Escribe Luis Eduardo García
¿Sabías que en la antigüedad hubo otras mujeres que se dedicaron al desarrollo de la ciencia y la filosofía? Algunos de esas mujeres excepcionales han sobrevivido, pero otras se han olvidado por completo.
La mayoría de los filósofos que conocemos son hombres, salvo honrosas excepciones como la de Hanna Arendt, Simone Weil, María Zambrano y algún otro nombre destacado, cuya característica común es que son pensadoras del siglo XX.
Filosofía: las primeras pensadoras
Hipatia era una asceta y era tal su conocimiento en filosofía y literatura que opacó a los filósofos de su tiempo. Fue discípula de Platón y Plotino. Sus oyentes hacían largas caminatas desde lugares muy remotos para estar junto a ella. Educó a cristianos y paganos por igual. Se le considera como la primera matemática de la que se tiene noticia. Era una experta en lógica, geometría, astronomía y álgebra. Se le atribuye el mejoramiento de los astrolabios (instrumentos usados para la navegación marítima) y la invención del densímetro (instrumento que sirve para medir la densidad relativa de los líquidos); es decir, se trata una pionera de la ciencia.
Acaso por su conocimiento y sabiduría, Hipatia provocó el celo, la envidia y el encono de quienes no veían con buenos ojos que una mujer fuera tan autónoma e independiente en su pensamiento. Ella fue asesinada por una turba de cristianos en la etapa de su madurez productiva. Su muerte ocurrió en el marco de las luchas entre cristianos y paganos y en medio graves conflictos entre las distintas facciones políticas al interior de la Iglesia.
Antes que Hipatia estuvo Perictione, la madre de Platón, quien seguía, como su hijo, los principios pitagóricos de la armonía. Los pitagóricos como ella, comparaban el manejo de una casa y el gobierno de una ciudad con las cuerdas afinadas de un instrumento musical: las cuerdas deben estar debidamente templadas y organizados de modo que guarden concordancia con la virtud y las leyes y así se obtenga un producto agradable y equilibrado al oído y a la razón.
Perictione pregonaba que las mujeres griegas, quienes llevaban una vida muy limitada y oprimida, debían odiar la vanagloria y buscar la prudencia y la templanza. Para ella, la conciencia del bien era la virtud clave que todas las mujeres deberían perseguir. Así, sometiendo el deseo y la ira al control de su mente, una mujer sería capaz de gobernar con éxito una casa o una ciudad. Se le crítica no haber ido más allá y de haber sido muy condescendiente con el confinamiento de la mujer a una vida centrada en el cuidado del hogar. Sin embargo, se pasa por alto que Perictione fue una mujer de otra época y debe ser juzgada desde esta perspectiva histórica.
Pero hubo una filósofa de la antigüedad que se movió en un contexto más estrecho y rígido: Pan Chao. Vivió en el siglo I d.C. bajo la influencia del confucionismo. La educaron para convertirse en la académica más importante de su tiempo. Además de frecuentar la biblioteca, escribía y enseñaba a las princesa y emperatrices chinas astronomía y matemáticas, disciplinas en las que estaba muy bien entrenada.
Pan Chao no fue una intelectual conformista. Siguiendo los parámetros confucionistas de vivir según la ética y los ideales de la compasión, cuestionó la educación china que permitía solo la enseñanza para los niños y no para las niñas. “Pero solo enseñar a los hombres y no a las mujeres, ¿no es eso ignorar las relaciones esenciales entre ellos?”, escribió. Sin duda, una mujer de avanzada. Para ella, la educación era la única manera en que una mujer podía tener una mente más abierta; en otras palabras, ser más virtuosa, como buscaba el confucionismo.