Nicanor Parra, el antipoeta, el profesor de matemáticas en el Liceo de Chillán y en la Universidad de Chile, físico, rebelde, latinoamericano, ha fallecido este martes a los 103 años en su casa de Las Cruces, dejando un legado de poesía y libertad creativa que marcó a varias generaciones.
Postulado en varias oportunidades al Premio Nobel, en 1969 recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile por Obra gruesa. En 1991 fue galardonado por segunda vez en su país y obtuvo el Premio Internacional Juan Rulfo. En el 2000 recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en 2010 fue finalista al Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
La máquina de escribir que depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes número 1.552, permanecerá custodiada hasta el 5 de septiembre de 2064, fecha en la que el poeta cumpliría 150 años.
En la conjura de los libros lo recordamos en poesía. Descanse en paz, maestro.
AUTORRETRATO
Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo oscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales,
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.