Tres poemas de «Estación salvaje», de Antonio Capurro

Antonio Capurro es fundador de Plural Latam, que trabaja por la diversidad e inclusión y Canal Diversa, para la creación de contenido LGBTIQ+

Publicado

26 Dic, 2022

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Hogar

La puerta de un hogar para dormir caliente
El abrigo que te cobije 
Cuando las noches no te amen como tú quisieras
Como la taza de aquel café que todavía no has tomado
Que allí está en la mesa de las dudas
El hogar con los amores que nunca se van
Como el cielo que nunca se rompe ni, aunque caigan las estrellas 
Yo quiero entender por qué uno sueña tanto
Porque anoche busqué las pisadas en mi camino, pero tú no estabas
El sol me abriga, me quema, me delata
La luna me besa, me desea, me calma
La puerta, la sala, la cocina, el dormitorio, el baño, el patio
Los escalones que hemos contado el día de la playa
Las veces del amor cuando el amor no se aguantaba
Ese hogar que se construye y se destruye 
Los recuerdos que serán cenizas cuando el maldito polvo llegue
El aire de todos y de nadie
Cuando el sol se pone y se quita
Cuando los vientos soplan y matan
Cuando el águila ya no regresa
Soy de los que se fueron y de los que vendrán
Soy de todos y de nadie
Pero quiero siempre llegar a nuestro hogar. 
Estación salvaje 

UNO

Cuando amanezco 
del sueño prolongado
con la bruma marina  
y el aire frío
habiendo dejado 
el onírico letargo
de la raída noche
que huye pálida
y errabunda 
sin el antifaz 
del furtivo juego
es que vago 
por los efímeros números 
del marchito calendario
que se prodigan 
unos tras otros.

En esos días 
no trepo 
ni mucho menos huyo
voy directo del ayer remoto
al futuro no escrito
vivo un presente incierto
un incierto presente
del quehacer diario
y tantas veces rutinario
el dictador de las horas 
más desesperadas.

En el tiempo pasado
atrás quedan 
los recuerdos
porque no existe 
marcha en reverso
porque no existe 
el intenso estío
y la furibunda sombra 
se desdibuja
justo en el punto exacto.

Sostenido por débiles reflejos
con la mirada caída
y una ciudad despierta
alguien espera silencioso
y pensativo
alguien acompañado 
de una triste naturaleza
que trajo consigo 
aquel amor perdido.

DOS

Cae la sangre 
y tuerce al corazón
brotando una piel 
anónima 
y enigmática
tan profunda 
como el dolor
tan extraña 
como la vida.

Inconforme
voy disfrazando mis lágrimas
en una perfecta careta
la que mejor tengo 
para tan cruciales momentos
la que nunca me traiciona
cuando mi enferma alma
grita silenciosa 
al borde de la noche
y despierto del inquieto sueño
deseando alcanzar 
una utopía 
una quimera
la ironía del verdadero amor
aquél que no conoce límites
aquél que no conoce fronteras
aquél que no selecciona afectos

Es afuera
donde los vientos 
rugen poderosos
donde cada objeto 
parece conservar su lugar
donde todos cumplen 
su rol sin dudar
que un rostro vaga 
desposeído del antifaz
para él no hay sorpresa
ni ápices de curiosidad
porque al fin pueden las manos
liberar el deseo
tanto tiempo en vano reposo.

Es hora para desnudar la libertad
palmo a palmo,
como el río corre hacia el mar
gota por gota
desbordando incontenibles 
las ocultas fantasías
atrás quedan viejos temores
mil sensaciones 
brotan con deleite,
un placer 
incontrolable 
efímero
exquisito.

Después de la pasión
consumida en loco arrebato
las sombras vuelven al acecho
las voces de la calle
pisadas que aceleran 
una colilla de cigarrillo
sábanas húmedas 
de ardiente sudor
en el calor de la noche
en un hotel 
de cualquier lugar.

TRES

Una noche de invierno
o de verano
vestiré mi piel verdadera
y en la jungla callejera
prohibido ya no será palabra
que frene nuestro deseo.

No habrá señal ni parada
que venza 
lo que por dentro llevamos
rebeldes seremos
y del pecado
un ruinoso sello haremos.

Entonces vientos nuevos 
y poderosos
la esperada libertad proclamarán
aquella tan lejana 
y esquiva,
el nudo desatado 
con su inútil letargo acabará.

Beberemos del dulce y apetitoso néctar
ebrios en el éxtasis
ni una condena pesará
sobre nuestras espaldas
cadenas rotas 
muros destruidos
ni culpa ni castigo
ni hombre ni mujer
más que cuerpos
más que almas
humanos de carne y piel
seres de la vida 
lo más bello
o
lo más cruel.

Desnuda está la verdad
en un renovado jardín de rosas
que hemos creado 
con el nuevo amor
y lejos yacen 
las espinas destrozadas
producto del valor.

Poseídos estamos 
bajo un mismo sueño
despojados de confusión 
y tortura
descubiertos de falso ropaje
amantes unidos 
en la estación salvaje.

Gloria

Éramos jóvenes
Éramos bellos
No había murallas 
que a nuestros sueños quebrantaran
los vientos impetuosos enérgicos
como nuestros cuerpos corrían espléndidos
El camino era nuestro
y nuestro construir un destino
con totales ansías vivíamos deprisa
compartiendo un sexo
amándonos entre hostiles paisajes 
vestíamos a la noche
en sábanas de hierbas 
cuando el tibio calor en fuegos estallaba
Éramos jóvenes
Éramos amantes
dos hombres desafiantes
entre laureles y palmas
entre la gloria y la decadencia

____________

Antonio Capurro, ganador del Concurso Dorian en la categoría poesía primer y segundo puesto en los años 2000 y 2001, tiene dos cuentos publicados bajo el sello de la Editorial Río Santa Editores de Chimbote en los libros «Cuentos Inmorales» y «La Santa Cede», asimismo su poema Estación salvaje está recopilado en el libro Destejiendo el silencio. Trabajó en uno de los primeros portales web peruanos decajon. Ha sido docente universitario en la universidad pública y privada peruana durante cuatro años. Durante los años 2012 al 2013 participó en un importante proyecto en ASPEC, titulado Ciudadanía, tecnologías colaborativas y regulación del agua. E igualmente del 2013 al 2014 en la Universidad Peruana Cayetano Heredia en la difusión de los proyectos educativos de la Facultad de Educación. Es profesor de español para extranjeros y maneja sus propios negocios. 

Actualmente se encuentra editando un primer libro de historias urbanas titulado No busques un paraíso, un libro de experiencias personales El Closet Abierto, una recopilación de sus entrevistas y mucho más.

Éramos jóvenes
Éramos bellos
No había murallas 
que a nuestros sueños quebrantaran
los vientos impetuosos enérgicos
como nuestros cuerpos corrían espléndidos
El camino era nuestro
y nuestro construir un destino
con totales ansías vivíamos deprisa
compartiendo un sexo
amándonos entre hostiles paisajes 
vestíamos a la noche
en sábanas de hierbas 
cuando el tibio calor en fuegos estallaba
Éramos jóvenes
Éramos amantes
dos hombres desafiantes
entre laureles y palmas
entre la gloria y la decadencia

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