La mujer-poesía en «Cartas literarias a una mujer», de Bécquer

En "Cartas literarias a una mujer", Bécquer reflexiona sobre el papel de la mujer en la sociedad de su época, reconociendo su complejidad y riqueza.

Publicado

3 Jul, 2024

Escriben Fabrizzio Castillo, Alexia Gonzales y Jeremías Pacheco

¿Qué relación intrínseca existe entre mujer y poesía? Gustavo Adolfo Bécquer en “Cartas literarias a una mujer”, invita al lector a analizar este nexo desde la perspectiva romántica del autor, quien exalta la sensibilidad e intuición de la mujer abriéndonos las puertas al estudio de cómo estas características se entrelazan con el arte poético. Este texto epistolar, englobado por cartas dirigidas a una mujer anónima, cavila tanto de la creatividad poética como de la recepción artística, resaltando un hincapié en la influencia de la mujer en la inspiración poética.

En su delicada y sentimental prosa, Bécquer delata una profunda fascinación por la capacidad de las mujeres para apreciar y estimular la belleza poética, al tiempo que propone cuestionamientos sobre el rol de la mujer en la literatura y la sociedad. Su óptica permite al lector adentrarse en una comprensión más vasta y matizada de cómo la imagen de la mujer nutre y transforma la creación artística. Más aún, no se contentaba con ver pasivamente a la fémina como destinatarias de poesía; al contrario, la honra como un personaje dinámico y tenaz cuya sensibilidad y profundidad de percepción enriquece el arte de la poesía, concibiendo un diálogo constante entre el creador y la musa. Como hemos señalado, mujeres y poesía están unidas por una dicotomía inseparable. Esta revisión pretende reflexionar sobre esto.

Portada de una de las cientos de ediciones de este libro de Bécquer.

La mujer en la tradición literaria de Bécquer

En la vasta tradición literaria, la imagen de la mujer ha sido reiteradamente establecida como una fuente infinita de inspiración poética. Líricos de todas las épocas y culturas han enaltecido la belleza, gracia y enigma femenino, desde los sonetos de Petrarca dedicados a Laura, hasta los ardientes y apasionados versos de Neruda. Pero la mujer como musa no es el único ente que se manifiesta en la poesía; también se abordan tópicos como la naturaleza, la muerte, el amor en todas sus formas, la introspección personal y la búsqueda del sentido de la vida. La mujer, en este amplio espectro, no solo es un símbolo de belleza y amor, sino también una representación de la complejidad humana y emocional, como se puede apreciar en el siguiente fragmento de Cartas literarias a una mujer (Bécquer, 1861):

“En la escala de la inteligencia del poeta hay notas que pertenecen a la de la mujer, estas son las que expresan la ternura, la pasión y el sentimiento. Yo no sé por qué los poetas y las mujeres no se entienden mejor entre sí. Su manera de sentir tiene tantos puntos de contacto… Quizá por eso… Pero dejemos digresiones y volvamos al asunto.”

(p. 5)

Según Menéndez y Pelayo (1908), la poesía de Bécquer revela una profunda conexión entre la feminidad y la expresión emocional, destacando la mujer como musa y protagonista de sus versos. A partir de esto, Bécquer se une a esta rica tradición, explorando cómo la sensibilidad femenina enriquece el proceso creativo y cómo la poesía se convierte en un medio para dialogar con lo femenino en un plano más profundo y significativo.

La obra completa de Bécquer, en edición de Aguilar.

Por otro lado, según Gonzáles (2015) la literatura becqueriana presenta tres arquetipos femeninos que prevalecen y destacan por su concurrente presencia: la femme fatale, la mujer ideal y la mujer-poesía (p.19). Ahondando en el último, la dicotomía mujer-poesía en Cartas literarias a una mujer se manifiesta en la visión de Bécquer sobre la mujer como fuente de inspiración y como receptora ideal de la poesía, sugiriendo que el sentimiento y emoción, que en la tradición encaja con lo femenino, son primordiales en el entendimiento y valoración de la poesía. Esta duplicidad implica una evaluación positiva de lo femenil, no solo como elemento de inspiración, sino como una entidad con una insondable capacidad de nexo emocional con el arte, reflejado en el siguiente fragmento:

“En la mujer, sin embargo, la poesía está como encarnada en su ser; su aspiración, sus presentimientos, sus pasiones y destino son poesía: vive, respira, se mueve en una indefinible atmósfera de idealismo que se desprende de ella, como un fluido luminoso y magnético; es, en una palabra, el verbo poético hecho carne.”

(Bécquer, 1861, p. 5)

Así, el poeta español reivindica la representación de la fémina en el desarrollo creativo y descubre un debate sobre la reciprocidad entre género y poesía, remarcando cómo ambos se nutren mutuamente. La obra propone una reflexión profunda sobre el papel de la mujer en lo literario, invitando al lector a replantearse las dinámicas de género en la creación y valoración artística. Este encauzamiento no solo desafía las normas que dicta la tradición literaria, sino que también pone sobre la mesa una visión más inclusiva y equitativa del arte, donde el sentimentalismo femenino se contempla como un pilar crucial en la experiencia estética y literaria.

La obra de Bécquer ha sido traducida a muchos idiomas, por ello su influencia es amplia en el mundo de las letras.

En adición, en esta dinámica de interacción entre poesía y mujer, el autor no solo exalta a la fémina como un manantial de inspiración pasiva, sino que la da a conocer como una fuerza impetuosa que da vida y lógica a la poesía misma. A través de su percepción, la mujer hace florecer versos y encarna el quid del verbo poético, irradiando un “flujo luminoso y magnético” que sobrepasó lo estético para revelarse como una manifestación tangible del idealismo y la emotividad. Este punto de vista, festeja la sensibilidad femenina y batalla contra las convenciones culturales al reconocer el rol central de ésta en la creación del arte. Bécquer transforma la visión tradicional de la mujer en la literatura, pasando de musa a co-creadora del arte poético.

Para él, la mujer no solo refleja poesía, sino que también la genera y transmite con su vida y experiencias, lo cual se retrata en lo que dice Cubero (1969) mencionando que Bécquer, creó una notable galería de personajes femeninos que reflejaban su estado de ánimo, pero todos ellos comparten un rasgo común: la belleza. Él amaba la belleza por sobre todas las cosas, lo que se manifiesta en la representación de sus personajes femeninos, quienes son bellos independientemente de sus cualidades morales. A partir de lo dicho, Bécquer marca un hito en la reflexión sobre el género en la literatura, al presentar una visión innovadora que celebra y empodera la participación de la mujer en el proceso creativo, también promueve una revalorización de la mujer como agente activo y esencial en la cultura literaria, desafiando así las estructuras patriarcales que han limitado históricamente su participación y reconocimiento en el ámbito creativo.  

Mujer y sociedad

En sus «Cartas literarias a una mujer», el autor reflexiona sobre el papel de la mujer en la sociedad de su época, reconociendo su complejidad y riqueza más allá de los estereotipos de género. Bécquer concibe a la figura femenina como una representación de la condición humana en toda su amplitud, con sus virtudes, debilidades, sueños y emociones. Lejos de idealizarla, el poeta expone la tensión entre la imagen social de la mujer y su verdadera naturaleza, invitando al lector a cuestionar los límites impuestos por una sociedad patriarcal. De este modo, la obra de Bécquer se convierte en un vehículo para explorar la experiencia femenina en un contexto histórico marcado por la desigualdad, anticipando una visión más compleja y empática de la mujer como sujeto activo y no solo como objeto de contemplación poética.

Gustavo Adolfo Bécquer en su lecho de muerte. Vicente Palmaroli, 1870

En síntesis, Cartas literarias a una mujer de Gustavo Adolfo Bécquer examina la dicotomía presente entre la mujer y la poesía desde un panorama romántico y, asimismo desarrolla interrogantes de función femenina en el estudio de la literatura y en la sociedad. Con su obra, enfatiza la relevancia de la sensibilidad, en la comprensión y evaluación de la poesía. Esta dualidad se expone a una valoración positiva de lo femenino como entidad con una profunda capacidad de vínculo emocional con el arte, desafiando los paradigmas tradicionales y dando a luz una visión más inclusiva e igualitaria del proceso creativo.

En última instancia, la obra en cuestión anima a los lectores a tener en cuenta las dinámicas de género en la creación y apreciación del arte, abriendo un espacio para considerar el papel fundamental de las mujeres en la experiencia estética y la literatura. Además, la obra de Becker enfatiza la relación entre género y poesía, enfatizando cómo se enriquecen mutuamente. Esta reflexión profunda sobre la mujer en la literatura no sólo desafía las normas establecidas, sino que también promueve una visión más inclusiva y equitativa del arte, del cual se reconoce como una parte importante de la experiencia literaria y estética completa.

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