Escribe José Carlos Picón
La imagen totémica y aplastante de Augusto Ferrando, celebrando la burla, el bullying, la agresión, la discriminación. Una cocina Surge está enclavado en el imaginario de varias generaciones. Y Leonardo Aguirre “rescata” la figura de la dádiva y su misericordia con las personas más vulnerables. Convierte estas palabras en el encabezado de sus coplas o de la caricatura de lo que podría ser una copla. En otras palabras, subvierte.
Como aquella verónica torera que encandila a los adinerados patronos de la ciudad, pero que podría representar algunas influencias involuntarias que rozan, pero condimentan la posibilidad de rastrear un origen en Pardo y Aliaga o Manuel A. Segura.
Además, está la jerga, jeringa o replana, el neologismo acriollado, la labia, que Aguirre utiliza como insumo para los diseños de su escritura humorística, experimental, oral. El lenguaje que hace visible el autor es el conversacional, no obstante, entramado con el discurso oral de la calle, y en especial de cierta subcultura de actores escénicos que usan la palabra como golpe o una extremidad más.
El logro de Leonardo en este libro de versos es construir un repaso por la memoria pública de aquella Lima que siendo oculta revienta en los ojos de todos a través de la soberanía mediática. Un ejercicio de memoria que recorre lo cercano, íntimo para vincularlos en un mismo conjunto de piezas, con aquello que engrosa la versatilidad, por decir algo, de nuestra realidad política, social y cultural.
El escarnio a la sólida imagen de factura alegórica está presente en cada dardo que Aguirre dirige hacia la construcción de lo que es correcto o digno de aborrecerse. Su forma de saldar cuentas con un pasado colectivo es desarmar la dignidad, hacer estallar el buen decir y el bien actuar.
Lo de Aguirre es teatral, sedicioso, pero encarnado en el goce de manipular y reorganizar el lenguaje escrito como la generación de situaciones verbales que van extendiendo sus corrientes para experimentar otras zonas del proceso literario, en tanto individualidad y su relación con la obra. “Una cocina Surge…” es un libro divertido, que causa, a veces, sobresalto, indignación, pero también constituye un vehículo para ver lo real y las circunstancias vividas como seres sociales, con risa, con humor, una combinación pagana de chiste callejero, teatro popular, sumarias pendencieras. La palabra trasciende o funda el lenguaje, pero no siempre. Aguirre entiende que la escritura es una actitud artística, un frenesí creador que tiene en la palabra, materia y densidad.