Constitución poética, de Santiago Vera

El poeta Santiago Vera hace estallar la carta magna peruana para diseñar una serie de textos que funcionan como alertas del imaginario político y normativo humanista, tan distante por esto días.

Publicado

12 Oct, 2022

Escribe José Carlos Picón

En el “El orden del discurso”, libro que recoge intervenciones públicas del pensador francés Michel Foucault, se desarrolla una idea interesante de lo que este refiere como “comentario”. Para Foucault existen distintos tipos de discurso. Por un lado, aquel que discurre en la cotidianeidad, puede ser olvidado, y tiene valor relativo. El otro discurso, es aquel que se repite con cierta frecuencia e incluso se ritualiza, es decir, tiene algún carácter de autoridad dentro de un colectivo.

Es decir, en palabras del propio Foucault: “Los conocemos en nuestro sistema de cultura: son los textos religiosos o jurídicos, son también esos textos curiosos, cuando se considera su estatuto, y que se llaman «literarios»; y, en cierta medida, los textos científicos”.

En ese sentido, “comentario” es una suerte de versión alterna o posterior de las primeras versiones o textos primigenios de aquello que se quiere representar, enseñar, mostrar, dirigir, obligar, etcétera. “La Ilíada” y “La Biblia” son ejemplos de aquel aparentemente inmaculado discurso que, no obstante, ha sido representado infinidad de veces mediante distintos canales, bajo diferentes códigos y con mensajes variables. Como un producto que no es el primigenio.

Muchos clásicos de la literatura universal han sido motivo de películas, novelas, poemas, canciones. Cuántas normativas nacidas en durante los albores de la civilización son reinterpretados. Cuántos hechos son convertidos en ceremonias que perduran con fervor hasta el día de hoy.

Poeta Santiago Vera

La violación de un documento incólume

Pues la Constitución Política del Perú vendría ser una de aquellas. La carta magna que recoge normativas que tienen por finalidad garantizar la convivencia dentro de la nación, entre conciudadanos, con las autoridades y los países vecinos. Lo que hace el poeta Santiago Vera es partir de ella para elaborar su propia “Constitución Política del Perú” editado y publicado Taller Editorial La Balanza.

Vera utiliza un epígrafe que es revelador, uno de Felipe Pardo y Aliaga, uno de nuestros costumbristas de fuste. En ese pequeño texto dice Pardo, que para descubrir la verdadera constitución del paciente, el medico tiene que empezar a despojarle de la ropa, haciendo un símil de lo que realizó con la carta magna de esos años: un profundo examen que da como resultado, sostiene, “que la constitución-poema es la verdad, y las constituciones-códigos son la fábula”.

Excelente pase de Pardo para Santiago, a pesar de las distancias cronológicas, de concepto y de estética. No obstante, los procedimientos del poeta del siglo XXI esta cercano a experimentos vanguardistas y torsión del lenguaje, la sustracción y la yuxtaposición de piezas semánticas que fuerzan su naturaleza interna para formular significados sugerentes a través del juego, lo lúdico.

Profanación y leguleyada

Diego Otero en una reseña a este mismo artefacto literario sostiene que “más allá de las preguntas y más acá de los calificativos, el libro de Santiago Vera se inscribe en una ruta poco explorada por la poesía peruana contemporánea, y deja que una corriente de aire fresco ingrese a levantar el polvo y sacudir las convenciones. Experimentalidad, juego, ambivalencia disciplinar y comentario político mordaz pero en los márgenes de toda doxa”.

Estoy de acuerdo con Diego, solo que me parece, y Otero lo sugiere, la apuesta de Vera es política. Es poesía-acción, si se quiere. Hasta podríamos hablar de poesía-documento. Un “comentario” desde el imaginario de Foucault, que transgrede un documento para muchos intangible. Y ahí radica la fuerza activista (¿o militante?) del libro. Otero se acerca así a esta experiencia: “Quizá lo que hace de esta Constitución política del Perú un objeto literario de potencia innegable es el hecho de que la voz que hilvana el texto está construida a partir del desmantelamiento de la voz que representa a la ley y al Estado”.

La belleza

Pero bueno, todo camino en poesía anhela desembocar en belleza, y esta preocupación no ha sido la excepción en la pauta de Vera. Y en ese procedimiento de disección, recorte, mezcla, reorganización para articular mensajes sugerentes que, a la vez, funcionan como anzuelos de memoria, el poeta que interviene el texto primigenio, busca remover los juicios sobre la institucionalidad estatal, atizar las brasas de la crítica al desempeño de ese aparato en el bienestar de los ciudadanos. 

Entonces, las reconfiguraciones textuales, esa suerte de tallado en que son pospuestos algunos términos del original para dar forma al “comentario”, generan productos de una poesía cerebral no exenta de potencial asombro. Una muestra:

El lugar “Analfabeto” es un centro
Maximiza la Materia al límite
de la Interpretación promueve
por escrito libre acceso a las
conciencias
no elevadas, arte
de la Educación en forma
digna de una No-Identidad
en que el Principio es eficaz sin centro

(En Capítulo II. De los derechos sociales y económicos, p. 21)

Humor y experimentalismo

El Humor es clave. Se construye a partir de sustracciones, vacíos. Aquello que en la práctica es un despropósito en el bienestar de los peruanos, o aquellas iniciativas acuñadas pero nunca llevadas acabo, las supuestas bondades de la gestión estatal, llevadas al absurdo, al blanco del ausentismo. En estos casos,  Vera se apoya de la poesía visual y el antipoema.

Una propuesta de alguna manera subversiva pero por lo lúdica, que respira de DADA pero no es en su proceso ni automático ni inconsciente ni azaroso. Es más bien la lógica al servicio de los caprichos del lenguaje, de cierta forma. Es momento que la poesía joven, la que va emergiendo de nuevas subjetividades y exploraciones, banalice la solemnidad empolvada de algunos enfoques sobre poesía, y estire las ligas limítrofes de sus posibilidades, llegando incluso a cortarlas para estallar de sentido.

José Carlos Picón
José Carlos Picón (Lima, 1979) es periodista y escritor. Ha colaborado en diversos medios impresos y digitales, en páginas culturales y en plataformas de entidades públicas y privadas. Cuenta con dos libros de poemas publicados, "Tiempo de veda", (2006) y "Canciones de un disco cualquiera", (2013).

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