Tres poemas de César Calvo a 20 años de su partida

Nocturno de Vermont Me han contado también que allá las nochestienen ojos azulesy lavan sus cabellos en ginebra. ¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,el silencio es un viento de jazz sobre la hierba? ¿Y es cierto que allá en Vermont los geraniosinclinan al crepúsculo,y en tu voz, a la hora de mi nombre,en […]

Publicado

22 Ago, 2020

Nocturno de Vermont

Me han contado también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra.

¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?

¿Y es cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas?

O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene
con su frente lejana
las estrellas:
chamuscadas las manos, diariamente
te busco entre la niebla.Ni el galope del mar; atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la arena.

Pero un viento más bello
amanece en mi cuarto,
un viento más cargado de naufragios que el mar.

(Qué luna inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal golpeando
como una puerta de silencio suena.)

Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las sirenas.A lo lejos escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera.
(un silencio de jazz sobre la hierba.)

Y pregunto y pregunto:
¿Es cierto que allá en Vermont
las noches tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas?

¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia…?

Julio Ramón Ribeyro, Chabuca Granda y César Calvo.

Aquel bello pariente de los pájaros

Aquel bello pariente de los pájaros
que escondía su sombra de la lluvia
mientras tú dirigías
sobre ardientes cuadernos el vuelo de su mano.
El niño que subía
por el estambre rojo del verano
para contarte ríos de perfume,
cabellos rubios y país de nardos.
Tu niño preferido -¡si lo vieras!-
es el alma de un ciego que pena entre los cactus.
Es hoy el otro, el sin reír, el pálido,
rabioso jardinero de otoños enterrados.

¿Y sabiendo esto lo quisiste tanto?
¿Lo acostumbraste al mar,
al sol,
al viento, para que hoy ande respirando asfixias
en un pozo de náufragos?
¿Para esta pobre condición de niebla
defendiste su luz de enamorado?

Poesía, no quiero este camino
que me lleva a pisar sangre en el prado
cuando la luna dice que es rocío
y cuando mi alma jura que es espanto.

Poesía, no quiero este destino.
Llévate tus sandalias.
¡Devuélveme mis manos!

El final de la historia lo dirán las estrellas
y las hojas que cubren mi sueño sepultado.

César Calvo y Antonio Cisneros, dos gigantes de la poesía peruana.

Con estas manos

Con estas manos que han tocado todas las puertas y los años 
y a las que nadie respondió 

Con estas manos que han abierto la rosa oscura de los puertos
sin encontrar una canción

Y que han cerrado en los espejos los dulces ojos de los muertos para no ver su sangre al Sol.

Manos de amante y de suicida que se enguantaron en la mentira 
y acariciaron sin amor. 

Con estas manos que he perdido toco tu cuerpo como un niño
abre entre sueños una flor

Toco tu cuerpo como un ciego que a medianoche mira, el cielo,
 y sin saberlo enciende al Sol.

Cual si tocara una guitarra, cual si tocara una guitarra toco 
tu cuerpo que no acaba y eres la única canción.

Círculo de Lectores Perú
Círculo de Lectores Perú es una comunidad que crece alrededor de aquello que tanto nos gusta: los libros y la lectura. Vive con nosotros la aventura de leer.

Sigue leyendo…

Loading...