George Orwell, el estilista

Los ensayos traducidos por Katherine Pajuelo Lara nos traen de vuelta a uno de los prosistas más influyentes de todos los tiempos: George Orwell

Publicado

16 Mar, 2025

Escribe Luis Eduardo García

«Es cierto que Orwell no fue un gran novelista, pero es un error negar su genio como estilista. En su extensa obra (trece libros y cientos de ensayos y artículos) creó una voz literaria que es una de las más atractivas de la historia de la literatura inglesa» (p. 16), dice su biógrafo Michael Shelden en George Orwell, biografía autorizada.

Eric Arthur Blair, o George Orwell, empleó mucho tiempo y esfuerzo en la escritura de novelas, pero, pese al éxito de Rebelión de la granja y 1984, consideró al final de su vida que no era un novelista de verdad. Esto se debió, en parte, a su alto nivel de autoexigencia, a sus dudas y a su espíritu contradictorio ;y en parte también, a su miedo al fracaso. Cada vez que le echaba una mirada crítica a su obra encontraba defectos. El fracaso era como un poderoso imán que siempre lo atraía y de cuya fuerza le costaba mucho liberarse. Quería dejar huella como escritor y, al mismo tiempo, creía que nunca su esfuerzo era suficiente.

«Representar el papel de perdedor fue una forma de venganza contra los ganadores, un modo de repudiar la naturaleza corrupta del éxito convencional: la estrategia, la ambición, el sacrificio de los principios. Pero también una forma de autocastigo, un modo de tener bajo control su propio orgullo y ambición (p.14)», explica Shelden. Sin embargo, nunca dejó de buscar la autopromoción. Orwell buscó, como lo hace todo escritor, que su nombre circulara en medios de prensa o estuviera todo el tiempo en boca de los lectores.

George-Orwell
George Orwell

Es casi un consenso que lo mejor de Orwell son sus ensayos, lo cual no quiere decir que Rebelión de la granja y 1984, sus novelas más conocidas, hayan sido solo un golpe de suerte. La primera enganchó con el lector por su visión satírica de las sociedades corruptas y las segunda por su visión profética del totalitarismo moderno. Ambos, son libros que dramatizan la pérdida de la verdad objetiva mediante una gran narrativa totalitaria. Se trata de temas, ayer y hoy, que ejercen un gran atractivo y funcionan como una supra conciencia. Gracias a esas novelas, dice Irene Lozano, «ha llegado ser un clásico de popularidad mundial».

La aceptación Orwell, como narrador y ensayista, se debe también en gran parte al estilo natural de su escritura. Lo dicen lectores, biógrafos y estudiosos. «Escribió una prosa que parece “llana” a primera vista, pero que es, de hecho, producto de un proceso artístico muy elaborado […] En sus mejores momentos hace que la escritura parezca fácil, pero no debería subestimarse su dominio de la prosa inglesa. Amaba el sonido de las “simples palabras” y cultivaba su estilo con devoción. La lengua fue una de las cosas que hizo su vida digna de vivir», afirma Shelden.

Quizás la desconfianza en el valor de lo que escribía y el “«deseo ardiente de expresar su pensamiento» llevaron a Orwell a reflexionar con brillantez acerca de la escritura y la suerte de los libros, las dos caras de una misma moneda. No fueron los únicos temas a los que se dedicó. En realidad, sus escritos son en su mayor parte de índole político, sin embargo, los ensayos que le dedicó a la cocina literaria, la realidad de la lectura y el mundo de los libros están entre lo mejor de su producción. Una parte de estos ensayos, cinco en realidad, acaban de ser publicados por J.M. Marthans bajo el título de Por qué escribo y otros ensayos sobre libros. La traducción es obra de Khaterine Pajuelo Lara.

Los ensayos de Orwell

Entre los cinco ensayos que incluye este libro hay dos célebres o cuando menos más conocidos: Los buenos libros malos y Por qué escribo. Para el primero (publicado en Tribune el 2 de noviembre de 1945) Orwell toma prestada la frase de G.K. Chesterton, el «buen libro malo». ¿A qué se refiere este concepto? “Un tipo de libro que vemos poco en estos días, pero que tuvo éxito a fines de siglo XIX […]; es decir, el tipo de libro que no tiene pretensiones literarias, pero que sigue vigente mientras que las creaciones más serias han desaparecido (p. 31)», dice Orwell en la traducción de Katherine Pajuelo Lara. Libros, en otras palabras, “que han conservado su lugar cuando innumerables “novelas sociales”, “documentos humanos y “graves acusaciones” por una u otra cosa han quedado en un merecido olvido (p. 32)». Digamos que las primeras se refieren a obras («de evasión») sin mayores pretensiones literarias pero que trascienden el tiempo y las segundas a obras «serias» que han sido barridas por el olvido. Para Orwell el ejemplo típico sería La cabaña del tío Tom, que considera ridículo, «lleno de incidentes ilógicos y melodramáticos; también es sobremanera conmovedor y en esencia verdadero (p. 36)». ¿Qué domina allí: el azar, la emoción, las creencias de los lectores?

En el segundo ensayo (publicado en la revista Grangel en 1946), escrito como una confesión, Orwell hace un repaso de su vocación literaria desde que tenía cinco años, además de identificar cuatro motivaciones que mueven a escribir a los escritores: 1) el egoísmo puro: «los verdaderos escritores son, por lo general, más presumidos y egocéntricos (p.44)» que los periodistas, por ejemplo, es decir, tienen más desarrollado el sentido de la individualidad, 2) el entusiasmo estético, capacidad para percibir la belleza y compartirla, 3) el impuso histórico: “Deseo de ver las cosas como son, descubrir hechos reales y registrarlos para las futuras generaciones (p. 45)», y 4) los fines políticos, la voluntad de cambiar o torcer el rumbo de una sociedad para mejorarla.

Debo destacar que la traducción de Katherine Pajuelo Lara en Por qué escribo y otros ensayos sobre libros editada por J. M. Marthans conserva y trasmite la llaneza y el nivel estético de la prosa de Orwell, así como nos muestra la cima de la calidad literaria a la que llegó. Un escritor de quien algunos destacan únicamente sus luchas en favor de la verdad y la libertad de expresión. Él fue, ante todo —y estos ensayos tan bien traducidos y editados lo demuestran— alguien que convirtió la escritura en una obra de arte.

Luis Eduardo García
Luis Eduardo García (Chulucanas, Piura, Perú, 1963) Poeta, narrador y periodista. Es docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada del Norte de Trujillo. En 1985 ganó el VI concurso “El poeta joven del Perú” y en el 2009 el Tercer Premio del Concurso Internacional Copé de Poesía. Ha publicado cuatro libros de poesía: Dialogando el extravío (1986), El exilio y los comunes (1987), Confesiones de la tribu (1992) y Teorema del navegante (2008); dos de cuentos: Historia del enemigo (1996) y El suicida del frío (2009); y uno de crónicas, ensayos y entrevistas: Tan frágil manjar (2005). El lugar de la memoria (2023) premio de novela breve del BCR. Mantiene desde 1986 una página de reseñas y comentarios literarios en el suplemento dominical del diario La industria de Trujillo.

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