Escribe Gabriel Rimachi Sialer
Eduardo Galeano escribió alguna vez que «En la vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol». La frase, lapidaria, se haría mundialmente famosa en la voz de Francella, en una escena de la película “El secreto de sus ojos”, y mantiene su vigencia cuando encontramos libros como este que acaba de publicar Gianfranco Hereña: “Soy del Cristal”, publicado por Antártica.
¿Cómo nace el amor por una camiseta? ¿Cómo se hace uno hincha de un club de fútbol? Este libro, escrito con un lenguaje sencillo y directo, lleno de confesiones emotivas y muchos datos deportivos, no es sólo la historia de un hincha: es la memoria de la pasión futbolera que un padre le transmite a su hijo. Así, la tarde del 24 de septiembre de 1995 y durante la reinauguración del Estadio Alberto Gallardo, un pequeño Gianfranco entraba como mascota, de la mano de Julinho (nada menos), a un partido que le marcaría la vida celeste para siempre.
Pero el libro es también una exploración a los personajes que, desde los márgenes de la cancha, conforman un equipo de fútbol: el utilero que se convierte en una cábala para los entrenadores, el hombre del bombo que va dirigiendo una barra de cuatro gatos y que poco a poco se convierte en una de las más grandes del país y que recorre Sudamérica acompañando al equipo de sus amores, el cantante que componer la canción más popular del Sporting Cristal (y que se convirtió en himno en la gloriosa campaña del 97), o el hombre que hace pasar al padre con su hijo en brazos para que este último pueda salir a la cancha antes del inicio de un partido.
El cielo es celeste, qué duda cabe, como celestes son los nombres que recorren estas páginas escritas desde la memoria y el corazón: Alberto Gallardo, “Cachito” Ramírez, el “Pulmón” Quesada o Julio César Uribe, en una primera parte; y luego la segunda, la que marcó un antes y un después en una generación de hinchas en la campaña de Markarián y que llevó al Sporting Cristal a ser subcampeón de la Copa Libertadores en 1997. Y también es la historia de una maldición, porque el fútbol es pueblo y el pueblo es creencia y poder, es magia y esta puede ser blanca o negra, pero sobre todo es pasión y fe.
La misma pasión que se necesita para seguir creyendo tras las derrotas, tras las burlas, para levantarse de nuevo y seguir adelante hasta agotar las fuerzas, pero corriendo; como dijo una vez el Jorge “El Piki” Cazulo (uno de los últimos símbolos del Sporting Cristal), en uno de sus últimos y mejores partidos: “Porque cuando ya no te dan las piernas, se corre con el corazón”. Un libro obligatorio para los hinchas celestes.