Una entrevista de Pedro Medina León
El deseo es una fuerza misteriosa, tan poderosa como intangible, que atraviesa nuestras vidas de formas inesperadas. En El deseo es un piano invisible, esta energía se convierte en una metáfora que recorre cada relato, explorando la identidad, la pasión y los conflictos internos de sus personajes. Con una prosa cargada de musicalidad y profundidad psicológica, Gisela Kozak construye historias donde la música, el amor y la incertidumbre se entrelazan con la realidad latinoamericana.
En esta entrevista, hablamos sobre el significado del deseo en su obra, la influencia de la música en su escritura y la manera en que sus relatos reflejan las tensiones sociales y emocionales de nuestra época. También exploramos cómo equilibra la intensidad emocional de sus personajes con su exploración psicológica y qué historias de su libro imagina llevadas al cine o al teatro.
El título de su libro es una metáfora potente. ¿Cómo surgió la idea de relacionar el deseo con un piano invisible y qué significado tiene para usted en el contexto de los relatos?
La idea de relacionar el deseo con un piano invisible surgió como una metáfora para expresar su naturaleza intangible, una fuerza que nos atraviesa hasta el punto de dejarnos sin voluntad, pero que también alienta las mejores facetas de la vida humana: la valentía, la entrega a los demás, la creatividad, la apuesta por lo que no existe o no ha ocurrido, la nostalgia por el esplendor vivido. Es también un camino abierto a la debacle y a la destrucción, a la violencia y la humillación. En el contexto de los relatos, el piano invisible alude a que el deseo pone en escena una verdad esencial oculta para las protagonistas.

En sus cuentos hay una fuerte presencia de la música, tanto en la estructura como en las referencias dentro de las historias. ¿Cómo influye la música en su proceso de escritura y en la construcción de sus personajes?
La música juega un papel crucial en mi proceso de escritura, ya que me ayuda a establecer el tono y el ritmo de las historias. La estructura de mis cuentos a menudo se inspira en la composición musical, utilizando elementos como el ritmo, la armonía y la disonancia para desarrollar la narrativa. Además, la música enriquece la construcción de los personajes porque brinda una dimensión adicional, abierta a la interpretación lectora, de su subjetividad y sus estados emocionales.
El deseo y la identidad son temas recurrentes en su obra. ¿Qué aspectos de la realidad latinoamericana y venezolana quiso reflejar a través de estas historias?
Estos temas permiten explorar las tensiones entre lo individual y lo colectivo, así como las luchas internas y externas que enfrentan las personas en una sociedad marcada por la desigualdad, la violencia y la búsqueda de un sentido de pertenencia. Mis relatos abordan cuestiones de género, sexualidad y poder, mostrando cómo estos factores influyen en la construcción de la identidad y el deseo en un entorno cultural específico.
En su libro, las relaciones amorosas están marcadas por la intensidad emocional y los conflictos internos. ¿Cómo equilibra la pasión con la exploración psicológica de sus personajes?
Me esfuerzo por crear personajes complejos y multidimensionales, cuyas emociones y conflictos internos sean tan intensos como sus relaciones amorosas. El deseo en el terreno de la sexualidad y los afectos determina nuestras vidas de un modo que, confieso, a veces me resulta absolutamente excesivo, pero el hecho es que la pasión y los conflictos internos se entrelazan y afectan las decisiones y acciones de los personajes de ficción porque ocurre en la realidad.
Su trayectoria como escritora, académica y ensayista ha estado marcada por una visión crítica de la sociedad. ¿Cómo cree que su formación y experiencia han influido en la construcción de los temas que aborda en El deseo es un piano invisible?
Mi enfoque crítico de la sociedad me permite analizar y cuestionar las estructuras de poder, las normas culturales y las dinámicas sociales que afectan la vida de las personas. Esta perspectiva crítica se refleja en mis relatos, en los cuales exploro temas como la identidad, el deseo, la desigualdad y la resistencia. Sin embargo, lo que más me interesa de la ficción es la dimensión propiamente existencial: cómo la gente se relaciona con el contexto que le tocó en suerte, desde esa complejidad que somos, irreductible a cualquier ideología.
Si pudiera elegir una de las historias del libro para ser adaptada al cine o al teatro, ¿cuál sería y por qué?
«Para piano y orquesta» podría funcionar muy bien en el teatro, una puesta en escena coral, sobria pero con excelente iluminación y sonido, un regocijado hervidero de murmullos, risas y personajes circulando de grupo en grupo en medio del singular encanto de los antros. De trasfondo, la calle oculta a las miradas, la ciudad que late hasta para sus marginados. En cuanto al cine, creo que «El silencio» sería un buen candidato: la muchedumbre rebelde contra el poder es el trasfondo de una pareja que se separa por la migración, en medio de grandes protestas políticas y un país en la ruina.