Escribe Paolo de Lima
Peligro de los labios rojos (AUB, 2024), nuevo poemario de Dalmacia Ruiz-Rosas Samohod (Lima, 1957), ha sido escrito a lo largo de diez años, entre finales de la década de 1970 y la de 1980. Concretamente, los versos que la autora publicó en los setenta bien pudieron haber sido parte de un libro que, junto a Noches de adrenalina (1981) de Carmen Ollé, habría marcado el rumbo de la poesía peruana escrita por mujeres (esta afirmación la vengo sosteniendo desde inicios de este milenio).
Sin embargo, como ella misma comentó en una entrevista para El Comercio, no sintió la necesidad de publicar en ese momento, y su primer poemario llegaría recién dos décadas después, en 1998. En ese sentido, es un verdadero acontecimiento que finalmente vea la luz Peligro de los labios rojos, un poemario que, más de cuatro décadas después, encuentra su espacio en el panorama literario. La publicación de este libro subraya la relevancia de Ruiz-Rosas Samohod en el contexto de la poesía peruana actual. Conformado por tres partes y veintiséis poemas, el libro abre con el contundente “Odio esta ciudad”, un poema escrito en el contexto de la dictadura de Francisco Morales Bermúdez, que anticipa la violencia política y social que marcaría la década del ochenta.

En él, la ciudad se convierte en un espacio de asfixia y desesperanza, un escenario degradado que expresan versos duros y directos: “la ciudad estalla viscosa repugnante / como una fruta podrida / reventada”. El sujeto poético describe su entorno desde los márgenes, experimentando la ciudad como un lugar de abandono, ruina y violencia estructural. A través de estas imágenes crudas, la autora evoca el sufrimiento personal y colectivo en una sociedad en descomposición. En este y otros poemas (“Antes de que hablaras”, “La del rostro”, “Sin hallar”, por ejemplo), recurre a la figura de la caminante urbana, similar al flâneur del poeta francés Charles Baudelaire, quien recorre solitaria las calles de Lima, observando las huellas de un amor perdido y las cicatrices de una ciudad deteriorada.
La yuxtaposición de las imágenes de violencia cotidiana y los recuerdos felices del amor fallido crea un contraste que intensifica el desengaño de la ciudad. Así, Peligro de los labios rojos se erige como una encarnación de la desolación urbana, una meditación sobre la opresión social y la violencia, tanto personal como colectiva, que golpea a la ciudad y a sus habitantes.