Escribe Francisco Joaquín Marro
En esta novela, Jorge Casilla Lozano ha logrado traernos el eco de la épica de la edad Antigua y del Renacimiento, convertido en una literatura para los jóvenes de hoy. Para quienes fuimos niños a fines de los ochenta e inicios de los noventas, y que, en vez de la literatura específicamente infantil, conocimos adaptaciones ligeras de los clásicos –La ilíada, La odisea, La Jerusalén liberada y el Orlando furioso-, el libro de Casilla nos recuerda algo así como una vieja canción recobrada, pero sin voluntad ni pretensión de copiarla.
Como en los libros del pasado, destaca en Félinar su calculada cadencia en las frases, los adjetivos compuestos, los “tropos” y demás expresiones literarias inspiradas en la épica del pasado. Pero, a diferencia de ella, su utilización de personajes animales no es burlesca, como podría pensarse al evocar a aquellas que los tienen por desmesurados protagonistas (como la Batracomiomaquia atribuida a Homero o La gatomaquia de Lope de Vega). El propósito de Felinar no es satirizar estilos ni usos sociales; no tiene pretensión moralizante que juzgue positiva o negativamente el comportamiento de su personajes y ello es digno de agradecerse en el horizonte de la literatura infantil contemporánea, pendiente de enseñar moralidad con el fin de satisfacer exigencias pedagógicas. De modo natural, más bien, el relato invita a la reflexión sobre el comportamiento humano en general a partir de la reflexión que las acciones de sus animales guerreros podrían provocar.

Mediante una historia dividida en “cantos”, a la manera épica, a las luchas intestinas de un reino, Félinar, y a un drama familiar universal como lo es la rivalidad entre dos medio hermanos que se disputan el trono del reino. Garras, el heredero, ve con recelo el prestigio que adquiere su hermano menor, el príncipe Sombras, y se opone a la división del reino que planea el rey agonizante. La llegada de un forastero -proveniente de una tierra más allá del mar-, quien trae consigo la peor de las noticias, solo añadirá más tensión a la relación entre ambos.
Félinar se inspira también en uno de los pasajes más polémicos de nuestra historia nacional, sin que su intención sea caricaturizarlo. Más bien, es digno de elogio que una obra juvenil ponga en relieve temas como la ambición personal, el amor fraternal, los celos y el bien común. Y también el desasosiego y la incertidumbre, expresados de distintas formas por cada uno de los personajes, de lo que se colige la segunda virtud de este libro: con pocas pinceladas, el autor ha logrado crear para cada animal combatiente un carácter particular. Una obra como esta dialoga directamente con la cultura clásica pero también con la contemporánea y justamente es a esta última a la que interpela: nos hace recordar que, hace mucho, hubo una literatura juvenil -como la de Verne, la de Stevenson y la de Salgari- capaz de abordar a su joven lectoría sin condescendencias, sin moralinas, que apeleba principalmente a su entendimiento y a su sensibilidad.