Escribe Erik Díaz Sandoval
Stendhal, seudónimo del escritor francés Marie Henri Beyle, nos narra en este clásico indiscutible de la Literatura Universal publicado en 1830 la historia de Julián Sorel, un joven de origen pobre, que se traza el objetivo de pertenecer a las más altas esferas del poder y asegurarse las rentas necesarias para disfrutar de una vida de lujos: “…en mí estáis viendo a un rústico que se rebela contra la bajeza de su fortuna”.
Este joven ambicioso, de presencia cautivadora, voluntad férrea, ausencia de escrúpulos y un sentido del deber adecuado a sus objetivos, a pesar de ser denostado y vendido por su propio padre como preceptor de los hijos del alcalde de la provincia de Verriéres debido a su ineptitud para los trabajos físicos y de no estar seguro de si el camino para conseguir sus fines se encontraba en los cargos eclesiásticos o en los políticos, se va abriendo camino en la Francia posterior a Napoleón, dividida en realistas, liberales y simples oportunistas, y fuertemente influenciada por el poder del Clero.
Stendhal, con un uso magistral del monólogo interior, nos adentra en la conciencia de nuestro protagonista y nos hace conocer que su principal enemigo se encuentra en él mismo: en sus pasiones, sus dudas, sus prejuicios y sus miedos; mientras, a su vez, nos retrata la sociedad de una época, sus luchas de poder, conflictos entre clases sociales, contradicciones, costumbres y formas que, tanto en la provincia de Verriéres como en la capital París, Julián debe aprender a seguir – aunque su alma se rebele contra ello – para pertenecer a la clase social que ambiciona: “Las candidaturas reales y provechosas se trabajan en los salones”.
Dos amantes acompañan y sufren la vida de nuestro protagonista. Una de ellas se debate entre su pasión por Julián, sus deberes conyugales, el amor a sus hijos, la fe en Dios y la vida virtuosa que llevaba hasta el surgimiento del amor; y su crisis existencial es profunda: “La señora de Rénal se sintió morir: la hacía desgraciada su virtud y mucho más desgraciada su debilidad”. La otra, Matilde, se atormenta por la diferencia de clases, su eventual pérdida de estatus y de solvencia económica y su pasión está en pugna constante con su orgullo, que considera propio de su condición noble.
A través de las reflexiones de su protagonista, su interacción con su entorno y el desarrollo de su auge y de su caída, esta novela trasciende el ámbito personal y psicológico, y de la eterna lucha entre la razón y la pasión, y nos adentra en temas políticos, religiosos, filosóficos y sociales. Stendhal nos habla del amor y de su ausencia, la familia, la amistad, la justicia y la injusticia, la fe real y la inventada, la memoria y el olvido, así como de los sentimientos y acciones más nobles y los más ruines. En suma, en esta novela vemos retratada la naturaleza humana en un contexto político, social, religioso y económico en el que priman las la hipocresía y las apariencias.
De esta manera, en la historia de Julián Sorel, como en los cuentos borgianos, confluyen conflictos de cualquier hombre y de su contexto, que pueden acontecer en cualquier lugar o época: “Si yo no me hubiese pagado tanto de las apariencias – se decía -, habría advertido que las gentes que llenan los salones de París son tan honradas como mi padre o tan hábiles como los presidiarios de quienes acabo de separarme … ¡Y no saben hablar más que de su probidad! … ¡Y si forman parte de un jurado, condenan implacables al infeliz que robó un pan porque perecía de hambre! ¡En cambio, si se trata de perder o de ganar una dignidad cualquiera, esos modelos de honradez cometen crímenes semejantes a los que la necesidad de comer inspira a los presidiarios!”.
Stendhal es un clásico para todos los tiempos y una buena forma de ingresar a la buena literatura. Recomendada.