Escriben Alessandra Ciudad, Marixa Flores y Liseth Segura
«Ficciones» es una obra fundamental del escritor argentino Jorge Luis Borges, publicada en 1944 por Emecé Editores. Esta colección de relatos explora temas como la realidad, la memoria, el tiempo y la literatura a través de un estilo caracterizado por la erudición, la imaginación y la profundidad intelectual.
¿Cuáles son los secretos detrás de las ruinas y los sueños en esta obra maestra? Éstas son las condiciones de la realidad, la identidad del héroe y la conexión entre la creación y su creador. Borges nos invita a explorar las profundidades del corazón humano a través de la expiación. El objetivo de esta reseña es revelar la complejidad del tema del poder de la imaginación en esta obra.
«Las ruinas circulares» expone la intrincada conexión entre la mente del protagonista y el mundo onírico que lo rodea. Según Junquera, C. F. (2019). “El artículo destaca el poder de la imaginación para instigar la acción política. No es solo el poder de la literatura para dar forma a la sociedad, sino que estas novelas en sí mismas enfatizan el papel de la imaginación en el desarrollo de sociedades nuevas y más sostenibles, haciendo que los lectores compartan los procesos mentales involucrados. Por lo tanto, las novelas realmente permiten a los lectores reflexionar y realizar sus propios cambios”. Así lo notamos en:
El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro .
(Borges, 1944, p.28)
Al principio, para el mago, esta memoria es reconfortante, pero cuanto más piensa en ello, más lo atormenta el miedo de que su hijo desee reflexionar sobre lo fantasmal de su ser. Esta reflexión visualiza la complejidad de la relación entre la imaginación, la realidad y la identidad. La imaginación y el sueño están estrechamente relacionados en la medida en que ambos involucran la creación de mundos y experiencias que pueden parecer reales, pero que, en realidad, son producto de la mente. Según LaBerge, S., Baird, B., & Zimbardo, P. G. (2018). “El sueño es más similar a la percepción que la imaginación y esto puede deberse a que cuando imaginamos existe una competencia entre lo imaginado y lo percibido, mientras que durante el sueño no existiría tal competencia. Por el contrario, durante el sueño no existe información sensorial más que solo las representaciones internas (o mentales) del mundo exterior, de modo que el sueño nos podría estar dando acceso a nuestros preceptos personales sin la interferencia del mundo externo”.
Como se ve en esta parte:
«Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño».
(Borges, 1944, p.26)
El sueño es simbólico pues describe una experiencia que no está limitada por la realidad física. Puede ser un símbolo de la autotransformación, el descubrimiento de la verdad escondida o la percepción de dimensiones que están más allá de lo material. Además, en lo que respecta a la profunda relación entre la mente del protagonista y el mundo fantástico, se puede decir que la relación entre el sueño y la realidad es inextricable en la búsqueda de la Razón. Según Horowitz, A. H. (2023). «Soñar con un tema durante el inicio del sueño está directamente relacionado con una mayor creatividad sobre ese tema después del sueño«. El protagonista presenta una evolución en la naturaleza de sus sueños, ¿Cómo se relaciona el templo incendiado con la identidad o el propósito del personaje? Es la interrogativa que nos surge en lo siguiente:
«Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas».
(Borges, 1944, p.26)
El templo incendiado en el sueño del protagonista puede estar relacionado con su identidad o propósito, ya que simboliza la transformación, la destrucción requerida para el renacer o la búsqueda de significado en medio de la ruina y la decadencia. Pone de manifiesto la capacidad de la mente para construir mundos significativos y complejos mientras sueña, donde la dialéctica entre lo supuestamente antagónico se manifiesta de manera simbólica. La interacción entre el forastero y su entorno onírico en el anfiteatro circular subraya la profundidad de la exploración de Borges sobre la naturaleza de la realidad, la percepción y la identidad en su obra.
¿Qué nos dice esto sobre la naturaleza de los sueños y su relación con la realidad? Los sueños pueden ser tanto una manifestación de nuestra mente subconsciente como un puente hacia una realidad más profunda y misteriosa. Según Chaves, A et al. (2023) “Los sueños han capturado la imaginación y la curiosidad de la humanidad. Son esas experiencias oníricas que nos transportan a mundos inexistentes donde los límites de la realidad se desdibujan y las posibilidades son infinitas”. Con respecto a la relación del sueño con la realidad se menciona lo siguiente:
«Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara».
(Borges, 1944, p.27)
Este apartado ilustra la difícil tarea de modelar las contradicciones y la fragilidad de los sueños, sugiriendo la dimensión inmanejable de la incertidumbre. En conjunto, el texto muestra la fragilidad de los sueños y la inutilidad de intentar controlar algo negativo y cambiante.
En definitiva, cuando hablamos del concepto de “imaginación” en “Las ruinas circulares”, de Borges, nos sumergimos en un mundo donde lo fantástico quiebra el orden de lo real para imponerse desde sus particulares filosofías y estéticas. Esta perspectiva revela la intrincada y cautivadora naturaleza de la narrativas Borgiana, invitándonos a explorar los límites de la creatividad y la imaginación en el mundo del significado literario. Así, para entender mejor este proceso, la reseña presenta el fragmento de la página 28 antes que los de la página 26 y 27, y esto es es crucial para comprender la complejidad del proceso creativo, pues el mago no solo está creando un hombre, sino también una realidad.
Al pensar en los sueños y la realidad, Borges nos invita a explorar la complejidad de la mente y la naturaleza de la creatividad, llevándonos a un viaje de descubrimiento donde los límites de la realidad y la imaginación se difuminan y abren las puertas a un mundo lleno de posibilidades.