Escribe Erik Díaz Sandoval
Mijaíl Bulgákov (1891 – 1940), escritor ruso víctima de la censura de Stalin -como muchos narradores y poetas por aquellos terribles años-, escribió y reescribió luego de quemar él mismo uno de sus manuscritos -entre 1929 y su fallecimiento- esta novela considerada una de las grandes obras maestras de la literatura rusa, y que sería publicada póstumamente por su tercera esposa, en 1966.
La novela transcurre en por lo menos cuatro planos que se superponen e integran: la visita del diablo y su séquito a la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas posterior a la Revolución de los Soviets y los estragos que causan en una sociedad burocrática y privada de sus libertades básicas, especialmente en la comunidad “artística” imperante; las intrincadas relaciones de clientelismo del mundillo literario que se reúne en un lujoso edificio con todas las comodidades -denominado “Massolit”- (literatura de masas); el amor entre el Maestro, creador de una novela sobre la condena por parte de Poncio Pilatos a Jesucristo y su posterior crucifixión, y Margarita, quien admira profundamente a quien ella misma nombra el Maestro y a la novela que este escribió; y la historia de la misma novela.
El diablo, que se hace llamar Voland, y su séquito conformado por su asistente Koróviev, su sicario y esbirro Asaselo, un gato negro, gigante y parlante que camina en dos patas llamado Popota y la bruja Guela, deciden visitar y atormentar a los soviéticos, evidenciando que las personas no podemos tener certeza ni de lo que percibimos por nuestros sentidos y que no podemos planificar ni organizar absolutamente nada, no solo por ser mortales sino también por no saber el momento en el que moriremos, y demostrando que los moscovitas, a pesar de los cambios implementados por la revolución y los avances tecnológicos, continúan siendo los mismos seres banales, apegados al dinero, la ropa y comida costosas, y los lujos. Asimismo, de una manera satírica e irreverente, Bulgákov denuncia, entre otros absurdos del momento histórico que le tocó vivir, la burocracia de la escena artística del Moscú de ese entonces, donde los “artistas” siguen las directrices del Gobierno en sus obras, se organizan como un Ministerio en torno a sus dirigentes y están más preocupados por los cargos, viajes y dádivas que puedan recibir de la organización a la que pertenecen, que por el desarrollo de su libertad creativa.
Bulgákov, el irreverente
En ese contexto opresivo y caótico, el Maestro, tras un golpe de suerte, puede dedicarse exclusivamente a hacer lo que siempre quiso: escribir una novela; y, a su vez, conoce a Margarita. Entonces, ambos “decidieron, ya en los primeros días de sus relaciones, que los había unido el propio destino en la esquina de la Tverskaya y la callecita, y que estaban hechos el uno para el otro hasta la muerte”. Sin embargo, la novela del Maestro es rechazada por las “autoridades literarias” del momento, quienes no solo deciden que no sea publicada, sino que critican duramente el que alguien se haya atrevido siquiera a pensar que podía publicarse una novela sobre la condena de Jesucristo, cuya existencia es negada en el discurso oficial de la dictadura soviética y sus “autores” están más bien avocados a sustentar su inexistencia hasta en sus obras poéticas.
El rechazo de su novela y las duras críticas recibidas producen en el Maestro un colapso nervioso que lo impulsa a quemar el manuscrito de su novela y luego de ello a abandonar absolutamente todo y recluirse en un sanatorio mental; lo cual, a su vez, sume a Margarita en una profunda depresión, al no saber ni siquiera si su amante está vivo o muerto. No obstante todo ello, el amor de Margarita es de una naturaleza capaz de realizar un pacto con el mismo diablo y entregarle a este su vida y su alma con tal de reencontrarse con el Maestro y recuperar el manuscrito quemado: “¡Adelante, lector! ¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso!”. Así, los amantes continúan juntos eternamente y Margarita puede deleitarse releyendo una y otra vez la novela del Maestro; y conocer también el final más allá de la vida y de la muerte reales o inventadas de Poncio Pilatos, el procurador de Judea, su protagonista.
Fragmentos de la novela de contenido teológico y filosófico creada por el Maestro nos son compartidos en El Maestro y Margarita y, a través de ella, conocemos otra versión de la condena de Jesucristo por parte de Poncio Pilatos, toda vez que hasta el mismo Jesucristo niega la correspondencia entre los Evangelios y lo que realmente sucedió desde que ingresó a Jerusalén; el diálogo entre Poncio Pilatos y Jesucristo, a través del cual conocemos los principios que guían a este último; la confusa participación de Mateo a lo largo de todo el calvario y hasta más allá de la muerte de Jesucristo; y especialmente los verdaderos sentimientos de Poncio Pilatos cuando la condena se torna irreversible y debe cargar para toda la eternidad con el peso de no haber podido impedir la crucifixión de Jesucristo, a pesar de así haberlo deseado en lo más profundo de su ser e incluso haberlo intentado.
Los cuatro planos de la novela se integran cuando, luego del pacto entre Margarita y el diablo y merced a los poderes de este último, el Maestro permite que Poncio Pilatos se pueda volver a reunir con Jesucristo, quien lo ha perdonado e incluso ha pedido por su salvación al propio diablo. Así, Poncio Pilatos alcanza la redención, acompañado por su fiel can, cuyo amor hizo que siguiera el destino de su amo; y el Maestro después de la muerte tiene el final de su novela, la cual ya fue publicada e incomprendida por los moscovitas.
Novela de culto imprescindible e imposible de clasificar, que inspiró al mítico Mick Jagger a componer la canción Symphaty for the Devil.