Stephen King, en apoyo de “los escritores que no ganan la suficiente para vivir”

El papel de Stephen King en el juicio de Estados Unidos contra Penguin Random House marcó el futuro del mundo editorial.

Publicado

5 Sep, 2023

Escribe Guillermo Schavelzon

Testigo estrella del juicio “Los Estados Unidos contra Penguin Random House”, con el que hace un año el Departamento de Justicia impidió a PRH adquirir Simon&Schuster, alegando que “su fusión perjudicaría los anticipos que cobran los autores”.

“Vine -dijo King desde el estrado- porque creo que la consolidación es mala para la competencia. Del modo en que ha evolucionado la industria, el principal perjuicio de la fusión lo sufrirán los autores jóvenes, para los que cada vez es más difícil ganar lo suficiente para poder vivir”. Un gesto de solidaridad profesional poco usual, por parte de un autor que gana 17 millones de dólares anuales, según la revista Forbes. El Departamento de Justicia de los EU alegaba que, si PRH compraba S&S, “afectaría principalmente a quienes se ganan la vida escribiendo, los autores, que verían reducidos sus anticipos, como sucedió después de cada proceso de concentración”. El nuevo mega grupo, si se concretaba la fusión, hubiera pasado a controlar más de la mitad de los anticipos que se pagan a los autores de más venta, perjudicando a todos en general.

Los “autores de más venta” son aquellos que reciben anticipos superiores a 250 000 dólares, que son solo el 1% de los autores. El estado no estaba preocupado por los escritores, sino por una ínfima minoría de ellos, los que cobran más que esa cifra. El fiscal presentó un índice que mostraba cómo, a partir de 2013, cuando Random House compró Penguin, los anticipos disminuyeron, con lo que no estuvieron de acuerdo los abogados de PRH.

Stephen King fue un testigo de lujo no solo por su fama, sino porque él no sería un posible afectado. Con sus libros construyó un patrimonio de 500 millones de dólares, y su carrera destaca por las sagaces negociaciones que viene haciendo con las editoriales y las productoras de cine y televisión. Lo que seguramente no olvidó, es que cuando consiguió publicar Carrie, su primer libro, después de haber sido rechazada por 30 editoriales, cobró sólo 2500 dólares. Hoy es un libro que lleva vendidos 100 millones de ejemplares.

Un cambio global en la estrategia de los grandes grupos

Finalmente ganó el Estado, y la juez no permitió que se concretara la adquisición. Que una empresa líder no pudiera comprar a otra de su sector, sienta un antecedente que obligará a los grandes grupos editoriales a reconfigurar su estrategia. PRH había ofrecido 2100 millones de dólares por S&S. No poder cumplir con su compromiso le costó 200 millones de dólares en garantías perdidas, además de los honorarios de los abogados, y también le costó su puesto al CEO, Markus Dhole, un profesional de reconocida trayectoria internacional.

El negocio de la edición es de gran complejidad, y las grandes corporaciones que lo dominan no suelen hablar de sus estrategias. Lo que nunca había sido dicho públicamente, lo expusieron en este juicio los directivos y sus abogados, porque no se trataba de ocultar información cuando lo que estaba en juego era mucho más que la compra de una editorial por otra. El fallo vino a complicar la estrategia futura a los Big Five, los cinco grandes grupos editoriales que dominan el mercado internacional, que llevan tres décadas comprando editoriales para aumentar su facturación y ganar más, única exigencia de los accionistas de la edición industrializada. Los directivos de varias editoriales explicaron, con despliegue de información, que es casi imposible que una nueva editorial gane dinero en sus primeros cinco años, por lo que prefieren comprar editoriales que ya hayan superado ese período de prueba.

Markus Dhole

“En la edición el éxito es aleatorio, todo depende del azar”, declaró bajo juramento Markus Dhole. Lo que avala la hipótesis de que, con la excepción de una docena de autores-marca, las editoriales no saben nunca qué libros tendrán éxito y cuáles no. Decir que en la edición todo es azaroso, fue un comentario muy criticado por sus colegas del sector, no porque no sea así, sino porque es algo que prefieren no decir, ya que pone en duda todo lo que la tecnología predictiva de los algoritmos está queriendo imponer.

PRH demostró también que dos de cada tres libros pierden dinero, y que el 4% de esos libros que ganan, representan el 60% de la rentabilidad de la editorial. Así, la posibilidad de que cuatro de cada cien libros tengan un rendimiento superior es alta, pero la cuestión es que resulta imposible saber cuáles cuatro serán.

Un año después…

En agosto de 2023, Paramount Corp., la propietaria de la centenaria S&S, decidida como estaba a dejar el negocio de la edición para centrarse en el audiovisual, acaba de vender el grupo editorial a KKR, un multimillonario fondo con inversiones en 17 países, sin que surgiera ninguna oposición.

“¿Qué significa esto para los libros y los lectores? Lo que sucederá es impredecible. Sabemos que KKR buscará agresivamente el crecimiento. Probablemente esté menos preocupada por adaptarse a las sutilezas y códigos del mundo del libro que los Cinco Grandes… Podría significar cambios radicales en la edición, incluidos despidos y cambios en los términos de los contratos con los autores”. (Los Angeles Times, citado por Proyecto 451.com).

PRH había ofrecido demasiado dinero por S&S (KKR pagó 500 millones menos) “lo que respalda la opinión de que el interés en la adquisición era un movimiento desesperado por mantener su participación en el mercado” (The Guardian). Cuando Random House incorporó Penguin, la facturación nunca llegó a sumar lo que antes facturaba cada una por separado, mientras que el área de ficción de PRH llevaba perdido un 25% de la venta en los últimos diez años. Así llegamos a la cuestión esencial: ante una exigencia de crecer sin parar, los grandes grupos editoriales no han podido encontrar cómo hacer para que más gente compre más libros, por lo que solo logran aumentar la facturación comprando la parte de otra editorial.

Paramount vende a KKR la editorial Simon&Schuster por 1 771 millones.

En síntesis, hemos aprendido:

1. Que el Departamento de Justicia no actuó en defensa de “los autores jóvenes, para los que cada vez es más difícil ganar lo suficiente para poder vivir” como declaró, sino solo del 1% de ellos.

2. Que no se impidió la fusión por el riesgo a un control monopólico de la edición. Los dos grupos juntos hubieran tenido más de la mitad del negocio editorial del país, lo que facilitaría determinar las condiciones de autores, traductores, editores, librerías, y en especial de la venta online, donde nadie logra poner freno a la codicia de Amazon, que al tener el 50% de la venta de libros en Estados Unidos, lucha todo el tiempo por obtener más descuentos.

3. Que el más importante directivo de la industria, reconoció que el negocio editorial es azaroso, lo que cuestiona la infalibilidad de los algoritmos para saber lo que la gente quiere leer,  y decidir “científicamente” qué publicar. (¿Volveremos a valorar el olfato del editor?) Hablar de “azar” hoy no está bien visto, porque es oponerse a la verdad digital.

4. Que solamente cuatro de cada cien libros que se publican representan el 60% de los beneficios, pero no pueden saber por adelantado cuáles serán. Lo que explica la tómbola de la sobre-publicación. Si se pudiera saber, solo se publicarían esos cuatro, no habría devoluciones, los gastos de personal serían mínimos y las ganancias muchísimo más. Toda la variedad cultural de la edición, quedaría a cargo de las pequeñas editoriales.

5. Que podamos comprender por qué los autores del 96% de los títulos publicados reciben poca atención, y sus libros duran uno pocos días en las librerías o pierdan visibilidad online, una queja recurrente de los autores que ya han logrado publicar.

6.  Que ninguna gran editorial ha logrado hacer crecer el mercado (la cantidad total de libros que se vende), y por eso solo pueden facturar más comprando otras.

Richard Simon y Lincoln Schuster

Nada de esto hubieran imaginado nunca Richard Simon y Lincoln Schuster, dos judíos de Nueva York que, en 1924, buscando cómo ganarse la vida, juntaron 8.000 dólares para publicar un libro de crucigramas, convertido en un gran éxito gracias a la original idea de incluir un lápiz de regalo. Hoy la editorial S&S, que sigue llevando sus apellidos, publica 2.000 títulos al año en 34 sellos editoriales diferentes, y acaba de pasar de las manos de Paramount a las de KKR, un grupo inversor mucho más grande que el agrupamiento que no se pudo concretar.

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