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La Canción de Salomón, de Toni Morrison

La escritora norteamericana Toni Morrison, galardonada con el premio Nobel de Literatura en 1993, entregó este clásico que ahonda en los abismos familiares.

Publicado

26 Jul, 2024

Escribe Erik Sandoval Díaz

Toni Morrison, seudónimo literario de Chloe Ardelia Wofford (1931 – 2019), escritora estadounidense ganadora del premio Pulitzer en 1988 por su novela Beloved y ganadora del premio Nobel de Literatura en 1993, es la escritora de La Canción de Salomón, premiada con el National Book Critics Circle Award en 1977.

Si bien la única palabra de la primera página de esta novela es “Papá” y le sigue el epígrafe: “Que los padres remonten el vuelo y los hijos conozcan sus nombres”, su contenido abarca mucho más que el legado que nos transmiten y que recibimos consciente o inconscientemente de nuestros padres y madres y comprende toda la herencia intelectual, afectiva y hasta instintiva que pueden legarnos no solo nuestros ancestros directos sino también todos aquellos que nos precedieron, hayan formado parte de nuestra propia etnia o no.

Así, la vida del protagonista de esta novela Macon Muerto no solo está marcada por su relación con un padre severo, violento, egoísta y mercantilista que desde muy pequeño le sentenció: “Voy a decirte ahora mismo lo único importante que necesitarás saber: lo importante es poseer y dejar que las cosas que posees posean a su vez otras cosas. Así serás tu propio dueño y el dueño de otras personas. Y a partir del lunes te enseñaré cómo se hace”, y una madre sumisa y resignada: “Ahora la veía como a una mujer frágil que se contentaba con hacer pequeñas cosas, con cultivar una vida minúscula que no pudiera dolerle si moría, una vida que consistía en rododendros, pececillos de colores, dalias, geranios y tulipanes. Porque esas pequeñas vidas morían”; sino también su destino mismo se encuentra condicionado por la vida de los abuelos que no conoció; su tía paterna, cuya vida y sentir son diametralmente opuestos a los de su padre; sus primas hermanas, una de las cuales se convierte en su amante; sus hermanas; y demás familiares y ancestros desconocidos, cuya historia es su propia historia.

Toni Morrison en mayo de 2000

Además de ello, nuestro protagonista, en la búsqueda de su identidad, que al igual que todos nosotros inicia con el reconocimiento de nuestros nombres y apellidos: “Cuando sabes tu nombre, tienes que defenderlo pues morirá contigo a menos que sea escrito y recordado”, y en su caso también de su sobrenombre “Lechero”, va desentrañando secretos familiares que desde muy pequeño sin saberlo han influido en su carácter y por ende en su destino; y realiza un viaje que – sin saberlo ya que su motivación aparente era otra – lo remonta hasta los orígenes de su estirpe y le permite comprender el derrotero de su familia y de él mismo.

Toni Morrison, a través de esta búsqueda y reconocimiento de su propia identidad de nuestro protagonista, nos adentra en el pasado esclavista de los Estados Unidos de Norteamérica, su inhumana violencia y sus incontenibles consecuencias que continúan hasta hoy; violencia no solo de blancos contra negros que generó indefectiblemente violencia de negros contra blancos, sino violencia generalizada de todos contra todos, incluyendo la de negros contra negros, y no solo las de causas raciales sino también las originadas por diferencias sociales, económicas y de sexo.

De esta manera, La Canción de Salomón constituye una exploración de la violencia en sí misma: violencia para explotar, violencia para sobrevivir, violencia para dominar, violencia para poseer, violencia para mandar, violencia para pertenecer y violencia para excluir; violencia que alcanza todos los ámbitos de nuestra vida, incluyendo los más íntimos como el familiar, ya sea entre los padres, de estos hacia sus hijos e hijas o viceversa, o entre los propios hijos; y el personal, cuando la violencia se ejerce sobre nosotros mismos.

La escritora, que murió a los 88 años, cuando fue condecorada por Barack Obama.

La Canción de Salomón también constituye una exposición y denuncia de la violencia que ejerce el hombre contra la mujer, tanto física como psicológica; violencia que se manifiesta en la novela en la relación del padre del protagonista con la madre de este, con su hermana y con sus propias hijas, a quienes niega sus derechos fundamentales de autodeterminación y de libre elección de cómo llevar sus propias vidas; y del protagonista con su prima hermana y amante, a quien nunca puede ver como un ser humano que le ha entregado su vida y que solo espera compartirla con él sino solo como alguien que satisface sus deseos y su valía esta directamente relacionada con ello y que, por lo tanto, puede desechar cuando ello deje de suceder.

Novela sumamente recomendable que nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes, la influencia en nuestro carácter y modo de sentir la vida que ejercen nuestros ancestros conocidos y desconocidos así como nuestro entorno más cercano (el barrio, la escuela, los amigos), y las distintas formas de violencia en que hemos crecido y sobrellevamos.

Erik Díaz Sandoval
Erik Díaz Sandoval es abogado de la PUCP. Comparte su tiempo entre el ejercicio del Derecho y la lectura.

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