“Sombras de un rescate”, de David Hidalgo

David Hidalgo, fundador y director del sitio digital Ojo Público, así como también ganador de Pulitzer por formar parte del equipo de investigación del «Panamá Papers», desarrolla en Sombras de un rescate, una crónica que pretenda aproximarse con objetividad a una situación compleja: el MRTA.

Escribe: María Morales

Incertidumbre. Cuando se indaga en el pasado, sobre todo, en la época de la violencia política, los personajes vivenciales de este período desarrollan más conjeturas que respuestas. Desde esta premisa, el periodista David Hidalgo, fundador y director del sitio digital Ojo Público, así como también ganador de Pulitzer por formar parte del equipo de investigación del «Panamá Papers», desarrolla en Sombras de un rescate, una crónica que pretenda aproximarse con objetividad a una situación compleja: el MRTA, los rehenes y el grupo militar “Chavín de Huántar” en la Embajada de Japón. Sombras de un rescate, publicada por primera vez en el 2007, es reeditada por Planeta para su biblioteca “Memoria Perú”.

Desde el prólogo a su segunda edición, David Hidalgo, a partir de los postulados de la historiadora MacMillan, afirma que su desvinculación con el suceso de la Embajada de Japón permite eludir los espejismos del pasado. Esto es, tomar distancia, despojarse de la filiación personal, para analizar el atentado terrorista desde una enunciación objetiva. No obstante, esta característica no hace que el autor se olvide de un uso cuidadoso de su prosa, esto es, inmiscuida dentro del discurso literario y periodístico, así, el texto elabora un clima tensional a lo largo del relato. Su prólogo ahonda en las disconformidades que suscita el ingreso del grupo militar Chavín de Huántar: ¿héroes? Es decir, ¿por qué matar a los catorce terroristas cuando se rindieron? ¿Por qué no se desarrolló una autopsia de los cuerpos? ¿Chavín de Huántar tenía la misión de disparar? ¿Había infiltrados en la Embajada de Japón? ¿Por qué se duda de la misión? ¿Hubo infiltrados? ¿Qué sucedió realmente? Hidalgo pretende responder o esclarecer estas conjeturas. Por esta razón, los cuatro capítulos indagan en las cuatro sujetos sociales que estuvieron en este proceso, a través del uso de la información recopilado en entrevistas, libros, entre otros.

El primer capítulo, titulado «El secuestro», nos presenta a los líderes emerretistas y su organización. Es interesante resaltar la necesidad de Hidalgo por detallar minuciosamente las características de los sujetos y sus mecanismos: las armas empleadas, las estrategias, por ejemplo. Asimismo, este capítulo nos teje una red personajes pertenecientes al grupo terrorista, es decir, el autor no solo nos presenta el hecho, sino que observa sucesos anteriores que pretendan explicar el acto de la toma de la embajada. Así, nos informa sobre las capturas y rehenes emerretistas por parte del Estado peruano. Sin embargo, el detalle minucioso no es lo más importante para Hidalgo, a pesar de que se esfuerza por describirlo para que el lector se introduzca en el suceso, es la psicología que pretende desarrollar en Cerpa, el líder emerretista, desde su apariencia física, así como también en su toma de decisiones, lo que adquiere mayor relevancia, puesto que desarrolla un clima de misterio. Es en este aspecto que destaca el autor, aunque parece olvidarlo por momentos. Por tanto, desarrolla la subjetividad de los sujetos emerretistas que intervinieron en la Embajada, situándolos en una personalidad dicotómica y compleja. Toda la información destacada en este capítulo es señalada por Hidalgo en sus pies de páginas, característica que discurre en todos los capítulos, es su necesidad por ser verosímil y objetivo.

En el segundo capítulo, titulado «Los negociadores», el autor indaga en la convivencia entre los emerretistas y los rehenes, situación que estableció una comunicación entre ambos, así, nos señala las conversaciones que se generaba. Este apartado nos explica, a su vez, las intervenciones e intentos de diálogos entre el Estado y los terroristas, es así que da título al apartado, pues se establecen las negociaciones. En este orden del sentido, el autor explora en los personajes que intervinieron para el desarrollo de liberación de los rehenes, así, destacan personajes como Tudela, el padre jesuita Vicht y, sobre todo, Cipriani. El autor de Sombras de un rescate nos permite observar y obtener una idea del desenvolvimiento de la convivencia de cuatro meses entre momentos álgidos y de fricción, a través de una prosa que recorre la tensión de los sucesos. Además, muestra la violencia ejercida por el grupo emerretista hacia las mujeres de su propia organización.

En el tercer capítulo, titulado «Los excavadores», se pone en escena la creación y ejecución del túnel, que permite el ingreso del grupo militar. En esta exposición, Hidalgo nos muestra un personaje clave no solo para la creación del túnel, sino para los mecanismos de organización del gobierno fujimorista: Roberto Huamán Azcurra, quien es (¿por qué no?) la mano derecha de Montesinos, este sujeto se encargó de implementar equipos que grabaran las conversaciones: «el chuponeo telefónico»; también se instaló también, por órdenes de Fujimori, en Palacio de Gobierno. De manera que, al presentarnos estos hechos, que parecen aislados a la creación del túnel, Hidalgo nos muestra la red de poder que se iba consolidando entre Fujimori, Montesinos y Huamán, pues estas grabaciones telefónicas permitían el silenciamiento de las denuncias hacia el poder gubernamental (como el caso de Susana Higuchi, esposa del exmandatario). Lo que interesa, sobre todo, en este capítulo es la red de poder que se teje entre los sujetos antes mencionados que conlleva a un afianzamiento del poder gubernamental.

Finalmente, el último capítulo «Los fantasmas» nos presenta el desenvolvimiento del ingreso del grupo militar Chavín de Huántar, así como también los sujetos encapuchados o fantasmas que ingresan a la embajada, mandados y dirigidos por la trilogía del poder militar que se iba consolidando: Huamán, Hermoza Ríos y Vladimiro Montesinos, sobre los cuales recaer el peso de las sombras de este rescate. Son, pues, estos personajes encapuchados que filman el ingreso del grupo paramilitar y, además, se hacen cargo de los cuerpos de los emerretistas, situación que impide la investigación criminalística, la autopsia y el desarrollo de una inspección adecuada. Así, estos sujetos, siguiendo las órdenes de la trilogía del poder militar, se encargan de eliminar los cuerpos, esto es, evitar la autopsia adecuada, negar su identidad y, sobre todo, ocultar las fichas clave para la resolución de la sombras del rescate. Hidalgo, con la objetividad que lo caracteriza, recupera la heroicidad del grupo Chavín de Huántar, el cual se ha visto mellado por el poder político del gobierno fujimorista, así, les devuelve integridad.

Por todo lo anteriormente expuesto, no cabe duda, Sombras de un rescate esclarece la historia de la intervención del grupo militar Chavín de Huántar al lector, además nos interpela como sujetos ante una situación que vivía el país tanto con los acontecimientos de los terroristas como con el gobierno fujimorista, ambos aspectos configurados en un mismo sitial, que solo ocasiona crisis en la sociedad. Es así que Hidalgo nos teje las redes de poder que se iban desarrollando con la finalidad de mostrar y generar una conciencia crítica en el lector, apostando por la verdad. En tiempos como los de hoy resulta necesaria una introspección histórica. Es necesario volver al pasado.

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