Miguel Ángel Zapata: Una prosa en poesía

“La iguana de Casandra. Poesía selecta 1983-2021” reúne los trabajos de Miguel Ángel Zapata que muestran su versatilidad tanto en el poema en verso como en la prosa poética.

Publicado

25 Oct, 2022

Escribe José Carlos Picón

Tal vez Miguel Ángel Zapata inicia este recuento poético vital con los epígrafes escogidos porque ha afianzado su relación con la vida y su devenir, la acepta como se acepta a un amigo errático pero entrañable.

Aparece primero, el verso “Pero de repente, elevando tus ojos / a la luz del cielo, te das cuenta que / la vida es un regalo puro” de Joseph Brodsky. Allí, lo que sostengo al inicio, es evidente.

Luego incluye un fragmento de los “Cuadernos de Malte Laurids Brigge”, única novela de Rilke que, no obstante, pareciera estar conformado por muchos poemas en prosa, registro que MAZ cultiva con comodidad y esmero. Además, este es un texto que funciona como arte poética ya que sostiene en él, el autor de “Elegías de Duino”, que para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, hombres y cosas, conocer animales, sentir cómo vuelan los pájaros, entre otros detalles que configuran una experiencia poética de la vida.

Las mareas de poema en prosa

Desde “Imágenes los juegos” Zapata trabaja el poema en prosa como un itinerario de memoria, un juego, precisamente, en el que diseña con piezas, en este caso, imágenes vinculadas al recuerdo, una emotiva secuencia de vivencias. También celebra sus grandes pasiones como la música, la naturaleza, la poesía, los viajes, el amor. Apela en aquellos textos a la sensualidad germinada desde los sentidos y trenza olores, sonidos, texturas.

Da la sensación, también que Miguel Ángel, dispone como en un ritual, el momento previo de la escritura. Lo imagino componiendo sus piezas al calor de su casa o estudio, palpitando junto al universo que lo rodea y contiene. En ese proceso, una lluvia de imágenes van colmando su mente mientras el quejido de la vida lo invade por momentos, su dolor, su pena, sus preocupaciones cotidianas, destellan en los textos buscando solución en la lírica de aquella objetiva selección de elementos.

Los homenajes
Su segundo libro, “Poemas para violín y orquesta”, recoge un conjunto que poemas en verso y prosa, donde detalla experiencias en Europa. En “Morada de la voz”, por ejemplo, describe como en una suerte de diario, los días en las calles “lejos de las tibias aguas del Pacífico”. El recuerdo de aquel tiempo está contenido en las formas, colores, escenas que describe en hechos que la poesía transforma en nitidez y profundidad. Los textos de este grupo incluyen referencias y evocaciones a las obras de grades compositores, pintores y poetas que tienen significado para el autor, al igual que en otras de sus obras.

La poética de Zapata es íntima con una fascinación hacia lo místico como resuena en “Lumbre de la letra”. Aquí las experiencias personales y lo cotidiano parecen trascender hacia una conexión con el universo, los astros, la luz contenida en los pequeños eventos invisibles de la naturaleza, en el prodigio de que un perro tenga alma y se emocione con Mozart.

Poeta peruano Miguel Ángel Zapata

De amores y otros latidos

Otro de los temas que el poeta desarrolla en sus textos es el amor conyugal, la pasión, el acto amatorio que se plantea como sublime puesta en escena del roce, la sensualidad y el goce. Zapata alude también al acto de escribir como una necesidad. Y esto está contemplado en algunos de sus poemas en los que expresa su relación con la poesía, con la dificultad de sostener un acto supuestamente intelectual pero que va sugiriéndose orgánico, fisiológico. “Ya no quiero escribir más poesía”, anota en el primer texto de “El cielo que me escribe”. La respuesta a este conflicto va emergiendo en los siguientes versos. La poesía está en los actos del poeta, en su mirada, en la asimilación de sus observaciones y emociones.

El autor vuelve por momentos a su patria, a su Piura Natal, como cuando rememora a su madre y emocionado asegura que su madre es una rosa llena de ríos. Habla de las flores que son sus hijas, rosas, especialmente, y también de las rosas de Blake, de Rilke. Con ello, constato, a lo largo de este volumen, que Miguel Angel es un apasionado de las flores, disfruta observarlas, las aprecia, y quizás, las cultiva.

Y sí, MAZ, vuelve a la mujer, a su estampida de deseo y goce, a su cuerpo. Le canta en innumerables poemas, como aquella musa temporal que habita Tumbes, pues “es bonito pasear por la arena mirándola / flotar sobre las ancas del mar” y también “tenerla a la hora del vino”, listo para que cuando salga la luna, “su relincho será el comienzo de otra tempestad”.

Caminos y flores

Como mencioné, Zapata hace referencia a autores, compositores, artistas. Diría que conversa con ellos, los incluye en el poema, los hace personajes a través de sus versos, sonatas o cuadros. Hay una sutil intención de representar aquellos discursos sublimados en la escritura. Así los climas emocionales que el autor va transitando establecen los matices con que afronta la vida, a veces feliz, a veces llena de dolor. Y sus referentes están allí para guiarlo, darles sombra o protegerlo.

Por último, no sé si me equivoque al decir que la síntesis del sentir a la que nos somete MAZ con su trabajo literario, es su intento de acercarnos a la universalidad de los afectos, a la arquitectura ética del reconocimiento de la vida y la convivencia. O tal vez, se trata de algo más sencillo.

José Carlos Picón
José Carlos Picón (Lima, 1979) es periodista y escritor. Ha colaborado en diversos medios impresos y digitales, en páginas culturales y en plataformas de entidades públicas y privadas. Cuenta con dos libros de poemas publicados, "Tiempo de veda", (2006) y "Canciones de un disco cualquiera", (2013).

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