Círculo de Lectores
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Orígenes del antiguo Hospital Refugio de Incurables, hoy Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas

Conoce el Hospital de Incurables, creado en 1669 durante el Virreinato del Conde de Lemos y que ha sufrido desde entonces cambios importantes.

Escribe Antonio Coello Rodríguez

Desde el momento de su fundación, en 1535, Lima contó con diversos espacios dedicados a tratar la salud de los enfermos. Existían, por ejemplo, hospitales para atender a “razas”, separadas unas de otras. Así, teníamos al Hospital de San Andrés para atender a los españoles; Santa Ana para dar tratamiento a indios; y San Bartolomé para cobijar a los esclavos. Estos hospitales daban tratamiento y apoyo espiritual a los enfermos durante los últimos días de su existencia.

Además de estos grandes hospitales, existían otros de menor categoría —que hoy serian considerados postas— y estaban dedicados a atender oficios específicos, así como a clases sociales altas pues el acceso a los mismos era más restringido y costoso, tal como lo fueron el Hospital de la Caridad, fundado en 1562 y dedicado a “mujeres españolas”, ubicado en lo que ahora es parte del Congreso de la República, en la Plaza Bolívar (Arias Schereiber 1978).

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Foto de parte del Hospital en 1910

Otro ejemplo fue el del Espíritu Santo, fundado en 1573 y dedicado a la atención de marineros y personas vinculadas a la actividad marítima, situado en las cercanías de la parroquia de San Sebastián, en el actual Barrio de Monserrate; o San Lázaro, en donde se atendía a los enfermos de lepra, fundado por Antón Sánchez en 1562 (Hart-Terre 1963), y que lleva el nombre del santo que padeció la misma enfermedad.

El Hospital de Incurables fue creado en 1669 durante el Virreinato del Conde de Lemos, fundado por José de Figueroa y Juan Carrasco (Duran Montero 1994:152), y recibió fuertes aportes económicos del comerciante español Domingo Cueto, quien al morir donó sus bienes. Desde su creación, este lugar estuvo rodeado de un estigma: solo mencionar su nombre era asociado con la muerte, pues era conocido como “Refugio de Incurables”. Posteriormente cambiará su nombre a “Hospital Santo Toribio de Mogrovejo” y hoy es conocido como el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas, ubicado en la cuadra 12 de Jirón Ancash, en la zona denominada como “Barrios Altos”. En sus inicios ocupó dos manzanas completas, ubicada en aquellos años fundacionales en la calle de Maravillas o de San Salvador (Barbagelata y Bromley 1947:68), sus linderos colindaban con el propio Rio Rímac e incluso sus pacientes sembraban y cosechaban en su margen.

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Mismo lugar que la imagen anterior, hoy. (Foto: Archivo de Antonio Coello)

El Hospital de Incurables fue una institución dedicada a atender mendigos, inválidos, gente olvidada y abandonada a su suerte, pero sobre todo a aquellas personas desahuciadas o que presentaban una enfermedad terminal. Originalmente, los terrenos del Hospital de Incurables pertenecieron al Noviciado del Colegio de San Antonio de la Compañía de Jesús y presentaba unas dimensiones de 154 varas y media de frente, y 117 varas de fondo (Coello 2010: 23), y estuvo administrado por la Hermandad de los Betlemitas, orden religiosa fundada en Guatemala y llegada al Perú en 1672. Esta hermandad, junto a la de San Juan de Dios, prestaron ayuda a los pacientes del “Hospital de Incurables”. Mediante Cédula Real del 26 de agosto de 1700 se oficializará su creación en la Calle Maravillas. Desde aquella época será conocido por el público limeño como Refugio de Incurables.

El terremoto de 1746 destruyó parcialmente Incurables y con la ayuda de las autoridades volvió a levantarse. Fue el Virrey José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda, quien dedicó gran atención al hospital, “alentando a los Mayordomos, visitando las obras, facilitando los arbitrios y dando cuantas providencias…” (Rabi 1997:91). En 1804 el Virrey Avilés creará un pabellón para mujeres, y posteriormente se construirán más pabellones, obra financiada por Mercedes Risco de Avilés y Mariana Querejazu y Concha; esto permitió brindar mayor atención a los pacientes pues los antiguos pabellones estaban destinados a la atención de varones.    

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Actual pabellón de enfermos (Foto: Archivo de Antonio Coello)

Durante la república los hospitales serán administrados por las beneficencias públicas que organizarán los servicios sanitarios y sociales constituyéndose en herederas de las Hermandades por ser su responsabilidad conservar las propiedades, privilegios y atribuciones de las antiguas hermandades que hoy representan” [1] Las recurrentes crisis del país ocasionarán, así mismo, que los hospitales atraviesen continuas dificultades, las cuales se agravan cuando Lima era atacada por alguna epidemia, como en el caso de la fiebre amarilla, que ocasionó el colapso de todos los hospitales limeños. Para las décadas de 1870 y 1880 en adelante, “Incurables” será conocido como un albergue para gente menesterosa. Sin embargo, también fue conocido como “Refugio de Maravillas” por estar muy cerca a la portada de dicho nombre (Rabi 1997:123).

En 1859 arribarán al Callao las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, venidas desde Francia, para dar tratamiento caritativo y hospitalario a los pacientes de los hospitales limeños. Las Hermanas de la Caridad se harán cargo desde entonces de la administración y de la salud del Hospital Refugio de Incurables, brindando el servicio de alimentación, religiosidad y cuidados diarios a todos los pacientes. El 29 de noviembre de 1937, el nombre de Hospital Refugio de Incurables, será cambiado por denigrante por acuerdo del directorio de la Sociedad de Beneficencia Pública, para ser conocido como Hospital Santo Toribio de Mogrovejo. Posteriormente será conocido  como  Hospital de Ciencias Neurológicas.

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Así luce hoy parte del interior del antiguo Hospital Refugio de Incurables (Foto: Archivo de Antonio Coello)

El Hospital Refugio de Incurables, además de mantener su arquitectura colonial original, sigue albergando y brindando salud a sus pacientes por más de 300 años, ininterrumpidamente, y posee un “Museo del Cerebro” que, en un ambiente muy pequeño, exhibe de manera no muy convencional cerebros con diversas patologías. Dicho “Museo” está al servicio de la comunidad científica y no científica, con escasos recursos museísticos, razón por la cual es imprescindible el dotarlo con las ultimas herramientas tecnológicas y museísticas en boga, que lo convertirían en un nuevo foco de desarrollo turístico tanto para la ciudad de Lima como para el mismo hospital.


[1] Artículo 14 del reglamento de la Sociedad de Beneficencia, 19 de julio 1834

Antonio Coello Rodríguez
Antonio Coello estudió Arqueología en la Universidad Nacional Mayor de san Marcos, donde obtuvo el título de licenciado en Arqueología; a la par estudió Historia, siendo egresado de la carrera. Ha realizado estudios de maestría en Historia en la misma UNMSM. Realizó y dirigió diversas excavaciones arqueológicas en diversos sitios virreinales de Lima, como en el Hospital Real de San Andrés de Lima, proyecto financiado por la National Geographic y que tenía como director al Dr. Brian Bauer, docente de la Universidad de Illinois, Chicago; en la Casa de la Columna, Convento de Santo Domingo, y diversas casas limeñas.

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