El 5 de julio, en su natal Birmingham, Inglaterra, Ozzy Osbourne se subía por última vez al escenario. No fue un concierto cualquiera; fue el epílogo, el rugido final de una carrera que definió un género y cautivó a millones. Sentado en un trono con motivos de murciélago, el Príncipe de las Tinieblas se unió a sus compañeros de Black Sabbath para interpretar «Paranoid», el himno que sentó las bases del heavy metal. Diecisiete días después, el martes 22 de julio de 2025, la noticia que muchos temían y, a la vez, algunos creían improbable, se confirmó: John Michael «Ozzy» Osbourne había fallecido a los 76 años.
«Con una tristeza indescriptible, informamos del fallecimiento de nuestro querido Ozzy Osbourne esta mañana. Estaba con su familia, rodeado de mucho cariño. Pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en estos momentos».
Rezaba el comunicado oficial.
Aunque la causa específica de su deceso no fue revelada, los últimos años del músico estuvieron marcados por una serie de graves problemas de salud, incluyendo un diagnóstico de párkinson en 2010 y múltiples cirugías. Su última aparición pública, cargada de una emotiva vulnerabilidad, resonó con sus palabras: «Llevo seis años en la cama y no tenéis ni idea de cómo me siento. Gracias de todo corazón.
Ozzy Osbourne: el Príncipe de las Tinieblas
Nacido en Warwickshire en 1948, en el sombrío y post-industrial Birmingham de posguerra, la vida de Ozzy Osbourne fue una odisea de resiliencia y extravagancia. Él mismo solía bromear en su autobiografía, Soy Ozzy, que los médicos no entendían cómo seguía vivo. Y es que el «Príncipe de las Tinieblas» parecía tener más de siete vidas.
Un titán del rock con una vida de novela
Su historial médico y personal es una prueba de ello: desde ser atropellado casi por un avión y romperse el cuello en un quad, hasta sufrir coma, gonorrea, convulsiones y una serie de experiencias al límite que rozan lo inverosímil. Como él mismo relató: «He tenido sida durante 24 horas. Y he creído tener esclerosis múltiple, pero resultó ser un temblor de Parkinson. Ah, y he tenido gonorrea unas cuantas veces».
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Más allá de su tumultuosa vida personal, Ozzy Osbourne no fue el vocalista con la técnica más pulcra del rock duro, pero su carisma era innegable. Su personalidad desbordante, sus anécdotas salvajes (como la vez que mordió la cabeza de un murciélago en el escenario, un incidente que se convirtió en leyenda) y su capacidad para reinventarse lo mantuvieron en la cima. Su renovada popularidad en el reality show The Osbournes en los 2000 lo catapultó a una fama masiva, trascendiendo las fronteras del heavy metal para convertirse en un ícono de la cultura popular.

Imagen: Anne Fishbein (Getty Images)
De la fábrica a la leyenda del metal: los orígenes de Black Sabbath
La infancia de Ozzy Osbourne fue dura. Creció en un Birmingham empobrecido, donde la escasez y los problemas de salud mental eran una constante en su familia. Sufrió hambre y abusos sexuales, e incluso pasó por la cárcel debido a pequeños robos. En Aston, la zona donde nació Black Sabbath, las opciones para un joven de clase humilde eran limitadas, como él mismo y sus compañeros de banda describieron: «Si nacías allí tenías tres opciones: trabajar en una fábrica, unirte a una banda de rock o ir a la cárcel». Ozzy conoció las tres.
Fue en este entorno donde, junto a Tony Iommi (guitarra), Geezer Butler (bajo) y Bill Ward (batería), Ozzy Osbourne forjó lo que hoy conocemos como heavy metal. Black Sabbath no solo creó un sonido; crearon un universo. Su música era oscura, cargada de riffs pesados y tenebrosos, con letras inspiradas en las películas de terror que veían al lado de su local de ensayo.
Los primeros cinco álbumes de la banda, desde Black Sabbath (1970) hasta Sabbath Bloody Sabbath (1973), son considerados obras maestras atemporales. Temas como «Iron Man», «War Pigs» y «N.I.B.» no solo son inmortales, sino que sentaron las bases para bandas que vendrían después como Metallica, Iron Maiden y Judas Priest, demostrando el impacto monumental de Ozzy Osbourne en la música.
La resurrección artística y el éxito mediático
A finales de los setenta, las drogas habían pasado factura a Black Sabbath, y Ozzy fue despedido en 1979, un momento en el que muchos lo daban por acabado artísticamente. Pero fue entonces cuando apareció Sharon Arden, su hada madrina y futura esposa. Bajo su tutela y visión, Ozzy Osbourne no solo se recuperó, sino que resurgió con una exitosa carrera en solitario. Discos como Blizzard of Ozz (1980) y Diary of a Madman (1981) mostraron a un Ozzy renovado, que viviría en lo más alto la época dorada del heavy metal. Su ojo para seleccionar guitarristas, como el legendario Randy Rhoads, dio lugar a momentos estelares del rock duro, como la icónica «Crazy Train».

Imagen: LEE CELANO (AFP via Getty Images)
Con el declive del género en los noventa, la perspicacia empresarial de Sharon volvió a brillar. Ozzy encontró nuevas vías de expresión y de ingresos, primero con el festival Ozzfest y luego, de manera explosiva, con el reality show The Osbournes. Durante la primera década de los 2000, las extravagancias de la familia, sus peleas y su lenguaje sin filtros hicieron de The Osbournes un fenómeno televisivo.
El programa llevó a Ozzy Osbourne a su máxima popularidad, eclipsando incluso su carrera musical por un tiempo, pero consolidándolo como una figura mediática sin precedentes. A pesar de los momentos turbulentos, incluyendo un intento de estrangulamiento de Sharon que llevó a acusaciones de intento de asesinato, la pareja siempre se mostró como un equipo, logrando una rentabilidad asombrosa.
Un legado imborrable en el corazón de la cultura popular
En sus últimos años, Ozzy Osbourne nunca dejó de crear. En 2013, regresó con Black Sabbath para grabar el aclamado 13, y en 2020 lanzó su último disco en solitario, Patient Number 9, una joya musical con la participación de leyendas como Eric Clapton, Jeff Beck y miembros de Red Hot Chili Peppers y Guns N’ Roses. Dejó seis hijos: Jack, Aimee y Kelly con Sharon, y Elliot, Jessica y Louis con su primera esposa, Thelma Riley.
El fallecimiento de Ozzy Osbourne generó una ola de tributos de todo el mundo. Metallica, Foo Fighters, Billy Idol, Elton John, Ronnie Wood de The Rolling Stones, Robert Plant y Pantera, entre muchos otros, inundaron las redes sociales con mensajes de despedida y gratitud. Mike McCready de Pearl Jam recordó cómo la voz de Ozzy lo transportó «a un universo oscuro» con «War Pigs», mientras que Metallica lo llamó «héroe, icono, pionero, inspiración, mentor y, sobre todo, amigo». Elton John lo describió como una «auténtica leyenda» y «una de las personas más divertidas» que conoció. Los admiradores se congregaron en su estrella del Paseo de la Fama de Hollywood, dejando flores en señal de respeto y cariño.

Imagen: PAUL BUCK (EFE)
Ozzy Osbourne no solo trascendió el heavy metal, elevándolo de un género marginal a un fenómeno global, sino que se convirtió en una de las personalidades más excéntricas e importantes de la cultura popular de las últimas décadas. Su vida fue un testimonio de que se puede caer, pero también de que se puede resurgir una y otra vez, siempre fiel a sí mismo, siempre auténtico. Su legado, como su música, resonará por siempre.
