XXXVIII
Hemos transitado en plena lluvia
entretejiendo el rostro a la inclemencia.
El vino y la sonrisa en nuestros labios,
mis latidos en la profanación de tu cuerpo,
dureza de la roca sosteniendo
aquel presagio adolescente,
dos pétalos en tu vientre florecido,
reciedumbre que doblega a la penumbra,
invierno efímero
ante la fortaleza de nuestro amor de largo aliento.
XLVII
Hablar
desde el lenguaje del mutismo;
el mundo andante esperando por nosotros.
Penetrar a la esfera desconocida
en una aproximación etérea.
Abrir las puertas de la catedral
tras un repentino soplo de fe.
Naufragar en las profundidades
del amor;
invitación como estallido de cristales,
pedazo roto en copa vacía.
LII
Vuelvo al poema
como seducción en la escapatoria,
como relicario de orfandades,
como lascivo encanto
en la triste noche,
como hojarasca sin una pizca de viento,
como aluvión que devora la siembra,
como abismo que carcome el sueño,
como derrota cuya consecuencia
oculta la ceniza,
como sombra que se asemeja a tu ausencia,
como relámpago en la intemperie,
como insomnio que deja los ojos inflamados
en el cuerpo del animal en llamas.
Vuelvo al poema…
El fruto de otra larga noche
La apuesta diaria desde el génesis,
sombra en el umbral como cicatriz de lo desconocido.
Acertijo de las cosas insondables,
conjuro de vida expuesto de cuerpo entero;
orfebrería en plena aurora.
El poema como mortaja del mundo
en la cadencia del tiempo.
Los colibríes, huéspedes de honor en el amanecer fulgurante;
revelación en el escenario de la incertidumbre.
Apremio por los códigos marchitos,
desnudez del miedo que moja la pólvora,
fatiga en el reino ante el desprecio del soberano.
Anuncio de lo sagrado en el borde de lo efímero,
alusión de las aristas que queman las hendiduras del alma,
alucinación como recoveco que envuelve a la muerte.
El poema en el hermético palpitar peregrino,
huella y caricia en el corazón con armadura de celofán,
sonido de viejos acordes que retumban en la memoria de los otros,
angustia que decanta su propia sombra,
luz y senda que despierta el apetito de la luna voraz.
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Aníbal Fernando Bonilla (Otavalo, Ecuador, 1976). Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericana, y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Licenciado en Comunicación Social. Ha publicado los poemarios Gozo de madrugada (2014), Tránsito y fulgor del barro (2018), Íntimos fragmentos (2019), y la recopilación de artículos de opinión en Tesitura inacabada (2022). Finalista del Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2018, y del III Premio Internacional de Poesía de Fuente Vaqueros 2023. Columnista de diario El Telégrafo entre 2010 y 2016. Actualmente es articulista de El Mercurio, de Cuenca, y colaborador en varias revistas digitales. Ha sido invitado a eventos de carácter literario, cultural y político en España, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Cuba, Bolivia y Colombia, como el XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca (2012), el XIII Encuentro Internacional “Poetas y Narradores De las Dos Orillas” en Punta del Este (2014), el VI Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica y el Caribe en La Habana (2016), el III Encuentro Internacional de Poesía en la Ciudad de los Anillos en Santa Cruz de la Sierra (2016), o el XI Festival Iberoamericano de Poesía en Fusagasugá (2023).