Escribe José Carlos Picón
Lo real puede ser un puñal que daña una víscera. Lo que nunca será es una interpretación irrepetible con vida y materia similar. Y Violeta Barrientos, en “Cosas sin nombre” (AUB, 2024), se reta a sí misma, inquisitivamente, a renacer en cada segundo la disyuntiva para la consideración de la empatía, sea como esta fuere evocada o involucrada.
Desde la desolación o la fría observación, engrasa el anzuelo que desagarrará el nervio debido a una mezcla de mensajes compuestos de recuerdo, ignorancia, indiferencia, resignación. Un espacio transportado en plataformas de prosa clara y de una sombría poesía. Sin expresionismos. Porque el gesto lo sugiere la ausencia o presencia de vida. Devenir, muerte, desaparición, ausencia. Lo real está de relieve en una materia en transformación y genera angustia. Los sin nadie, los sin voz, la sección vulnerable del dolor de la humanidad, los residuos sin espíritu que viajan por un milagro fisiológico. Ahí está la necesidad ética de recordarlos, evocarlos, invocarlos, mediante sutilezas y relatos simbólicos.

Jorge Frisancho señala sobre esta invocación de “una multitud de miradas” que opera en el libro, “no aspira a trascender el mundo dado sino a internarse en él y habitar su entraña (…) Ese es el punto: se trata de hacer visible lo invisible”.
El poema que arranca a manera de prólogo:
Ella lava la ropa y en esto no parece haber nada de poético.
Tan solo el discurrir del agua sucia entre ropa vieja.
Ella no puede imaginar lo oculto en ese instante banal y repetido.
La poesía cotidiana se pierde imperceptible en la rutina. Podemos decir que es la clave de la forma en que ha sido concebida la escritura de “Cosas sin nombre”. Las “individualidades colectivas” no están escritas figurativamente necesariamente. Estan contorneadas por vacíos o puestas en escena. En ese sentido, son percibidas y reconocidas por la memoria y el imaginario vinculado al lenguaje. Desazón, indignación, pena, resignación, dolor. Por ahí va la reacción. Quizás no. En todo caso, las piezas que aparecen numeradas una tras otra, son realidades simbolizadas con conciencia de su distancia representativa. No son reales, pero están, conviven con nosotros, ejerce movimiento y provoca cadenas de acción. Están invitados a profundizar en cada cuadro.