Escribe Oscar Gilbonio
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La imaginación desplegada a los vientos y el cuestionamiento perspicaz de los arquetipos podrían definir a los cuentos contenidos en el nuevo libro del joven escritor Miguel Vargas Rosas.
Cuatro relatos infantiles donde cada personaje ha sido hilvanado con perfil y escenario, ambos extraordinarios. Cada protagonista una aventura, cada aventura un despliegue de inventiva. Y la muerte, aquella parca que a los adultos nos causa temor y desconsuelo, es la mayor abatida en las ficciones.
La expiración no es, ni tiene que ser, el fin de los anhelos y esperanzas. El edulcorado final feliz no tiene por qué ser tampoco el cierre convencional de un cuento para niños.
Si bien los cuatro héroes de las historias fenecen en un sentido, han de nacer, universales y prometedores, en otro. Se requiere gran destreza y emoción para revelar con sutiliza la dialéctica de la vida en lenguaje infantil.
Y se requiere una visión cuestionadora para dar media vuelta a los personajes arquetípicos. Un vampiro sin colmillos, un brujo bueno, un mutante guapo o un zombi indefenso bastan como ejemplo. Miguel ha sabido ser un gran observador del mundo y ha aprendido a trastocarlo para dicha de los niños.