Escribe Dante Castro
El poeta Mirko Lauer (Diario La República, 13/09/23) reflexiona acerca de la irrepetibilidad del Boom de los 60′. Cabe señalar que esta sana explosión de narrativa no fue solo en calidad literaria o, mejor dicho, en la revolución de la estructura formal de la novela. La forma evolucionó, es cierto, gracias a los aportes de autores no-hispanos (Fawlkner, Joyce, Kafka, etc.) La importación de nuevas estrategias de narrar le dio un rasgo cosmopolita al Boom, pero sobresale en sus páginas un continente con personalidad propia frente al mundo bipolar que se descomponía en pleno clímax de la guerra fría.
La fuerza de sus argumentos nace de la toma de posición de los autores respecto al orden internacional que estableció la segunda post guerra mundial. Frente al triunfo omnímoda de EEUU, única potencia intocada, y a su hegemonía absoluta en la cuenca del Pacífico, triunfa a 90 millas de sus costas caribeñas una revolución conducida por jóvenes barbudos. Vale decirlo: tan jóvenes como los escritores del Boom. La revolución cubana fundó Casa de las Américas, una institución que se puso al servicio de la nueva narrativa hispanoamericana y que catapultó a la fama a novelistas que hubiesen sido ignorados por el mercado librero capitalista.
Haydeé Santamaría, fundadora de la Casa de las Américas, recibió a los jóvenes autores que en su mayoría comulgaban con los objetivos revolucionarios y que incluso apoyaban con sus firmas la expansión de las guerrillas en el continente. Increíble: el dictador hispano Francisco Franco siempre estuvo de acuerdo con que una editorial española, dirigida por el también joven Carlos Barral, se hiciese millonaria con el boom de los rojos latinoamericanos. Carlos barral lanzó el Premio Biblioteca Breve y el Premio Barral de Novela. Estuvo de por medio el prestigio del idioma, la hegemonía cultural de los españoles americanos e incluso se diseñó el lema: «América Latina, gigante que despierta».
Acotemos que el fascista Franco jamás se pronunció en contra del comunista Fidel Castro, como tampoco le impuso censuras a las publicaciones de la Editorial Seix Barral. Ese es el contexto favorable al Boom, volvamos a la literatura. Decíamos que los argumentos o temas de las novelas del Boom estuvieron influidos por la perspectiva política de sus autores. Eso hizo que el peso de los argumentos decidiera el éxito del Boom.
Cortázar y García Márquez se mantuvieron inconmovibles hasta sus respectivas muertes. El mexicano Carlos Fuentes, que no coincidía con comunistas, logró la fama inicial mostrando las grietas profundas de la sociedad mexicana, pero pasó a la zona gris pronto. El quiebre de Mario Vargas Llosa con Casa de las Américas por no donar el monto de Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1967) a la causa del Che Guevara en Bolivia, generó su viaje sin retorno hacia la derecha. Y la calidad literaria de sus argumentos sucumbió a la tormenta de principios. No podemos comparar «Conversación en la catedral» con «Pantaleón y las visitadoras» u otras de menor nivel. La fuerza argumental del Boom estuvo cimentada en la crítica anti sistémica de sus autores y una vez abandonada esta posición, no se pudo recobrar el vigor inicial.
¿Por qué hoy no hay un Boom?, se pregunta el poeta Mirko Lauer. Muy sencillo: las editoriales españolas y Vargas Llosa a la cabeza han tratado de producir un Boom de derechas, pero han fracasado. La cruzada anticomunista, antipopulista y anti-andina emprendida por el marqués Vargas Llosa, solo ha producido humo. Sus prosélitos no tienen más que argumentos banales, porque no les acompaña una aguda reflexión crítica de la realidad. Casa de las Américas pudo haber lanzado hacia el mundo nuevas promociones de escritores, pero después de la caída del socialismo del Este y de la quiebra económica de la isla, poco podía hacer ante las editoriales que se habían parcializado con la falta de imaginación.
Como decía el escritor chileno José Donoso, el Boom de los 60’nunca se redujo a lo literario.