Acto textual
Con pocos, pero doctos libros juntos
Francisco de Quevedo
Ten a la mano siempre los libros de poesía
lejos de los otros
aparte
en donde no los olvides
en donde puedas verlos siempre
aunque no los leas o los hayas abandonado
ten los libros de poesía cerca de ti
al lado de tu cama
de cabecera de cama
o de cama
nunca más lejos
siempre en donde los sueños suceden
en donde cierras sin miedo los ojos
cerca de donde haces el amor lo más cerca que puedas
de donde haces el amor
pues es allí en donde deben estar.
El árbol de la piña
Al salir de Palestina, quería encontrar en estas tierras el árbol de la piña. Imaginaba un árbol frondoso, parecido al que situó Dios en el Paraíso.
Abandonó su tierra con la esperanza de una nueva y no encontró lo que esperaba.
En este poema, mi abuelo puede recolectar piñas de la copa de un árbol, porque en un poema pueden crecer incluso los árboles que no existen, los milenarios frutos y hasta el país natal.
Sin embargo, insisto. Lo que quiero que aquí retoñe no es el árbol, sino la esperanza de que todavía hay un sitio donde abundan los árboles de piña.
A mi lado alguien lee unlibro escrito en mandarín
a mi lado alguien lee un libro escrito en mandarín
las palabras caen como una lluvia sobre sus manos
y sus manos abiertas se llenan de agua
como las manos que entran a los ríos
el hombre a mi lado bebe agua de un libro
y su rostro como el de los santos se ilumina
qué está escrito allí que sin leerlo siento su humedad
qué libro es ese
en donde las palabras no huyen de la página como en los míos
acaso lo que allí se lee no se olvida
y permanece en la memoria muchos años
como un río que sube y después llueve
¿esa brisa del agua al caer en sus manos
es la poesía?
Tratado sobre el cabello
todas las cosas grandes
inician con una idea en una cabeza despeinada
como pudo –por decirlo así- crear Dios el universo con una cabeza engomada
¿qué habría hecho Noé adentro del arca con una cabeza de mayordomo
o Jesucristo en el monte si sus cabellos no se hubiesen entrelazado con el viento?
Heráclito salió del río tan despeinado como Arquímedes de la bañera
y a Sócrates y a Platón les crecía sobre su calvicie una cabellera desorbitada
es sabido que Homero murió arrancándose los pelos de desesperación
y que Cervantes Quevedo y Góngora se peinaban
como Shakespeare solamente el bigote
Juana de Arco ardió más fuerte en la hoguera por su aguerrida cabellera
y en la antigüedad
los primeros hombres en sembrar el café y el maíz
los chamanes y los sacerdotes
los que tallaron en las lejanas piedras los primeros poemas
todos son parte de los anónimos despeinados de siempre
después
a Newton lo despeinó una manzana
a Tomás Alba Edison la electricidad le puso los pelos de punta
Bach disimulaba su melena con una peluca
y Leonardo Da Vinci se despeinaba también las barbas
todos los ángeles del cielo las hespérides las musas
las sirenas y las mujeres que saben volar
todos y todas tienen extensas cabelleras destrenzadas
en la historia reciente
Albert Einstein fue el más despeinado del siglo XX
y Adolfo Hitler por supuesto
el de los cabellos más ordenados
pero las cosas grandes también son cosas sencillas
como aquellos que llegan a casa apresurados por despeinarse
o los niños cuando aprenden del amor despeinando a sus madres
es obvio que los sueños nacen en las cabezas dormidas
porque siempre están despeinadas
y los amantes que sobre todas las cosas se despeinan
cuando se besan y se aman
por eso les digo:
hay que desconfiar de un amor que no te despeina.
Metamorfosis
Abierto el camino por Kafka,
invito a cada quien a ejecutar su propia metamorfosis.
Elijan ser lo que les plazca:
Yo elijo ser un libro,
un libro de 182 centímetros de alto,
tan alto y palpitante como un árbol,
deseoso de un dedo índice en mi pecho,
o que el viento alborote mis hojas,
echado yo en el campo,
u oír a la gente exclamar:
Dios mío, miren qué libro,
ése que va pasando.
Cruzar la pierna y leerme, en el pie de página,
un verso de Molina, enfocarme en el espejo
y leer un verso de Sabines,
y que al terminar el día una mujer se tienda
en mis páginas abiertas, y lea
las más antiguas lecciones de amor.
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Rolando Kattan (Tegucigalpa, Honduras, 1979). Es Miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua, miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua. El 2023 la Academia Romana le concedió el Premio Bucovina de poesía, y fue homenajeado con el título de ciudadano de honor, el 2022 ganó el Premio Nacional de Literatura, el 2021 el XX Premio Casa de América de Poesía Americana, y el Reconocimiento Ohtli de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México en 2016. Es fundador de la editorial Cisne Negro. Ha publicado “Donde volver deseo” (2023), “Viaje imaginario a Kiribati” (2022) y “Los cisnes negros” (2021), entre otros libros. Ha sido electo por el Congreso Nacional de Honduras por dos periodos (2019- 2024) (2024- 2029) como Comisionado Propietario del Registro Nacional de las Personas. En 2023 participó en el X Congreso Internacional de la Lengua Española en Cádiz y su ponencia fue incluida en la Crónica de la lengua española 2023-2024. Fue incluido en “Lo uno y lo diverso: La riqueza del idioma español”, publicado por el Instituto Cervantes, 2021.
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La foto que ilustra este post es de Daniel Mordzinski