Escribe Guillermo Schavelzon
Si has escrito un libro o estás en proceso de hacerlo, lo natural es querer publicarlo. Los lectores completan y retroalimentan el trabajo del escritor. Sin embargo, si deseas publicar en una editorial tradicional, con un catálogo de prestigio, deberás superar algunas dificultades. Publicar en una editorial tradicional, con un catálogo de calidad, es un trabajo más, aunque incomparable con el de haber escrito un libro.
Escribir un libro es un proceso largo y exigente, que no se termina hasta que te decides a publicarlo. Ver tu obra convertida en libro no solo es satisfactorio, sino que es la forma de tener lectores y cerrar el ciclo.
La llamada “cadena del libro” va desde el autor al lector con una serie de eslabones que garantizan la calidad del libro final. Esta cadena es la que constituye el ecosistema de la edición. Para incorporarte a este mundo es necesario conocerlo bien. Una editorial tradicional cuida sus ediciones, distribuye libros impresos en librerías y también publica versiones electrónicas. Es una editorial que te publica y te paga derechos, no que te cobra por hacerlo. El libro impreso, dentro de un catálogo prestigioso, otorga al escritor un valor simbólico equivalente al título habilitante de otras profesiones.
Las dificultades para publicar
Las dificultades para publicar no son nuevas, y las historia de rechazos a obras que, cuando se publicaron, se convirtieron en clásicos, abunda. Grandes autores como Proust, García Márquez, Joyce, Rowling o Stephen King tuvieron que pagar la edición de sus primeros libros. Sin embargo, hoy en día esto es imposible, debido a los grandes cambios en la industria editorial y en el comercio del libro. La autoedición ahora se realiza con tecnología digital, y los libros se venden a través de plataformas virtuales.
No estoy en contra de la autoedición -con determinadas condiciones-, lo que me parece mal es que se la promocione de forma poco transparente, ocultando los intereses en juego, los costos futuros, y quién está detrás de cada propuesta.
La relación entre autor y editor
Con la industrialización de la edición, la relación entre autores y editores ha cambiado. Antes eran cómplices, ahora esa relación está llena de tensión. Es cierto que no se puede generalizar, ya que no es lo mismo trabajar con un editor de una gran casa editorial, presionado por las ventas y obligado a ciertos protocolos, que hacerlo con una editorial independiente, que suele centrarse más en la originalidad y la calidad. En las editoriales independientes, los editores son los propietarios, lo que les permite tomar decisiones que no dependen de los posibles resultados comerciales.
Pero hay una paradoja para tener en cuenta: las editoriales grandes necesitan altas ventas para financiar sus gastos. Las independientes… casi no tienen gastos, por lo que puede suceder que la misma cantidad de ejemplares vendidos que se considera un fracaso en una editorial grande, sea un éxito en una chica.
El síndrome de la tecla «SEND»
La tecnología ha facilitado el envío masivo de manuscritos, lo que hizo que muchos escritores envíen su obra de manera indiscriminada, sin investigar bien a qué editoriales enviarla. Esto genera una gran cantidad de rechazos o falta de respuesta, lo que resulta frustrante, ni que la obra no sea publicable, sino que no se envió a los editores adecuados y de la manera más conveniente.
Estoy convencido de que una gran parte de los rechazos se deben a propuestas mal hechas, que no llegan a los editores adecuados ni a las editoriales convenientes.
Es sorprendente que, en un país tan lector como Francia, la encargada de manuscritos de Gallimard declare a la revista Lire que está cansada de recibir manuscritos de jardinería o de autoayuda, temas que no publican. Imaginemos cómo será por casa.
El malestar del escritor
La falta de respuesta o los rechazos constantes han incrementado el malestar de los escritores, mientras que los editores también se sienten abrumados por la cantidad de manuscritos que reciben ¡Algunos hasta cuatro mil al año!
Hay editoriales que han comenzado a usar inteligencia artificial para evaluarlos, lo que agiliza el proceso, pero elimina la posibilidad de descubrir algo verdaderamente innovador. La tecnología puede ser útil, pero es importante no perder de vista el valor humano en la evaluación de una obra.
El valor de una buena propuesta
El desafío para los escritores es identificar a los editores adecuados y enviarles una propuesta bien hecha, lo que aumenta notablemente las posibilidades de ser considerado. Esto requiere un esfuerzo adicional, imprescindible si deseas incorporarte al mundo editorial.