Escribe José Carlos Picón
Imaginemos que la poesía es el océano con sus ecosistemas y, además, un espacio de intercambio humano moderno con embarcaciones, puertos y actividades. Asumamos que estos universos están conectados con realidades inmanentes que pueden remontarse hasta los orígenes de la materia. Algo parecido sucede en la poesía de Renato Sandoval Bacigalupo, traductor, editor y poeta, quien acaba de publicar “Trenos de trinos”, su trabajo en verso reunido desde 1983 hasta 2023, editado por Revuelta (2024).
Esa misma conexión con aquello inmarcesible, inalcanzable y misterioso, permite que el lenguaje de Sandoval registre procedimientos musicales, donde el insumo sonido, vela por cierta armonía en él, por momentos torrentoso caudal, del multiforme imaginario del autor.
Para abordar los textos en Sandoval, me parece que debemos detenernos en su vocación de traductor e investigador inquieto, de diversas tradiciones de la épica, poesía y narrativa mundial en todas sus épocas históricas. Cual poeta erudito, capitanea con sencillez, blandura, pero decisión, inyecciones de todos estos ingredientes, que disparan imaginarios que, si pensamos en un método, lo haríamos en el expresionismo abstracto desde lo pictórico.
Esta musicalidad al servicio de la construcción verbal es evidente en sus tres primeros volúmenes, “Singladuras”, “Pértigas” y “Luces de Talud”. La nervadura de los versos los que componen va elaborada de aquello inmaterial vinculado a lo ceremonial, lo primigenio, la natura como gestora de las fuerzas más sublimes y terribles, simultáneamente.
Renato Sandoval, una voz
Más adelante en “Nostos”, la dialéctica descrita es mantenida, ahora con vigilancia, una razón un poco más despierta, una condición que va haciéndose dialógica entre los elementos de las zonas distintas que Sandoval Bacigalupo va relacionando.
“El revés y la fuga”, del año 2000, es un libro que vislumbra un despertar. La voz poética tiene más preguntas que hace pensar en un desasosiego. A este, después de un silencio más o menos largo (2012), le sigue “Suzuki Blues”, un libro de meditaciones, de búsqueda espiritual y de varias formas de sublimar lo terrenal con aquello que enciende la luz de la armonía con la Unidad.
El interés por Dios, la experimentación con los discursos espirituales y, tal vez, su intento de práctica, van decantándose en “Prooémium mortis”, en “Odiario” con vetas más filosóficas y en “Del taoísmo al teísmo”.
En tanto, la presente edición incluye libros inéditos. En su mayoría como el caso de “Piloto de pruebas” y “Amagos”, en tono de recuento, de control de daños, evaluación y diagnóstico. También está contenido “Miroando”, un conjunto de piezas de vuelos estéticos disparados por el trabajo del pintor, escultor, grabador y ceramista catalán Joan Miró. Finalmente, este volumen concluye con los últimos inéditos “Fuegos fatuos” y “Última presencia”, donde el poeta repasa sus tópicos, el ser, el amor, la muerte, el arte. Vuelve, sin dejar de oscilar, a la brevedad y la contención, bulle, estalla, ya con madurez. Y, como se dijo, en un inicio, deja filtrar todas las tradiciones asimiladas en la continua transfusión de lenguaje, arte y cultura.
