Jorge Volpi: Ficción, autobiografía y realidad

¿Dónde nace la necesidad de escribir ficciones? ¿Para qué se escriben? ¿En qué realidades se ancla para florecer? Un análisis interesante de Jorge Volpi en su última entrega.

Publicado

17 Ene, 2024

Escribe Luis Eduardo García

Toda literatura es autobiográfica, no tengo ya la menor duda. Ahora que estoy embarcado en un nuevo proyecto narrativo, la realidad personal que me acontece, la del presente, gira a mi alrededor como una mosca, como una hiena; pide ingresar por la puerta o por la ventana; solicita una oportunidad en la ficción; demanda una cuota, un rol en la construcción de ese universo paralelo que compite con la vida.

Y entonces ese convidado se filtra en la escritura y, a veces, la invade con sus insumos de dolor e infelicidad, y también de alegría. Yo cedo a las tentaciones porque es imposible oponerse a las fuerzas de la existencia. Y aquí estoy, como un guardián, cuidando quién entra y quién sale de este amasijo de palabras, recuerdos, sentimientos y autoinmolación que es la literatura.

¿Qué es entonces la ficción: autobiografía con realidad, placer con dolor, objetividad con subjetividad, belleza con fealdad? ¿Qué clase de resultado se obtiene al mezclar la realidad interna con la externa? ¿Cómo opera nuestra vida real con lo que imaginamos, sobre todo en la literatura? Al contaminar la escritura con los hechos, los sentimientos y vicisitudes que pertenecen al terreno de la realidad se produce algo que opera, fundamentalmente, en la esfera del cerebro.

Siempre se ha creído que la ficción es un simple goce estético, un mero placer de minorías. En el mejor de los casos, un producto literario es algo valioso que puede ser leído o codiciado por su belleza. Lo cierto es que un libro, por ejemplo, carece de un fin práctico.

En su libro «Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficcion», Jorge Volpi se trae abajo este mito. «La ficción literaria debe ser considerada una adaptación evolutiva, que, armada por un juego cooperativo, nos permite evaluar muestra conducta en situaciones futuras, conservar la memoria individual y colectiva, comprender y ordenar los hechos a través de secuencias narrativas y, en últimas instancias, introducirnos en la vida de los otros, anticipar sus reacciones y descifrar su voluntad y sus deseos». Esto quiere decir que la ficción y el arte como herramientas evolutivas nos ayudan a sobrevivir.

¿Dónde nace la necesidad de escribir ficciones? ¿Para qué se escriben? ¿En qué realidades se ancla para florecer? Un análisis interesante de Jorge Volpi en su última entrega.
Para Volpi, la ficción no es subproducto del neocórtex ni una casualidad de la vida.

Para Volpi, la ficción no es subproducto del neocórtex ni una casualidad de la vida. Nació con el hombre y desde entonces ha sido una herramienta fundamental para consolidarnos como especie. Y esto solo es posible gracias a dos adaptaciones complementarias: la imitación (debido a las neuronas espejo) y la cooperación (debido al lenguaje y la racionalidad). Con la primera, repetimos lo que hacen los otros; y con la segunda, realizamos acciones que garanticen nuestro bienestar.

Según Volpi, “los mecanismos cerebrales por medio de los cuales nos acercamos a la realidad son básicamente idénticos a los que empleamos a la hora de crear a o apreciar una ficción”. Esto quiere decir que todo el tiempo el ser humano manipula y reordena la realidad en el oscuro interior de su cerebro con lo que nos convertimos en artífices de la realidad. Es decir, reconocemos el mundo y al mismo tiempo lo inventamos. ¿Con qué propósito? Para reaccionar frente a las amenazas exteriores y para generar futuros más o menos confiables.

El cerebro humano es híbrido, mitad material y mitad inmaterial: una parte es mente formada por neuronas y moléculas asociadas; y por otra parte, es un conjunto de ideas o símbolos culturales, lo cual quiere decir de que la materia es capaz de pensar en la materia. Todo esto nos permite «experimentar en carne propia ―dice Volpi─ sin ningún límite, todas las variedades de la experiencia humana», identificarnos con lo que leemos, adquirir las perspectiva de los personajes inventados por un autor.

Escritor mexicano Jorge Volpi.

En conclusión, el cerebro reacciona frente a una ficción (un cuento, una novela, un poema) igual que frente a la realidad. “Por eso, dice Volpi, leer es tan fecundo y tan cansado ―como vivir”. Esto ocurre porque las ficciones no son simple recreaciones o representaciones, sino “simulacros de la realidad”. Al parecer, cuando entramos en contacto con la ficción a través de la lectura llegamos o vamos más lejos del simple placer de leer o de la identificación con los personajes. No es que únicamente la ficción literaria sea una condición evolutiva o un simulacro de la realidad, sino que, posiblemente, es la realidad («experimentar en carne propia»).

La ficción, la autobiografía y la realidad están entonces íntimamente ligadas. La mosca y la hiena no son imaginarias; son la realidad que penetra en la ficción. El cerebro de un escritor es el cerebro de un dios que está dentro y fuera de la realidad, en todas partes y en ninguna. La ficción es el producto de un hombre que lucha para sobrevivir y adaptarse a un mundo hostil por definición y naturaleza. Yo estoy en ese trance ahora.

Luis Eduardo García
Luis Eduardo García (Chulucanas, Piura, Perú, 1963) Poeta, narrador y periodista. Es docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada del Norte de Trujillo. En 1985 ganó el VI concurso “El poeta joven del Perú” y en el 2009 el Tercer Premio del Concurso Internacional Copé de Poesía. Ha publicado cuatro libros de poesía: Dialogando el extravío (1986), El exilio y los comunes (1987), Confesiones de la tribu (1992) y Teorema del navegante (2008); dos de cuentos: Historia del enemigo (1996) y El suicida del frío (2009); y uno de crónicas, ensayos y entrevistas: Tan frágil manjar (2005). El lugar de la memoria (2023) premio de novela breve del BCR. Mantiene desde 1986 una página de reseñas y comentarios literarios en el suplemento dominical del diario La industria de Trujillo.

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