Mayra Santos Febres: «Miss Valley Vs. Mr. Bunny»

Hace unos días una maestra puertorriqueña identificada como Valley Jessiesther, “Maestra Completamente Frustrada”, publicó en Facebook una carta dirigida al trapero Bud Bunny, en la que agradecía en tono irónico tanto al cantante como al gobernador Ricardo Rosselló “por el exitoso plan de crear una generación de imbéciles”. Como era de esperarse, la carta se viralizó y […]

Hace unos días una maestra puertorriqueña identificada como Valley Jessiesther, “Maestra Completamente Frustrada”, publicó en Facebook una carta dirigida al trapero Bud Bunny, en la que agradecía en tono irónico tanto al cantante como al gobernador Ricardo Rosselló “por el exitoso plan de crear una generación de imbéciles”.

Como era de esperarse, la carta se viralizó y ha provocado un debate interesante sobre el contenido de las letras, la intención de las mismas y el uso del lenguaje. Al respecto, la escritora Mayra Santos Febres escribió el siguiente artículo que compartimos en La Conjura de los Libros porque lo consideramos de interés para el momento que vivimos.

 

Escritora puertorriqueña Mayra Santos Febres.

«Miss Valley Vs. Mr. Bunny»

Escribe Mayra Santos Febres*

Prometí no meterme en estas discusiones, pero este asunto me interesa. Será porque toca dos de mis grandes pasiones: el lenguaje y la educación. Por las redes anda circulando una carta de Miss Valley a Bad Bunny, haciéndole reclamos por su lírica misógina y degradante. Le pide que se percate de que es «modelo» de la juventud. Que cambie su lírica.

Me temo, Miss Valley, que está ofreciendo un consejo que Mr. Bunny no puede acoger.

Sucede que el lenguaje es traicionero y se usa para perpetuar modelos sociales y mensajes que consolidan la pirámide de valoraciones que hace que las instituciones se perpetúen. Sólo quiero ofrecer un ejemplo que saco de la misma carta de la entrañable Miss Valley: el uso que la educadora hace de la palabra «denigrante». Esa palabra es ofensiva, Miss Valley. Significa «tratar a una persona como si fuera un negro». ¿Ve lo que sostengo? El lenguaje es bien tramposo. Sé que usted no pretendía ser racista al utilizar el término. Mucha gente ni sabe que está siendo racista cuando usa la palabra «denigrante», pero es así. Yo misma, que soy una férrea defensora de los derechos raciales, la usé por años sin darme cuenta de que estaba alimentando el sistema contra el cual peleaba- mala estrategia de lucha. Hoy por hoy, nuestro sistema de validación social pone como lo más valioso y poderoso en el mundo el ser hombre blanco, rico y mujeriego. Trump, el «Bad Bunny» de la política. Muchos votaron por él, muchos «compran» su rap. No es coincidencia. Nuestro sistema tiene una enorme capacidad de hacernos cómplices de sus tramoyas.

Mr. Bunny es famoso, se ha hecho rico y vende millones de copias de sus famosas «líricas» precisamente porque representa un rol social y repite un mensaje que a nuestra sociedad le conviene que se perpetúe. Mientras hayan chicas que busquen al chico malo que les de duro hasta abajo y las compre con regalos y validaciones (versión supuestamente «contracultura» y «atrevida» de buscar a un hombre «exitoso, en control y buen proveedor» ), la cosa no cambiará. La sociedad, en su versión romántica o en su versión «callejera», seguirá presentando una única posible estructura -la de buscarse un hombre que domine y compre, y/o la de convertirse en ese hombre blanco, mujeriego, que hará todo lo que esté a su alcance por volverse rico, sin importar a quién atropelle, tirotee, maltrate o degrade, sobretodo si es para ganarse el botín de guerra que supone quedarse con la «jeva» (o con «Helena de Troya», el modelo es bien antiguo). Cuando ya tenga a la perra más perra bajo los dominios de su espada de carne, le enseñará «su lugar», que es en cuatro y maullando en un Toyota, mientras sueña con que se lo metan en un Mercedes.

Pues, Miss Valley -ese es el guión que nuestra sociedad le vende masivamente a nuestros jóvenes.

Mr. Bunny no está cantando nada que no se haya cantando antes. Durante los 90 conduje una investigación del rap underground en Puerto Rico (ahora, con ciertas variaciones, se le conoce por «trap»). Las líricas eran exactamente iguales a las que Mr. Bunny presenta ahora como originales. Lo único que ha cambiado en estos 28 años es que el mercado se ha dado cuenta de que esa lírica grosera y misógina tiene un público en español ya consolidado y quiere aprovecharse de esa oportunidad de lucro. Mr. Bunny es un personaje. Quizás hasta escriba con faltas de ortografía «a propósito» y diga que tiene menos escolaridad que la que en realidad ha obtenido. O quizás no. Quizás Mr. Bunny sea un muchacho a quien el mercado le ha presentado la oportunidad de su vida: la de ser el malote humilde, bien macho, pero de buen corazón, que triunfa. Han habido miles así. Se usa la «excepción» para consolidar la regla.

Existen centenares de raperos y traperos que no son misóginos en sus líricas, pero nadie los oye. Quizás Calle 13 ha sido el más político de ellos, pero René es otra cosa. Usa las convenciones del género, la violencia, el lenguaje sexual, callejero, pero con otros fines. Pero Welmo, Luis Díaz, Siloé, Velcro, el mismo Tego y muchos otros cantantes del género permanecen a la sombra de Mr. Bunny. La pregunta es ¿por qué? Obviamente por falta de talento no es. Por falta de una maquinaria que empuje su oferta a la demanda que ya está predispuesta a consumirlo, sí.

Le escribo este largo análisis un sábado por la mañana, después de concluir la celebración del Festival de la Palabra al cual asistieron 6,500 de sus estudiantes, Miss Valley, para decirle que no todo está perdido. Que usted y cientos de otras maestras verán el fruto de sus trabajos mientras le presenten a sus estudiantes dos herramientas y solo dos: 1- poder «desmontar» críticamente los discursos que presentan la prensa, los medios sociales y la cultura de masas. 2- buscar en otros lugares que no son el mercado, otros modelos de vida y presentárselos a sus estudiantes. Quizás la solución no sea pedirle a Mr. Bunny que cambie sus líricas, sino enseñarles a sus estudiantes cómo estas líricas se repiten a lo largo de la historia, en Quevedo, Cervantes, Shakespeare (el Otello sirve para ilustrar), hasta Neruda, Vargas Llosa (La Fiesta del Chivo brega), pasando por los videojuegos y las infames y famosas «líricas» de Bad Bunny. Quizás entonces, sus estudiantes puedan abrir los ojos de la misma manera en que me los abrieron a mi cuando me explicaron que «denigrar», ie. de «de- nigrare» , significa «bajar a la categoría de un negro», y que la palabra «cafre» viene de «kaffir», que significa «los cultivadores del café», que fue como los franceses bautizaron a los etíopes. Es decir que cafre, vulgar, pueblerino, sin educación, de «mal gusto», también significa «negro». Desmontar el lenguaje que se utiliza casi a diario hasta hacerlo perpetuarse automáticamente, quita conciencia. Nosotros, los educadores, tenemos que insistir en cultivar esa misma conciencia en nuestros estudiantes.

Usted va bien, Miss Valley. La educación del siglo XXI debería tener esa misión que usted asume como norte: utilizar los medios del Internet que ponen casi todo al alcance de nuestros dedos, para enseñarle a los estudiantes a desmontar modelos sociales existentes y encontrar otros modelos de vida. Arte, cine, música, videos alternativos, libros, experiencia formativas, todo lo tenemos al alcance de la mano. Claro que sería mucho mejor si Mr. Bunny reaccionara, se dispusiera a convertirse en un hombre sensible, decente y justo con sus semejantes, a respetar a las mujeres y andar por ahí, contento con un Toyotita y una casita sencilla en el campo, o en una urbanización y trabajando en un negocio de fumigación o de reparación de goteras mientras escribe líricas de lo que realmente le duele (padre ausente, pobreza, violencia que vivió) y publica un poemario o tira un disco desde la marquesina de su casa, en un estudio independiente de grabación.

Pero ese no es el modelo que se premia. Hay que ser «exitoso», ¿no?, «Cueste lo que cueste»¿no? Tener cosas caras para probar que se es mejor, muchos «likes», muchos «fans», muchos «detractores». Mucho, mucho, ¿No es cierto?

Quizás lo que tengamos que cambiar no es la oferta, sino la demanda y el cuento que la sostiene. Y lo estamos haciendo Miss Valley. Usted , miles padres, cuidadanos y maestros sensibles lo estamos haciendo. No comprar, no acumular, que no nos importe la moda ni el «qué dirán», vivir desde lo que nos llena, servir a los demás, cuidar nuestros afectos, amar al prójimo y a sí mismo, hacer lo imposible.

Lo estamos haciendo.

Tranquila. No necesitamos la redención de Mr. Bunny.

 


* Mayra Santos-Febres es una escritora puertorriqueña. Comenzó a publicar poemas desde el 1984 en revistas y periódicos internacionales tales como Casa de las Américas de Cuba, Página doce de Argentina, Revue Noire de Francia y Review: Latin American Literature and Arts, en Nueva York.

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