Escribe José Carlos Picón
Una polémica abierta publicada en el diario La República durante los meses de junio y julio de 1984 da cuenta de una discusión entre Roberto Miró Quesada y Américo Valencia, sobre la música experimental y la música andina. El segundo partía de una crítica a los trabajos de “Composiciones nativas” del compositor Arturo Ruiz del Pozo, a quien señalaba un supuesto uso ambiguo del término nativo para calificar aquellas piezas, ya que, argüía, la fórmula utilizada por Ruiz del Pozo, “no tiene ningún sustento socio-cultural dentro del proceso de la música peruana”; consta decir que la posición del columnista, colocaba al componente andino como casi único y sustancial.
Miró Quesada, más bien, apelaba en sus columnas de respuesta a Valencia que el proceso de nuestra música debía ser abierto, y no solo respirar de la cultura andina que, no obstante, es esencial en nuestra construcción de nacionalidad. Asimismo, en estos textos, enfatizaba la importancia de desmarcarse de los nacionalismos que tanto daño habían causado en distintas etapas de la historia universal. Es decir, Miró Quesada abogaba por una música bien hecha en el Perú que destilase la pluralidad de sentires y emociones encarnadas, precisamente, en la diversidad.
De más está decir que, los debates en torno a la cultura como éste, con argumentos, profundidad y, difundidos en medios de comunicación abiertos al público, se hacen extrañar.
Necesario aporte
El sello La Siniestra Ensayos ha tenido el generoso gesto de publicar este conjunto de textos de Miró Quesada, entre los que se incluyen el intercambio de ideas que comenzamos glosando. Estos fueron seleccionados por Mijail Mitrovic, quien desarrolla una introducción muy informada que contextualiza la importancia del crítico cultural, miembro de una de las familias más poderosas en la historia de la información peruana. Su ruptura con los Miró Quesada fue irrevocable y tuvo motivos políticos.
Roberto Miró Quesada Cáceres (Lima, 1942-1990), fue un destacado sociólogo, periodista y crítico cultural que, como es señalado en la introducción, “publicó incansablemente en múltiples medios impresos”, revistas, periódicos, semanarios, etcétera. Fue fundador del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) y militante del Movimiento de Afirmación Socialista (MAS) y de Izquierda Unida (IU). El objetivo del volumen de La Siniestra, refiere Mitrovic, es “conocer mejor la articulación entre sus columnas periodísticas y los proyectos teóricos y políticos en los que estuvo inmerso”.
En 1981 publica en la revista Sociedad y Política, “Estética y marxismo: una revisión de posiciones” (recogido también en “Lo popular…»), un primer acercamiento al producto cultural (artístico, literario, musical) como producción histórica, contextualizada en la vida social. Posteriormente, cuando empieza a escribir en La República de temas variados, encauza sus intereses teóricos para abordar aspectos cotidianos, sociales, culturales, y así trascender su labor como crítico musical, hasta ese momento ejecutada. Miró Quesada ya se muestra, en ese entonces, como un intelectual de pensamiento socialista.

Escritos populares
En un ensayo sobre la obra de Emilio Rodríguez Larraín, recogido en este volumen, recuerda por ejemplo, algunos lineamientos del constructivismo ruso para asociarlo a las piezas del artista plástico, como “una búsqueda angustiosa de representar adecuadamente este país”.
Miró Quesada es un ensayista que recurre a las asociaciones de sus ideas con conceptos para aterrizar sus convergencias en la escritura especulativa y reflexiva. Busca los contrastes, hace dialogar situaciones, eventos y productos en un mismo texto, comparativamente, para aparcar en la crítica de los procesos sociales, su mirada inquisidora que, sin embargo, parece buscar respuestas a los conflictos que representan los motivos analizados.
En otro de los ensayos que componen este libro, diserta creativamente sobre la música de pianista Richard Clayderman para abordar el consumo, la huachafería y el capitalismo ensartado en los procesos culturales. Habla de “basura ideológica” para referirse a aquello que está vinculado a la moda y el derroche vacío. Al parecer tenía una veta visceral en torno al particular, al escribir por ejemplo, sobre Clayderman o sus colegas Ray Coniff y Waldo de los Ríos, quienes dieron a conocer una seguidilla de adaptaciones de temas de Mozart y Beethoven en clave muzak o música para supermercados.
No poco conocida son sus preocupaciones en torno de la música popular urbana como la salsa y la chicha o cumbia andina, que son temas de sendos escritos de “Lo popular viene del futuro…”. Recordemos que con las justas rebasamos la primera mitad de los ochenta; si bien la cumbia peruana era un fenómeno sociocultural, aparentemente, no le dio tiempo para desarrollar otros trabajos al respecto. Puedo imaginar que, tal vez, haya sido de su interés escribir algún ensayo crítico sobre el naciente rock subterráneo, ya que, en ese sentido, escribía sobre el jazz, algunas bandas de rock y la nueva canción.
Bastante interesantes sus asedios al trabajo del grupo teatral Yuyachkani, y otras experiencias en que se rescata el aliento de lo popular, así como su activismo en pro de los derechos humanos, en contra de la violencia política y simbólica, registrado en algunos de los textos recogidos en el volumen.
Arte y políticas culturales
En Socialismo y participación publica “Repensando lo popular: dos hipótesis tentativas”, artículo en el que propone que lo popular en el Perú nace de espacios de confluencia que se redefinen apuntando a lo nacional. En segunda instancia, sostiene que el arte popular es aquel que propone un replanteamiento de las “relaciones entre artistas, obras, intermediarios y público, y de todos ellos con la estructura social”. Y, por otro lado, refiere, el equívoco de asociar lo popular con andino o campesino, únicamente.
En otro momento, son recogidos algunos textos que, en ese entonces, publica sobre el nobel peruano, Mario Vargas Llosa. Su crítica con respecto a este y su “pensamiento liberal” son directos; discrepa con el autor de “La ciudad y los perros” en que, por ejemplo, lo social es un conjunto de individuos, ya que para Miró Quesada parece ser obvio que lo individual es una creación colectiva.
Desde luego, son pertinentes los documentos que desarrolla ideas sobre la lectura, la identidad nacional y las políticas culturales. Caló en él la necesidad de artistas e intelectuales de estar en contacto y comunicación con los movimientos políticos; la necesidad y urgencia de estos frente al pensar sobre arte y cultura. Las líneas que destina a analizar las innovaciones de estas últimas con índices de gastos públicos y otras cifras, son rescatables para el investigador en ese sentido. De igual manera, piensa el espacio público, el rescate de Lima ciudad, su importancia, así como la educación superior y capacitación de los artistas y los bibliotecarios populares. El rescate de estos textos que, tienen en como germen un libro editado por Ricardo Soto Julca, de la Universidad Nacional del Centro del Perú, es en definitiva, de utilidad y justicia. Pensar el país desde sus manifestaciones culturales, artísticas y cotidianas, es una tarea que, hoy en día es más necesaria que nunca. Sin embargo, quien decida emprender semejante viaje, será visto en esta época, como alguien que pierde su tiempo, un raro espécimen en el que no vale la pena prestar atención. Miró Quesada Cáceres murió prematuramente, y el Perú contemporáneo con su variopinta explosión de expresiones y fenómenos, fue un país que no pudo llegó a pensar críticamente.