Alexis Iparraguirre: «La ciencia ficción es un buen terreno para una originalidad que escasea en el realismo».

"Esta realidad no existe" es la primera antología de cuentos peruanos post pandemia, gracias al crítico literario Alexis Iparraguirre.

Una entrevista de Gabriel Rimachi Sialer

Durante la pandemia se fueron gestando interesantes proyectos literarios tanto en sellos independientes como en editoriales transnacionales. Muchos quedaron solo en proyectos. Acaso la única antología que consiguió no solo despegar en formato impreso -y con una preventa interesante- sino también cosechar buenos comentarios en otros países, fue Esta realidad no existe, proyecto literario de ciencia ficción que dirigieron los escritores peruanos Alexis Iparraguirre y Francisco Joaquín Marro. Una apuesta interesante por el género escogido -es conocida la devoción de Iparraguirre por este género- y también por los nombres seleccionados, en los que se recupera la voz de un autor como Gonzalo Málaga, desaparecido del mapa literario desde hace ya muchos años.

Esta realidad no existe viene con un prólogo a manera de manifiesto, que firman los antologadores, y que reúne a catorce escritores peruanos, entre los que destacan Claudia Salazar, Juan Manuel Robles, Stuart Flores, Carlos De La Torre, Tanya Tynjälä, Mariángela Ugarelli, Carlos Saldívar, entre otros. Un acercamiento a la mejor ciencia ficción que se viene haciendo en el país -con los enormes, profundos límites que existe en el medio- y una oportunidad para explorar otras formas de explicarnos el mundo. Sobre esto conversamos con Alexis Iparraguirre, escritor y crítico de la PUCP, y que actualmente reside en Nueva York donde se dedica a la docencia.

¿Cuáles fueron los criterios al momento de armar esta antología? Porque entre los seleccionados hay autores ya rankeados y otros cuyos nombres estamos recién conociendo gracias a esta publicación.

La antología se construyó sobre tres principios. Primero, queríamos cuentos literariamente válidos porque bucear en el pasado del género en el Perú nos mostraba solo un puñado de escritores buenos y una multitud de fanfiction, es decir, de bocetos de aficionados, a veces publicados sin cuidado literario ni editorial . Queríamos variar esa imagen general. Segundo, que el trabajo se distanciara lo más posible de estereotipos. Conforme la ciencia ficción fue asentándose en gustos populares, bastaban muchas veces naves espaciales, máquinas del tiempo o robots para definir a un texto como del género, todos parecidos a todos, como en producción en cadena. Queríamos cuentos que no hicieran eso y demostraran que la ciencia ficción es un género literario para exploraciones audaces como los mejores. Tercero, queríamos autores que suscribieran la responsabilidad de los editores en sus textos. En Perú casi nadie edita en el sentido de hacer preguntas a los textos, conversarlos horas con los autores, trabajar lápiz en mano sobre sus sinuosidades, y hacerlo además con criterios que ambos, autor y editor, reconozcan como objetivos. Queríamos autores que se comprometieran con ese tipo de trabajo, aunque pudiera darse el caso de que no fuera necesario, y lo hacíamos saber desde el primer momento. Hubo gente que no quería trabajar así y, con relación a este criterio, los autores de la antología se eligieron ellos mismos.

¿Y por qué apostar por la ciencia ficción y no, por ejemplo, por el cuento fantástico o de terror, siendo cada uno de estos géneros peligrosamente cercanos entre sí?

Primero una cuestión circunstancial. Pensamos la antología entre escritores vinculados con el género. Segundo, muchos cuentos de la antología dan cuenta de esas intersecciones, a las que añado el policial, y que antes que peligrosas son interesantes. Incluso Edmundo Paz Soldán -que tiene una agenda sobre el tema- señala que los géneros están en estos años tan cruzados que debería hablarse de un nuevo weird, por oposición al weird de los años 30 en que los géneros anduvieron hechos uno en la obra de Lovecraft. Pero Mariangela Ugarelli, que publica un cuento en la antología y también es estudiosa del tema, sostiene que esa promiscuidad no funciona en el Peru o al menos no por ahora. Y tiene sentido porque los escritores peruanos del género suelen ser muy específicos cuando publican señalando si están haciendo horror, fantástico, fantasy o ciencia ficción. Hay un prurito clasificatorio en nuestros autores que merecería estudiarse como parte de la sociología literaria del Perú y que, en la práctica, ayuda a que las diferencias de registro sean más conscientes y más firmes.

La tercera razón es pragmática y tiene que ver con mi experiencia como testigo de estos géneros en el Perú. El cuento fantástico latinoamericano es necesariamente más elitista porque la complejidad que impone cultivarlo -fuera de concebir revivals de Borges o Cortázar- lo hace muy desafiante y su cultivo estricto es muy marginal. Y respecto de ciencia y ficción y terror no puedo dejar de lamentar que los textos de ciencia ficción en el Perú me han parecido siempre más sugerentes que los de terror, y digo lamento porque me parece que es un buen terreno para desafíos en la originalidad literaria.

¿Te parece que hay hoy una suerte de interés mayor en la literatura de Ciencia Ficción o lo fantástico o el terror? ¿O es una sensación producto de la ola de producciones a las que nos enfrenta el streaming?

Creo que son ambas cosas y en parte el streaming está enfocado -antes que aprovechar ese interés- en cultivarlo más, expandirlo y explotarlo todo lo que pueda rendir en dinero. Se suele olvidar que las emergencias literarias no son casuales ni “movimientos espirituales”. Operan dentro de la sociedad a veces con una lógica implacable que ya quisiera la economía. En este momento la generación que fue infante o adolescente en los ochenta, es la que trabaja y genera los mayores ingresos y preside oficinas públicas y privadas alrededor del mundo. Ellos -nosotros- asociamos nuestra memoria con el boom de películas de fantasía de los años ochenta, nuestras experiencias primeras con las visitas a últimos cines de barrio que fueron arrasados por la globalización de los multicines que recorrió América y Europa en los 90.

Es un boom que parece artesanal e incluso raquítico comparado con el ritmo de producción que tiene la ciencia ficción cinematográfica hoy en día. Pero era la primera vez. Nadie sabía cómo era volar en bicicleta hasta que vimos ET, o cómo las batallas espaciales pudieron ser delirantes antes de Star Wars. Todas esas fueron primeras veces para todos, pero sobre todo para los niños. Es lógico que ahora, que controlan el dinero, consuman como locos fantasía que les recuerde -de un modo u otro- su infancia, y la industria lo sabe y sigue adelante, marcando otras infancias. Y desde luego los escritores de cuarenta años, aproximadamente, tienen una imaginación definida por esa fantasía. Es, por lo mismo, de lo más natural que escriban ciencia ficción.

¿Y qué va determinando cuál es una buena o mala historia en este género? Lo pregunto por el tsunami de novelas que hay en plataformas como Watpad, por ejemplo, de donde las editoriales suelen jalar a nuevos autores.

Watpad no tiene filtro. A algunos la plataforma les ha parecido una democratización del oficio de escritor: escribir y publicar sin mediadores y también la grandeza de la popularidad. Pero por botar el agua sucia de un medio editorial burocrático y calculador bota al recién nacido gritón de la tina también, es decir a la crítica. Así los éxitos de wattpad son exitos de likes. El que publica a un autor de Watpad podría ni siquiera leer lo que le han presentado. Si es el éxito de Watpad se vende, ahí ya no tiene sentido hablar de mercado literario, críticos o calidad. Es la circulación de un fetiche viral, carismático. El hecho de que pase al libro en la mayoría de los casos es simplemente una oportunidad comercial que se toma.

La recepción de la antología ha sido bastante buena, teniendo en cuenta que casi ha agotado edición -lo cual es un mérito enorme en el Perú-, ¿tienen pensada una segunda edición u otra selección de nuevos autores?

Todos los escritores y yo estamos muy contentos por la acogida de la edición. Hemos tenido menciones latinoamericanas, incluso. Queremos una segunda edición, pero eso ya es parte de las consideraciones financieras del medio editorial y el rumbo de la situación económica que en los años de la pandemia ha dejado a la mayoría en estado de enfermo grave. De principio hubo la posibilidad de que la antología se publicara en una transnacional y las consideraciones sobre los riesgo del mercado en tiempos difíciles paralizaron ese proceso. Estruendo nos publicó luego de una preventa en la que -afortunadamente- los fans y los lectores de literatura peruana en general resultaron decisivos. Si el medio editorial se recupera, de seguro habrá más noticias sobre Esta realidad no existe. Si no ocurre no será una cosa de la literatura.

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Gabriel Rimachi Sialer es escritor y periodista. Autor de los libros de cuento "Despertares nocturnos", "Canto en el infierno", "El color del camaleón", "El cazador de dinosaurios", "Historias extraordinarias" y de la novela infantil "La increíble historia del capitán Ostra". Reconocido en la antología nacional "El cuento peruano 2001-2010", del crítico literario Ricardo González Vigil, dirige la editorial Casatomada y el programa de libros "Fahrenheit 051".

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