuestro país, quería saber sobre la vida de las civilizaciones prehispánicas que hacían eco en el mundo gracias al Cusco. Llega a Arequipa por mar para luego viajar a la ciudad imperial, aquí es contratada por un cónsul alemán para que eduque a sus hijos en idioma germano.

Entonces, no es una novela histórica. 

No, porque el personaje no es María Reiche sino Herta Rütten. La parte que ocurre en el Cusco es bien cercana a la realidad, puesto que la esposa del cónsul recibió mal a María,  como describo en “El jaguar…”. La novela es una reconstrucción híbrida entre un poco de histórico y mucho de ficción. Hay hechos que no sucedieron, no obstante, hubo un impulso desde la historia de María Reiche para diseñar este relato. Por ejemplo, la fascinación de la investigadora alemana por Cusco y sus vestigios arqueológicos, su contratación por una dama inglesa para trabajar en un restaurante en el Centro de Lima donde se entera de distintas culturas como Nasca y Chavín, además de conocer a la figura del arqueología peruana, Julio C. Tello.

¿Por qué elegiste Chavín?

Porque en Nasca no existen los templos o estructuras monumentales que me interesaban. En cambio, Chavín tiene arquitectura en piedra, túneles, todo un mundo subterráneo enigmático y misterioso. Al final ella es penetrada, simbólicamente, por el Lanzón Monolítico, ella lo siente así, en un plano imaginario, y esta imagen, en el relato, es una manera de cerrar su compromiso con el Perú.

Hay un halo misterioso. 

Claro. Ella deposita el ceramio Chavín encontrado al inicio al pie del lanzón en el templo, luego de haber guiado a un grupo de gringos por encargo de Tello.

¿Consideras que hay elementos comunes entre este libro y tus obras anteriores?

La brevedad. Nunca he podido decir las cosas en espacios tan extensos. Por eso mis novelas son pequeñas. No soy de producir de forma amplia. Otro elemento, es lo inaudito. No puedo ser realista al cien por cien. Hay dosis de realismo sí –fui un periodista objetivo–, en mi literatura existen contornos, visos que te informan de objetos y cosas, en un plano fáctico. Pero en la ficción debo incorporar elementos que descuadren, eventos o sucesos insólitos. 

¿Tienes un método para escribir?

En realidad, no. Parto de ideas que voy desarrollando y todo aparece, y es el camino el que me hace tomar decisiones de acuerdo con lo que voy construyendo. Nunca voy con algo preconcebido para ejecutar, escribo lo que me va dictando el proceso.

Del fascismo y la actualidad

La novela está contextualizada históricamente en tiempos donde el fascismo cobraba furor y fascinación por parte de las juventudes alemanas. En la actualidad no estamos tan lejos de una realidad similar.

Hay un fascismo histórico con características particulares, encarnado en el Perú por Luis Alberto Flores en los años treinta del siglo XX, pero de tendencia italiana. En el libro, esta figura está representada por el abogado Manuel Bermúdez que se enamora no de Herta Rütten en realidad, sino de su condición aria. Recordemos que, al igual que Reiche, nuestro personaje era algo larguirucha, huesuda y lánguida, pero blanca, alemana, se enamora de su germanidad.

¿Qué relación podría tener esta parte del relato con los “libertarios” de hoy?

Los admiradores de Milei y Trump entre los jóvenes replican el reaccionarismo de estos, su fanatismo. Milei tiene una grave distorsión de la realidad. La “libertad” a ultranza ya había sido experimentada en EE. UU. y fracasó. Los extremos no funcionan. Ese libertarismo propuesto por estos personajes, a pesar de supuestos éxitos macroeconómicos, son lecturas distorsionadas de los hechos. El mercado sin ataduras conduce al abuso y la arbitrariedad, el axioma de que el mercado todo lo arregla es una ilusión peligrosa, funciona para quienes lo operan.

El humor y la disidencia

Luis, en tu trabajo no puedes desligar tu escritura del humor y la ternura. Veo en tu narrativa un matiz distinto a tus coetáneos cercanos al realismo social o la autoficción.

Yo me siento un autor marginal, a pesar de haber ganado algunos premios (risas). No creo interesarle a la editoriales transnacionales. Todos mis libros premiados fueron publicados por las instituciones que otorgaban el galardón, salvo “EL Führer de Niebla”, premio U. Villareal 2008, que lo editó PEISA el 2010. De otro modo, no sé si hubiera podido publicarlos.

Es un despropósito que siendo un escritor premiado y casi de culto, no apuesten por tu trabajo.

Pienso que me consideran más que otra cosa un escritor gracioso y no soy eso, como bien apunta el crítico Yrigoyen de El Comercio, aunque tengo un libro de humor inédito en el que revelo una serie de inventos imaginarios, una continuación agrandada de el “Libro de los ingenios” editado por Peisa en los noventa. Pero no hay eco. Tendrán sus razones.

No consideras, Lucho, que de alguna manera esta situación de no ser publicado por las grandes empresas editoriales ¿está cercana a cierta actitud de resistencia?

Recuerdo que en el 2012, le ofrecí a la editorial Alfaguara “El caballero de los delirios”, la historia de un personaje quijotesco que recorría los rincones del territorio peruano, loco y feliz. Sin embargo, me dijeron que ese no era el tipo de libro que estaban buscando. Obviamente, no he vuelto a ofrecerles nada. El volumen fue editado el año siguiente, 2013, al ganar el concurso de novela de la editorial independiente Altazor.

¿Eres un disidente sin querer?

Sin querer. No escribo deliberadamente para disentir sino escribo lo que me gusta y puedo escribir.

¿Cuán importante es el humor en tu obra?

Mi humor es involuntario. No es que me proponga hacer reír o sonreír. Se me ocurre algo y resulta que es humorístico.

¿Incorporas lo inaudito o absurdo?

Más que nada lo inaudito. Siempre incorporo elementos que pueden sacarte del hilo conductor de la narración.  

¿Te consideras parte de alguna tradición? La tuya parece ser una escritura singular, propia de un escritor lejano del gregarismo intelectual.

Considero, y hablo de mi experiencia, que el escritor es en sí, una persona solitaria. Un solitario rodeado de lectores.

Luis Freire Sarria (Foto: El Comercio).

El libro y políticas públicas

¿Qué es lo que pasa con nuestra industria editorial independiente?

No quiero dejar de agradecer a Lluvia Editores por su trabajo impecable con el libro. Las editoriales independientes no tienen poder económico para promover sus libros como quisieran, pero trabajan muy bien sus publicaciones y recorren el país ofreciéndolas.

Hay una ausencia de políticas públicas para el libro y la lectura. 

Existe un completo abandono del Estado hacia el libro y la promoción de la lectura. Basta observar a los representantes del Congreso para darse cuenta por qué la cultura ni siquiera es la última rueda del coche, no llega a llanta de repuesto, siquiera ésta tiene uso cuando se avería una principal. Aquí no hay ningún tipo de preocupación por el tema. Esto ha sido casi siempre así, salvo poquísimas excepciones que dependían del nivel cultural de los líderes políticos. Lo que prima hoy es la ignorancia atrevida de una nueva clase política emergente, arribista, corruptible y profundamente ignorante, muy bien representada en el Gobierno,  que se aúpa en proyectos arbitrarios que ven en la cultura un peligro. Las mentiras y la ignorancia, el arribismo político, ese querer ser lo que no se es, así como el oportunismo, corrompen la energía que puede dar vida a movimientos culturales. El Congreso es un conjunto de agencias de servicios políticos, diseñadas para servir a sus intereses privados o los de sus aliados. Estamos delante de un conjunto de empresas privadas con curules. Curul S.A. Sirven a quien pague.

Viven de espaldas a la gente. 

Y nadie puede tocarlos, porque mueven las piezas a su conveniencia de tal manera que nada los perjudique. Y este problema no es nuevo, solo que hoy es abrumadoramente evidente, como si se esforzaran para mostrar esta impunidad. Es casi exhibicionista.

Hace poco María Emma Mannarelli decía que algunas municipalidades cierran sus bibliotecas para convertirlas en depósitos, oficinas u otro tipo de espacio.

Es que la gente no lee. Muy pocos están habituados a ir a bibliotecas. Los estudiantes van para arrancar páginas. La gente leía más antes de la TV. Las redes ahora te secuestran, te estimulan para seguir enganchados. Los emoticones “analfabetizan”, encarecen el lenguaje. Quizás estemos volviendo al lenguaje netamente visual, pictográfico; estamos anulando la riqueza del lenguaje escrito. 

Claridad y estilo clásico

Volviendo a lo literario. Los títulos de tus obras son interesantes, a veces extensos como un verso largo, son divertidos, como es el caso de este libro: “El jaguar que flotaba sobre el mar” o en otras obras tuyas, como “El inquieto colchón del Libertador” o “César Vallejo se aburrió de seguir muerto en París”. 

A mí, desde pequeño, me encanta la música y trato de darle musicalidad a las frases, sin artificios. Componer, hasta cierto punto, ritmos. Estos deben ser naturales, no forzados. Cuando quieres sofisticarte, edulcorarte, viene el desastre literario.

Te has sentido distante de lo experimental.

Las novelas experimentales me aburren. No me interesa la literatura experimental.

Tu trazado narrativo es clásico.

Es claro, no hay barroquismo ni experimentalismo, tampoco callejerismo. La literatura que hago no se nutre, casi nada, de la oralidad. En lo que sí me esmero es en la claridad. Trabajo mucho la transparencia del lenguaje narrativo.

¿Utilizas el monólogo interior?

Lo puedo usar si se me ocurre. Yo narro como me parece necesario hacerlo.

Redes sociales y tecnología

¿Cómo te llevas con las redes sociales, con la tecnología? ¿En qué puede aportar para tu trabajo literario?

Lo que puedo hacer con ellas es poner la carátula de mi libro y promocionarlo un poco, pero quizás hasta de manera limitada, ya que dicen que Facebook está caducando, es la red que uso. Es un recurso para viejos. En el mundo de las redes todo desaparece en pocos minutos. Hay como un ansia de compartir y consumir pequeñas dosis de información, muchas veces sin sentido. Es efímero porque lo que puedas compartir es enterrado por más datos, más imágenes y textos que se producen a cada segundo. Y los tiktoks son para adolescentes, ¿qué puedo ofrecer yo en esos videítos de menos de un minuto? No me acostumbro.

Tú has hecho periodismo, Lucho ¿Crees que las redes tienen que ver con una nueva forma de realizar este oficio?

Las redes sociales no lo creo. Quizás haya posibilidad en los podcasts que son cada vez más numerosos y también, en el caso de los blogs que ya están en declive. Las redes sirven para chismorrear y ver fotos y videos de perritos y gatitos. No trasciende nada y si lo hace, se esfuma rápido, no solo por ser efímero, sino porque no es confiable. Las tonterías que antes la gente decía en los bares y en su casa, dice Umberto Eco, ahora las sueltan en las redes.

Pero sirven para encontrar y buscar gente. Crean una ilusión.

No creo que pueda profundizarse mucho una amistad a través de las redes sociales. Lo que sí te permiten es la inmediatez y la rapidez de la comunicación.

Amistad, poética, risa

¿Cuántos amigos tienes, Lucho? ¿A quién puedes considerar como tus amigos?

Los tengo contados con los dedos de las manos. Mis amigos, en su mayoría, están conformados por quienes participaron de Monos y Monadas y alrededores, los amigos de esos amigos. Casi no conozco escritores, no frecuento escritores.

¿Alguna vez escribiste poesía?

Una vez a los 16 años publiqué un librito en La Rama Florida junto con un amigo de apellido Vidal, mitad y mitad, un libro adolescente, “El pozo está vacío”. La verdad es que no tengo talento para la poesía.

Pero el humor tiene una poética.

Claro, porque consta de imágenes y descubre realidades insospechadas. El humor quita velos, te hace ver y relacionar cosas de las que no tenías idea, cosas que se juntan y te sacan una sonrisa o una reflexión. Además, es una forma de vernos.

¿Qué opinión te merece aquellos escritores que se dan mucha importancia?

Es cuestión de carácter. Hay gente que se siente fabulosa, que tienen un tremendo ego, hay otros que se sienten una miseria.

¿Te ríes de ti mismo?

Por supuesto.

Me imagino que el producto de esa risa y su causa son insumos para tu escritura.

Me río de mí mismo, lo que no me exime de lamentarme de cosas que quisiera tener o ser. Por ejemplo, quisiera más libros, y no tengo para comprar libros.

Esperamos ávidamente tu siguiente libro, si consigues publicarlo.

Tengo cuatro mini-novelas que quisiera publicar juntas. Una de ellas salió con Maquinaciones, el sello de José Donayre, que se titula “Infarto en la cruz”. Las otras tres están inéditas, una de ellas parte de una experiencia como periodista cultural cuando debí cubrir la filmación de una película en la que José Watanabe participó con el guion. Mi título es “El rico polvo de Greta Garbo en Huaral” y ocurre en un hotelito con baños termales de esta localidad que, durante los años 20 y 30,  era concurrido por artistas y luminarias del cine. Luego, el hostal se fue al diablo.

Bueno, el argumento va paralelamente a mi cobertura de la filmación: las ánimas de Greta Garbo y Marlene Dietrich, junto con los fantasmas de dos o tres mandamases de la Metro Goldwyn Mayer de la época van a veranear a este espacio, pero sin darse cuenta de la actual condición en que se encuentra esa locación: un antro venido a menos. Los parroquianos que iban en busca de un nido de amor ven  sus intercambios amorosos transformados, al convertirse la amante fervorosa huaralina en una rubia sensual, que es la Garbo. Aparece, también, en esos cruces, el fantasma de John Gilbert, otro actor laureado de esos años hollywoodenses. Son dos mundos que viven paralelamente, se atraviesan y separan.

Greta Garbo
José Carlos Picón
José Carlos Picón (Lima, 1979) es periodista y escritor. Ha colaborado en diversos medios impresos y digitales, en páginas culturales y en plataformas de entidades públicas y privadas. Cuenta con dos libros de poemas publicados, "Tiempo de veda", (2006) y "Canciones de un disco cualquiera", (2013).

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