Escribe Luis Eduardo García
¿Cómo logra un libro considerado por sus contemporáneos como “obsceno” e “indecente” convertirse en un libro revolucionario y, sobre todo, cómo llega a adquirir un valor literario fuera de la común? Una buena parte de la explicación reside en el talento y la vida de su autor: James Joyce, así como en los libros que lo explican.
Ulises es, probablemente, una de las novelas más famosas de la historia y está considerada como una obra de arte revolucionaria, una que transformó la historia de la literatura con la fuerza de un cataclismo. Pero es un libro difícil de leer, hay que aceptarlo, por el objetivo que se trazó Joyce: convertir el lenguaje en el protagonista de la novela.
Ulises se publicó primero por entregas en la revista The Little Review (de Margaret Caroline Anderson y Jean Heap) de marzo de 1918 a diciembre 1920 en los Estados Unidos; en la londinense The Egoist (de Dora Marsden y Harriet Shaw Weaver), de enero a diciembre de 1919; y luego, en 1922, como libro, en París, gracias a Sylvia Beach, quien la publicó bajo el sello de su librería: Shakespeare and Company. Habrá que averiguar por qué esta defensa feminista tan comprometida y radical. El libro circuló en el mundo anglosajón de manera clandestina gracias a que estaba considerado como “peligroso” para la moral cucufata de la época.
Los americanos, sobre todo, encasillaban a esta novela en seis adjetivos letales: obsceno, lúbrico, lascivo, impúdico, indecente y desagradable, lo cual la volvía un objeto de persecución de las sociedades antivicio que no dudaban en considerarla una obra pornográfica, pese a los argumentos en contra de gente como Ezra Pound, quien gritaba a los cuatro vientos que se trataba de una obra maestra. La novela no solo fue incomprendida por los puritanos de la época, sino también por escritores célebres como Bernard Shaw y Virginia Wolff.
Con el tiempo, la novela ocupó el lugar que merecía y sus efectos revolucionarios, aunque silenciosos, calaron muy hondo entre escritores y lectores y la literatura universal ya nunca más volvió a ser la misma. Ulises llegó a esta consideración gracias la intuición, perseverancia e inteligencia de James Joyce, quien todo el tiempo que lo llevó a escribir el libro (más de una década) estuvo seguro de que estaba creando un libro distinto y superior a todos los que conocía. Ni la sífilis, ni la ceguera progresiva, ni la pobreza, ni sus ataques de pánico impidieron nunca que lograra su cometido.
Cuando Ulises fue publicada por Sylvia Beach se convirtió en un best seller y en uno de los libros más pirateados de la historia gracias a que estaba considerado como libro “peligroso” y “prohibido” y, en cierta medida, como un libro con gran valor literario. Al cabo de los años, gracias a la célebre sentencia dictada por el juez americano, Jhon Woosley, en la que declaraba que la novela debía ser admitida en los Estados Unidos y, por lo mismo, librada de la absurda calificación de “indecente” y “corruptora”, el texto de Joyce alcanzó definitivamente el estatus de “clásico moderno” y comenzó su periplo por círculos académicos.
¿Por qué Ulises es una novela revolucionaria? Entre otras razones, por la libertad con que fue escrita, la invención de un nuevo código literario (una nueva manera de decir las cosas), la incorporación de nuevas maneras de contar historias, la pulverización del narrador único, la eliminación de los signos de puntuación, la mitificación de la futilidad y, sobre todo, —como comprendió el juez Woosley— porque expresa de forma abierta el libre flujo de la conciencia; es decir, la compleja vida mental de las personas.
Ulises es una novela difícil de leer por todas estas últimas consideraciones. Obliga, por esta razón, a los lectores a realizar un esfuerzo mayor que el corriente para acceder a sus contenidos más profundos y, sobre todo a leer, libros que lo expliquen o lo ayuden a desentrañar sus misterios. Tengo en consideración de los muchos que existen a dos que he leídos con placer: El libro más peligroso. James Joyce y la batalla por el Ulises de Kevin Birgminghan, un clásico; y James Joyce y la poética de la lengua en Ulises de Paolo de Lima, que cabo de leer.
La mirada que ofrece el libro de Paolo de Lima es, en verdad, innovadora y didáctica. Parte del concepto lacaniano de la lengua; es decir, de la idea del lenguaje no como un sistema de comunicación ni sentido, sino como una expresión que articula el cuerpo, el goce y la satisfacción, un lenguaje en el que lo importante son los afectos, los sonidos y la repetición. Así, su autor nos describe cómo Joyce usa el lenguaje no solo para contar, sino descomponerlo, reconstruirlo y extraerle nuevos significados a través de la utilización de neologismos, sonidos, reutilización de los significantes y generación de nuevos sentidos. Esto, por supuesto, obliga al lector a sumergirse de lleno en la lectura. Debemos decir a favor de su ensayo que, en cierto modo, debido a su claridad expositiva, nos facilita el acercamiento a la obra cumbre de Ulises.
En la primera parte, La odisea de lalengua, de Lima expone las diversas formas en que Joyce rompe con la estructura tradicional de la narración novelística, mediante la introducción de diversas técnicas y estilos (monólogo interior, voces múltiples, la fragmentación el absurdo y la ironía), así como describe, desde la perspectiva de Lacan, cómo es que el uso de la lengua responde a la necesidad «cómo el lenguaje configura nuestra percepción de la realidad y cómo se articula el sujeto con el mundo simbólico».
En la segunda parte, La resonancia de Joyce, el autor ofrece todas las herramientas teóricas utilizadas para una propuesta de lectura: Jacques Lacan (las tensiones entre el lenguaje y la subjetividad), Julia Kristeva (“la interminable retórica”), Mladen Dolar (a importancia de los sonoro y lo significativo), Hugh Kenner (la combinación entre la ruptura y la coherencia narrativa), Derek Attridge (la combinación entre lo familiar y lo experimental), Robert Martin Adams (el equilibrio entre fragmentación y estructura subyacente), Slavoj Zizek (el delirio interpretativo joyceano) y Jean-Francois Lyotrad (la lengua como centro de la aventura narrativa). Siguiendo a estos autores y desde una innovadora y didáctica perspectiva, Paolo de Lima nos propone una lectura provechosa, un método digamos, de esta novela icónica.
James Joyce y la poética de lalengua en Ulises contiene, además, notas complementarias, una bibliografía básica y una breve biografía perfectamente conectadas con las dos partes comentadas del ensayo. Pienso en el enorme beneficio que esto supone para quien se acerca por primera vez a Ulises. Gracias, Paolo, por esta invalorable ayuda.