Escribe José Carlos Picón
“Aquello que agoniza entre nuestros dedos” de Stuart Flores reúne un conjunto de ocho relatos que destacan por su concisión y un ritmo sostenido generado por la composición de oraciones breves, diálogos sumergidos intensamente en el cuerpo de los textos un manejo del suspense en cada giro de las historias que genera desconcierto o, por lo menos, ambigüedad lógica.
En cada pieza del libro hay atmósfera que ondula entre la intimidad sobria, austera, y la distancia auscultadora, libre de detalles. Vacíos que en su sosiego pasman, desde su aparente inmovilidad generan puntos de quiebre. Las historias inician desde un punto, este bifurca afluentes hacia otras dimensiones del relato, lo que muestra una estructura abierta que, sin llegar a ser nebulosa, rarifica atmósferas, desconcierta mediante conductas de ciertos personajes, o nos enreda en manejos irracionales del tiempo.
La fragilidad de las emociones y de la integridad espiritual, al mismo tiempo que mental. Eso está impreso en los flujos de los cuentos de Flores. Melancolía paisajística, escenarios de languidez calculada y que da información, detalles, contexto. El thriller roza tramas y desenlaces. Misterio, memoria, espiritismo, realidades simbólicas.
“Aquello que agoniza…” es un sólido libro de relatos que Stuart ha trabajado con la lírica del tallador, y el nervio de un narrador riguroso, contenido, con manejo de suspense y giros, así como diseñador de atmósferas cetrinas, nebulosas, apabullantes, silencios confusos. Está servido.