Escribe Carlos Enrique Saldívar
—¿Listos para una leyenda navideña? —preguntó Alonso. Como cada noche de Navidad les narraba a los cuatrillizos un cuento de terror relacionado con aquella festividad.
En la penumbra a medias de la sala, los niños de ocho años negaron con la cabeza. El miedo se insertó en cada una de sus células, pero deseaban escuchar. La curiosidad de la infancia era como un felino pequeño rondando la entrada de una cueva habitada por pesadillas. Sus padres habían salido a una fiesta; Alonso, su hermano mayor, de catorce años, era para ellos un gran amigo y una especie de guía, además poseía una creatividad fascinante. Los relatos de horror sobre perturbadores seres copaban los confines de aquella residencia, desde siempre, desde que los pequeños tenían tres años, desde que aprendieron a utilizar aquel rincón llamado «imaginación». Alonso dijo con un tono siniestro:
—¿Están preparados para escuchar la historia de uno de los seres más terribles que se encuentran ligados a la Nochebuena y que convierten en «mala» esta celebración?
—Sí, cuenta de una vez, no la hagas larga —dijo Bernardo.
—Pero que sea una historia verídica, no que la hayas inventado ahorita —dijo Lucía.
Los niños se encontraban apoltronados en un amplio sillón, frente a ellos estaba su hermano mayor. Iluminado por la tenue luz de una lámpara, mostraba una ladina sonrisa.
—Como ustedes saben, en la Navidad aparecen todo tipo de criaturas, algunas son buenas como Santa Claus, quien elabora juguetes en su casa, ayudado por sus duendes; además existen hadas bondadosas y espíritus del bien. Pero también hay engendros oscuros, malignos, a los cuales les importa un comino esta fiesta; es decir, sí les importa, porque les hace daño, no soportan sentir la alegría de adultos y niños, por eso estas bestias quieren hacer el mal a todo el mundo. En el Polo Norte, escondido entre unas montañas, en un tétrico castillo, vive una entidad horrenda, la cual solo piensa en lastimar y destruir. Reside cerca de la casa de Santa Claus y durante todo el año escucha la labor de él y de sus duendecillos. Odia que transcurran los días con aquel ruido, cuando elaboran los juguetes que serán obsequiados a los niños del planeta. Durante doce meses este ser solo piensa en su venganza, aunque esta no consiste en robar cosas ni hacerle trucos crueles a la gente, lo que esta criatura hace es regalar cosas a las personas. Ni más ni menos.
—No entiendo, nos dices que este monstruo también obsequia cosas —dijo Tania.
—No veo nada de terrorífico en un ser que da regalos —comentó Antonio—. Así qué chiste tiene. Yo pensé que querías asustarnos, deberías esforzarte más, me haces dormir.
En ese momento entró una corriente de aire por la ventana, la cual hizo que la piel de los infantes se erizara. Alonso se mantenía incólume, sentado en sillón, no modificaba la sonrisa de su rostro; acto seguido volteó la mirada hacia el rincón donde se hallaba el árbol navideño, de inmediato giró los ojos hacia los pequeños y dijo con voz baja:
—No es bueno burlarse de Atnas.
—¿Así se llama? ¿Atnas? —preguntó Lucía.
Alonso cambió su semblante y dijo fuerte:
—¡Nunca se dice en voz alta el nombre de alguna de esas criaturas, podrías invocarlo!
—Perdón —dijo Lucía, ofuscada.
—Es una broma, nadie puede invocarlo. La criatura se introduce a sí misma en los hogares; no los elige al azar, escoge aquellos sitios donde hay más paz y armonía.
—En nuestra casa hay mucha paz y armonía —dijo Tania.
—Así es, quizá Atnas ya se encuentra aquí, tal vez vino con esa corriente de aire. O a lo mejor se introdujo en nuestra vivienda desde mucho antes, sepan que tiene los sentidos muy desarrollados, puede ver a través de grandes distancias, posee unos ojos prodigiosos.
—Pero un monstruito que da cosas a las personas no asusta a nadie —dijo Bernardo.
—Él les da a los seres humanos cosas que no necesitan, cosas que no han pedido, cosas horribles. Cosas que copan sus malos sueños, cosas que jamás quisieran tener.
—Me parece terrible —dijo Tania—. ¿Qué clase de cosas?
—Usa la lógica. ¿Qué cosas nunca quisieras tener en tu vida?
—A mis familiares muertos —respondió la niña.
—¡Qué tonta eres! ¡Cómo vas a decir eso! Es bien feo —dijo Antonio.
—Bueno, esa clase de cosas son las que les da Atnas a la gente, sobre todo a los niños.
—Me está dando miedo —dijo Tania—. Ya es tarde, mejor lo dejamos por hoy.
—Mejor que nos siga contando y traemos a Tito para que nos defienda —propuso Lucía.
—Hace rato que no lo escuchamos ladrar, déjalo, está durmiendo —dijo Antonio—. ¿Esa es toda tu historia? Quiero decirte que nos aburrió. Nos vamos a dormir. Hasta m…
—¿No van a abrir los regalos? —dijo Alonso.
—¿Qué regalos? —preguntó Lucía.
—Sus regalos, los de todos, están en el rincón, junto al árbol de navidad.
—No los habíamos visto, qué bueno, hay que abrirlos —propuso Bernardo.
Eran cuatro cajas, los cuatrillizos las colocaron en mitad de la sala. Se sentaron todos en el suelo y procedieron a abrir los obsequios. En las miradas de los pequeños había una gran excitación, no pensaron que los juguetes llegarían tan pronto, sus padres debieron dejarlos antes de marcharse creyendo que los chiquillos se dormirían temprano. Los cuatro abrieron los regalos al mismo tiempo. En cuanto lo hicieron, comenzaron a gritar. Porque ahí, en las cajas, había cabezas humanas: la de su papá, la de su mamá, la de Alonso y la de Tito, el perro. El que estaba sentado en el mueble frente a ellos, el que lucía como Alonso, empezó a reírse a carcajadas mientras se convertía en una especie de niebla que pronto se difuminó.
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Carlos Enrique Saldívar (Lima, 1982). Terminó la carrera de Literatura en la Universidad Nacional Federico Villareal. Codirector de la revista virtual El Muqui. Administrador de la revista-blog Babelicus. Publicó los libros de cuentos Historias de ciencia ficción (2008, 2018), Horizontes de fantasía (2010), El otro engendro y algunos cuentos oscuros (2019) y El viaje positrónico (en colaboración con Benjamín Román Abram, 2022). Compiló: Nido de cuervos: cuentos peruanos de terror y suspenso (2011), Ciencia Ficción Peruana 2 (2016), Tenebra: muestra de cuentos peruanos de terror (2017, 2018, 2021, 2022), Muestra de literatura peruana (2018), Constelación: muestra de cuentos peruanos de ciencia ficción (2021) y Vislumbra: muestra de cuentos peruanos de fantasía (2021). Coordinó la antología Unicornios decapitados (2023, está en Lektu para descarga gratuita).