Escribe José Carlos Picón
El pop hace del brillo, el humor y la actualidad el fondo que toca para tomar impulso. No solo el pop, pero quisiera partir de esta tendencia artística o mirada, para abordar el último libro de Tilsa Otta, “La vida ya superó a la escritura” (Caleta Olivia, Argentina, 2023). Lo que hace notable el trabajo de la poeta es la simulación de un paseo ligero, de una deriva soft a través de tribus urbanas, juguetes, paraderos de ternura, humanos, amor. La infancia como respuesta o estado de simulacro de adultez, frente a la cataclísmica alquimia de lo cotidiano y a su condimento, la coyuntura de lo externo.
Un yo poético fortalecido por el estoicismo y la ironía pliega sus alas, iza su bandera, para componer desde el aire o sobre la arena tibia una complejidad del verso que conjuga música y confesión. Otta sale a enfrentar las combis asesinas de la media voz, la deshonestidad, la hipocresía, y el bozal que constriñe mediante un cepo, a la libertad.

Entonces, a través de una canción dembow, clásicos de Marc Bolan y T-Rex, la figura de Mónica Santa María, la onda glitter setentera, temas álgidos como los derechos reproductivos, las responsabilidades financieras, en fin, parte de lo que significa ser adulto, la poeta se confronta, ausculta, con espíritu de palomilla, uno que domina muchos temas y vive intensamente su tiempo, histórico y privado.
Pequeñas canciones, epigramas, poemas un poco más largos, alegremente vertiginosos, disuaden a Tilsa de la composición solemne rendida a la rosa. Y esa es su alma. Llena de juego y paso a veces seguro a veces apeligrado, parte de aquel conjunto de sencillas pautas para ser en el poema, un ser que le teme tanto a la vida en tanto la vive intensamente. Y las chispas de del destello de esa aparente contradicción, producen en el lector ternura, risa, fascinación y hondura. “El mundo real no me deja soñar en paz”, dice Tilsa en una pieza intitulada. Ese verso constituye la columna griega de su tejido tropical. El nudo que desata en cada poema para decirnos la importancia de darse un chance aun cuando estamos indignados por los genocidios y la guerra, adheridos al fondo del golpe o encrispados por un enredo emocional.
Darse un chance para sentir y ver con claridad, la inmensa parodia y sus diversos relieves que conocemos como vida.