Escribe José Carlos Picón
Los experimentos con la palabra abren puertas disímiles y diversas. Algunas opacas, otras sombrías y también luminosas. Paolo de Lima, en sus dos últimos libros, “Ottawa” (Revuelta) y “Soliloquios” (Qwerty), apareja un poco de todos estos resultados con naturalidad, sin agonía, realzando la esencia del lenguaje desde una voz que juega y se regocija en las múltiples explosiones que provoca su escritura.
“Ver/cualquier rincón de la vida/cualquier sitio del mundo/todo el mundo/cualquier rincón en él/sin entenderme con la vida”. Desde ya inicia, en el primer poema de “Ottawa”, con un desencuentro que parece ser germen de sus exploraciones, de sus disparos y retruécanos.
Ambos libros están comunicados. Lo podemos corroborar por una dimensión descrita en no-coordenadas. Por ejemplo, en el poema “Puente del poema” de “Ottawa”, de Lima dice “Un tema no se escribe no se oye no se canta”, en paralelo, en “Soliloquios”, en el texto “Rociando mi frente…” refiere “uno no sabe si está afuera, pero la noche/murmura espontánea en los lagos”. En ambos textos, el poeta parte de un limbo, de una no-ubicación que se dilata a lo largo de los versos. Manifiesta, en el primer caso, “pensar en lo que leo en lo que miro y observo (…)/el dar fin a lo que vendría a ser un verso”. Por otro lado, en el segundo caso, “Todo marcha en la brisa, de esa brisa/que nos regala obstinación/y que sin embargo buscamos interpretar/solo por la locura de enternecer a la memoria”.
La búsqueda es motivo y acción en ambos libros. El juego y el absurdo, señas de un discurso que se ha decidido emprender. “La sangre sangrecita mixtura sangre sangre sangre” (“Ottawa”, p. 21). Asimismo, esto está ilustrado en el intercambio en el fraseo léxico de “Cuarteto por tres” (“Soliloquios”, p. 37).
Por otro lado, la conexión de ambos libros lo podemos rastrear en una versión de “Luminosidad de las venas” (“Ottawa”, p. 41), incluida casi idéntica en el poema largo “Huella descaminada” de “Soliloquios” (p. 36).
Los soliloquios de Paolo son acumulativos pero no automáticos. Existe un procedimiento prevalente de procesos mentales previos a la escritura, que oscilan entre la descripción intuitiva y el intento metafísico de dar forma concreta a lo no inteligible. No es casualidad que el libro publicado con Qwerty inicie con un epígrafe del “Ulysses” de James Joyce. Dos ejercicios, dos carpetas, digamos, que de Lima ha ido desarrollando, tal vez en paralelo, tal vez no. Lo sustancial son los multi-discursos, la poliédrica representación de realidades que apuntan a materializar un sentido que se busca a sí mismo a través de la exploración y la palabra como matérica conformación del insumo para la poesía: maleable, flexible, inaudita.